“Ya no voy a la iglesia, el sermón no me dice nada”. Un comentario similar se escucha con respecto a las catequesis, círculos de formación religiosa, meditaciones, etc.: “He dejado de asistir; estas cosas no me aportan nada”. Reducir las causas del escaso interés en temas religiosos a la falta de una buena retórica sería simplificar el problema.
No obstante, la comunicación efectiva de la fe es tan importante que el Papa Francisco le ha dedicado toda una Carta Apostólica (Antiquum Ministerium, del 10.05.2021), proponiendo la fidelidad a las verdades de fe combinada con la creatividad para exponer los contenidos de manera. adaptada a los tiempos, oyentes y culturas.
Este es el propósito que persigue Alberto Gil, profesor en la Facultad de Comunicación de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz en Roma, en este libro.
El autor pone al servicio de la comunicación de la fe su extensa experiencia en enseñanza, investigación y práctica de la retórica, condensando en 160 páginas las reglas más esenciales de la buena dicción para aquellos que buscan mejorar su competencia comunicativa en la transmisión de la fe.
Gil utiliza como ejemplo un problema común en la traducción, en el que es proverbial la expresión “Les belles infidèles” (“las bellas infieles”), que se remonta al filólogo Gilles Ménage. En 1654, al referirse a la traducción que un tal Nicolas Perrot d’Ablancourt hizo del escritor satírico griego Luciano de Samosata (muerto hacia el año 200), dijo: Esta traducción me recuerda a una dama de Tours de la que me enamoré. Era hermosa (belle), pero infiel (infidèle). En toda traducción surge el conflicto de escribir de manera inteligible, hermosa y cercana a la lengua a la que se traduce, sin sacrificar la fidelidad al original.
Gil destaca que la predicación es esencialmente una traducción o transferencia de la revelación o enseñanza de la Iglesia al entendimiento de los destinatarios.
Pero, ¿debe esto ir acompañado de deslealtad hacia el original? Los buenos traductores procuran que su traducción no sólo sea fácil de leer, es decir, “bella” (belle), sino también fiel al texto original (fidèle), porque los traductores no son los autores originales. La pregunta fundamental es: ¿cómo lograr que la traducción de la fe se convierta en “Les belles fideles” (las bellas fieles)?
Hermenéutica y responsabilidad
En un primer capítulo, titulado “Hermenéutica y responsabilidad”, se aborda lo que técnicamente se denomina hermenéutica, es decir, interpretación: quien desea hablar de manera clara y comprensible, debe entender e interpretar primero el mensaje que quiere transmitir.
El autor, y en esto radica lo original de su mensaje, habla en este contexto de una hermenéutica sub specie communicationis; es decir, para llegar correctamente a los destinatarios de un mensaje se debe comprender con la mente y los ojos de los oyentes, involucrándolos virtualmente en la preparación del discurso.
Como ejemplo menciona que no se trata de responder a preguntas que nadie le haría, por parafrasear al Papa Francisco. Esto requiere una gran responsabilidad, para no cambiar la revelación o la enseñanza de la Iglesia, sino para hacerla más comprensible y atractiva, de modo que los oyentes se identifiquen con lo que oyen y se despierte en ellos un mayor interés en su recepción, ofreciendo ideas y soluciones para transmitir la fe con mayor claridad y accesibilidad, manteniéndose fiel a la Revelación.
Cómo transmitir la fe con claridad y motivando al oyente
El receptor
En el segundo capítulo se aborda otra dimensión del receptor, su emotividad. Los sólidos argumentos del emisor son ineficaces si el destinatario no se beneficia de ellos, es decir, si no reconoce ningún efecto útil para su vida. Esta “utilidad”, según el autor, debe distinguirse claramente del puro utilitarismo de búsqueda de beneficios. Lo útil es un bien, lo que los latinos denominaban “bien útil” (bonum utile).
Esta utilidad abarca desde la solución de problemas materiales, pasando por la ayuda espiritual, hasta el beneficio más elevado para la humanidad: la redención por la muerte de Cristo. Gil propone ideas y da consejos para que las charlas de formación religiosa motiven más a los oyentes, al percibirlas como una ayuda concreta para su propio progreso espiritual.
El tema
Sólo sobre esta base resultan útiles las técnicas clásicas de la retórica, a las que se refiere el tercer capítulo, en el que el autor subraya especialmente la importancia de centrarse en un problema o aspecto del tema en torno al cual girará toda la conferencia.
Muchos sermones o conferencias resultan aburridos por parecer demasiado generales o moralizantes. Tras la fase de reflexión sigue una fase de estructuración, para que el oyente no se pierda en la maraña de argumentos, sino que pueda seguir siempre un hilo conductor comprensible.
Las técnicas de producción del discurso, tanto verbales como no verbales, que se aprenden en la retórica clásica y moderna, sólo son eficaces sobre esa base de buena orientación.
Ejemplos variados
El cuarto capítulo contiene guiones como ejemplo para charlas de formación, agrupadas según dos tipos diferentes de oyentes: jóvenes en el periodo de formación y profesionales tanto en su vida familiar como en el ejercicio de su trabajo.
Para los primeros se presentan temas como la sinceridad en la dirección espiritual, el orden en el plan de vida, la santa pureza y el pudor, el estudio y el trabajo, así como la relación entre libertad y responsabilidad.
Para el segundo grupo se ofrecen guiones sobre la vida sobrenatural, la oración, la presencia de Dios durante el día, la mortificación, el Espíritu Santo y la Iglesia, así como la virtud de la alegría y su dimensión apostólica.
El presente libro no es una simple guía, sino que se adapta al nivel intelectual que suelen tener los catequistas y todos aquellos que dan clases de religión o son formadores en la fe, sin llegar a ser un libro científico para especialistas.
Una lectura y un estudio atentos de este libro, traducido ya al alemán, italiano y portugués, puede contribuir significativamente a mejorar los medios de formación espiritual. Por lo tanto, se recomienda vivamente a todos aquellos que se toman muy en serio su función de formadores y desean mejorar constantemente en esta labor tan importante.