América Latina

Comunidad y Justicia: una visión distinta de los derechos humanos

En Chile hay una ONG que desde 2013 promueve y defiende la visión de la Doctrina Social de la Iglesia sobre los derechos humanos, desde un pensamiento realista y en fidelidad al Magisterio de la Iglesia.

Vicente Hargous·12 de agosto de 2021·Tiempo de lectura: 4 minutos
comunidad y justicia

En un mundo cada día más secularizado, donde la familia se encuentra bajo ataque y la dignidad inherente de la persona humana es despreciada, Comunidad y Justicia se alza como un esfuerzo por defender lo que es bueno, verdadero y bello, aunque nadie más lo haga. 

Defensa de los valores no negociables

Comunidad y Justicia es una ONG chilena que nació el año 2013 para promover y defender la visión de la Doctrina Social de la Iglesia sobre los derechos humanos, con especial énfasis en los “valores no negociables” de que hablaba Benedicto XVI, que hoy están bajo constante ataque en la esfera pública: la vida, la familia y la libertad de los católicos y de la Iglesia. No es un centro de estudios cerrado en la teoría ―trabajo muy necesario, pero que realizan otros― sino una organización para la lucha en la vanguardia de la arena política y jurídica contra las ideologías dominantes, contrarias a la fe y a la naturaleza humana. Sus miembros, en su mayoría abogados jóvenes, nos dedicamos profesionalmente a esta causa, sobre todo mediante litigación estratégica, asesoría legislativa y gestión de intereses en el Congreso Nacional.

Con nueve años de historia, gracias a Dios hemos podido posicionarnos como una organización seria y de rigor profesional dispuesta a ser fiel a sus principios sin miedo al “qué dirán”. El mundo de los derechos humanos muchas veces se mira como captado por ideologías opuestas a la ley natural y al cristianismo; Comunidad y Justicia representa un intento de defender los derechos humanos en cuanto expresión de la dignidad humana, desde un pensamiento realista y en fidelidad al Magisterio de la Iglesia.

Cristóbal Aguilera ―quien fue coordinador del Área Legislativa y actualmente es miembro del Directorio― ha dicho que nuestro fin es “denunciar y enfrentar injusticias que hoy pasan desapercibidas e, incluso, se reclaman como derechos individuales”. Lo vemos como un modo de secundar las palabras dichas por San Juan Pablo II ―nuestro patrono― a los jóvenes chilenos: “Cristo nos está pidiendo que no permanezcamos indiferentes ante la injusticia, que nos comprometamos responsablemente en la construcción de una sociedad más cristiana, una sociedad mejor”, con la certeza de que ―a pesar de los desafíos de nuestra época― el amor vence siempre, incluso cuando parece imposible, como imposible parecía la victoria de Cristo crucificado. 

Confianza en la Providencia

Los orígenes de la corporación, e intentamos mantener ese espíritu, estuvieron marcados por una confianza ciega en la Providencia de Dios, por parte de quienes tuvieron la oportunidad de sacar adelante este proyecto, con apenas medios para subsistir. Así lo cuenta el fundador, hoy miembro del Directorio, Tomás Henríquez:

«Una vez que se había ahorrado el salario de un mes ―gracias a los aportes de los directores y nuestro primer donante, el profesor Mario Correa Bascuñan―, el compromiso adoptado fue que yo aceptaría la tarea, a cambio de que los directores donarían de su propio bolsillo el dinero para cubrir los siguientes meses, si es que no encontraba fondos por mi cuenta (…). Como algunos saben, los directores de Comunidad y Justicia nunca tuvieron que recurrir a sus propios fondos para la supervivencia de la Corporación desde aquel entonces. Desde ese día y en adelante, nunca nos ha faltado para pagar el salario justo a todos quienes han tenido la valentía y generosidad para trabajar acá«.

Si bien a lo largo de nuestra historia hemos pasado por muchos fracasos ―a ojos humanos―, como la aprobación del aborto en tres causales, Comunidad y Justicia ha contribuido en más de una iniciativa orientada al bien común. Por ejemplo, fue determinante la influencia de nuestra Área Legislativa para que sea rechazado el proyecto de ley de educación sexual integral ―que hacía obligatorio un modelo único de educación sexual “de carácter laico y no sexista” desde nivel parvulario, aun contra la voluntad de los padres―; también fue clave el esfuerzo conjunto de los equipos legislativo y judicial para que se declare la inconstitucionalidad de algunos artículos del proyecto de ley de garantías de la niñez, que atentaban contra el derecho preferente y deber de los padres de educar a sus hijos.

Con relevancia internacional

Destaca también nuestra participación en diversos casos de gran relevancia internacional, algunos de ellos en el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, como en el caso de la uruguaya Jacqueline Grosso, quien no pudo recuperar el cadáver de su hija, que murió en un aborto no consentido y fue considerada desecho biológico. Recientemente, tuvimos la oportunidad de ser la única ONG del mundo que participó, en calidad de amicus curiae de la Corte Suprema de Estados Unidos, junto con 140 académicos de prestigio de diversos países, en el caso Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization, que podría revertir la permisión del aborto que se estableció desde el caso Roe v. Wade en 1973. 

Quizás la mayor victoria de todas ―porque defiende y promueve el bien más alto que existe en la tierra― fue una sentencia de la Corte Suprema que protege el carácter presencial de la Misa y de los sacramentos, como parte del culto debido a Dios en el credo católico, protegido por la libertad de cultos. En el marco de las restricciones sanitarias por la pandemia, se había restringido severamente la participación de los fieles en la Eucaristía, salvo para casos muy puntuales, con aforos discriminatorios en comparación con otras actividades. La sentencia afirmó, por primera vez en un fallo en la historia de Chile, el carácter esencial de la presencia para los actos de culto católicos, que son un derecho fundamental que no puede ser afectado en su esencia. 

Una luz de esperanza

Con un proceso constituyente en marcha, todos estos derechos están en grave peligro y los desafíos que enfrenta esta pequeña Corporación son inmensos, pero ya hemos visto que Dios es capaz de escribir derecho con renglones torcidos. Ese futuro que no se ve muy positivo deja entrever una luz de esperanza. En un mundo que ha perdido el sentido de sí mismo y que navega sin rumbo hacia cualquier parte, las personas ―sin saberlo― reclaman un horizonte de sentido que sólo Cristo les puede dar. Comunidad y Justicia tiene un trabajo bastante más modesto, pero creemos que sí es un granito de arena con el cual podemos aportar para el Reinado de Cristo en el mundo.

Aquí se puede encontrar a Comunidad y Justicia: Página web: www.comunidadyjusticia.cl ; Twitter: @ONG_CyJ ; Instagram: @comunidadyjusticia ; Facebook: Comunidad y Justicia

El autorVicente Hargous

Investigador de Comunidad y Justicia

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