La Colina de las Cruces aparece mencionada por primera vez en escritos de mediados del siglo XIX. En 1850, Maurikis Hriškevicius, tesorero de Šiauliai, escribió: “La gente sigue atribuyendo santidad al montículo de Jurgaiciai. Según las investigaciones locales, sucedió -que uno de los habitantes de Jurgaiciai prometió a Dios cuando estaba gravemente enfermo que, si sobrevivía a su enfermedad, erigiría una cruz en la colina. Sucedió que se curó mientras construía la cruz allí. Tan pronto como la noticia se extendió entre la gente, en pocos años se trajeron tantas cruces de pueblos lejanos y se erigieron otras allí que ahora podemos ver su abundancia.”
Historias sobre la Colina de las Cruces
Los relatos posteriores cuentan que las cruces se construyeron sobre las tumbas de los participantes en los levantamientos de 1831 y 1863 dos levantamientos de la antigua República de las Dos Naciones contra el Imperio ruso conocidos como “el Levantamiento de Noviembre” y “el Levantamiento de Enero”, respectivamente.
Los fallecidos fueron enterrados en el montículo. Esta versión de la erección de las cruces se difundió especialmente durante las décadas de la ocupación soviética, en un esfuerzo por restar importancia religiosa a la Colina de las Cruces y convertirla en un monumento a la resistencia del pueblo contra los explotadores.
Sin embargo, con los primeros testimonios, parece que las primeras cruces de la colina aparecieron como signos de sincera piedad popular y gratitud a Dios al que se unieron unos motivos adicionales: el deseo de honrar a los rebeldes enterrados aquí y, al mismo tiempo, oponerse a las autoridades zaristas que prohibían y obstaculizaban la erección de cruces.
Bajo el imperio zarista
Al final del siglo XVIII Lituania había sido incorporada al Imperio ruso. En esta época la costumbre de erigir cruceros de madera al borde de los caminos, cerca de las viviendas, ya estaba muy extendida en toda Lituania.
De hecho, la fabricación de cruces y cruceros de madera en Lituania forma parte del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde el año 2008.
Con la incorporación al Imperio Ruso, estos cruceros se convirtieron además en el símbolo de la identidad nacional y religiosa de Lituania.
En 1845, el gobierno ruso prohibió levantar cruces, excepto en iglesias y cementerios.
El pueblo se resistió a este decreto, lo ignoró y siguió construyendo sus cruces, consiguiendo, incluso, persuadir a funcionarios locales para que se pusieran de su parte.
Sin embargo, tras el levantamiento de 1863, se renovó la prohibición, y sólo se permitían las cruces en las tumbas.
En 1878, el zar Alejandro II levantó la prohibición, pero el funcionario del centro que envió la carta ordenó que no se hiciera pública. Así, la Colina de las Cruces, que nació como un signo de fe sincera, se convirtió en un signo de la fuerza y la resistencia de la fe, a pesar del sufrimiento y las pruebas.
A finales del siglo XIX, la Colina de las Cruces ya era bastante famosa, principalmente en el entorno local.
Esto se muestra en su aparición algunos mapas o, por ejemplo, en el artículo que, en 1888, el periódico lituano-estadounidense Lietuviškas balsas escribió sobre la Colina, titulado Sobre las pequeñas colinas de Lituania.
La devoción espontánea de los fieles fue apoyada y alentada por los sacerdotes de la zona, y también por los de parroquias más alejadas. En 1888 ya se había construido un Vía Crucis de 14 estaciones en la colina y hacia 1914 había 200 cruces y una capillita.
En 1918 Lituania declara su independencia. Durante el periodo de la independencia, se siguieron erigiendo cruces en la colina. La gente pudo reunirse para rezar, celebrar oficios religiosos, peregrinaciones y romerías sin ser molestados por nadie.
En estos años se recogen noticias de peregrinaciones de hasta 10.000 personas. El número de cruces en la colina seguía aumentando y en 1923 ya había unas cuatrocientas.
La época soviética
Con la ocupación soviética tras la II Guerra Mundial comienza una dura etapa en la vida de Lituania. Durante la época soviética, la Colina de las Cruces se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad religiosa muy conocido, incluso en el extranjero.
Cuanto más intentaba la potencia ocupante destruir la colina, incluso aplastarla, más florecía. Cuantos más esfuerzos se hacían para suprimir la erección de cruces, más cruces se levantaban.
Durante las difíciles décadas de la ocupación, el significado de la cruz como fuente de fuerza y esperanza fue particularmente evidente. La Colina de las Cruces fue apodada el “Gólgota lituano”.
Poco se sabe de la Colina de las Cruces durante la época de Stalin, cuando la represión y la persecución fueron especialmente brutales. Se cuenta que muchas cruces eran colocadas al anochecer por los familiares de los partisanos (luchadores por la independencia de Lituania) caídos.
Tras la muerte de Stalin, la persecución de los creyentes bajó en intensidad y las autoridades adoptaron un enfoque más relajado respecto a la erección de cruces. Sólo entre 1956 y 1959 se plantaron allí unas 1.000 cruces.
En 1959 comenzó de nuevo la persecución de los cristianos en Lituania manifestada en la supresión de todas las manifestaciones de la vida religiosa, el cierre de las iglesias y la destrucción de los lugares sagrados.
El Comité Central del Partido Comunista de Lituania promulgó la resolución “Sobre las medidas para detener las visitas masivas a los lugares sagrados”. A partir de esta resolución se pusieron en marcha una serie de medidas con la intención de destruir las cruces levantadas sobre la colina.
En 1961 la comisión investigadora estableció que la que la colina y el manantial adyacente suponían un grave riesgo de propagación de enfermedades infecciosas y que, en opinión de la Comisión, “la situación no podía tolerarse por más tiempo”.
El 5 de abril de 1961, con la ayuda de excavadoras y buldóceres de un koljós (granja colectiva) cercano, las cruces fueron arrasada de la colina por equipos de prisioneros y soldados por orden de las autoridades comunistas.
Las cruces de madera derribadas fueron cortadas y quemadas en hogueras; las de cemento y piedra, destrozadas o enterradas en agua; y las de hierro se llevaron como chatarra. Todas las cruces de la colina –2.179 cruces realizadas en diferentes materiales– fueron destruidas en un día. Aunque la colina quedó completamente devastada, la gente no tuvo miedo de colocar de nuevo cruces.
Las cruces volvían a la colina, sorteando la vigilancia de las fuerzas de la KGB. Se colocaron tantas cruces que, entre 1973 y 1985, las autoridades soviéticas tuvieron que volver a arrasar la colina en cuatro ocasiones. Hubo incluso planes de inundar la colina para acabar con el problema.
La Colina de las Cruces volvió a crecer en popularidad en Lituania en los años 80 y 90.
Muchos de los testimonios de fe ligados a este lugar fueron descritos en la Crónica de la Iglesia católica en Lituania, a través de la cual llegaron a Occidente, por lo que la lucha por la supervivencia de la Colina de las Cruces se hizo ampliamente conocida tanto en el extranjero como en toda Lituania.
San Juan Pablo II en la Colina de las Cruces
Poco después de la recuperación de la independencia en 1990, tuvo lugar el acontecimiento más importante en la historia de la Colina de las Cruces: la visita del Papa Juan Pablo II el 7 de septiembre de 1993.
El Santo Padre, junto con los obispos de Lituania, celebró la Misa en la capilla erigida en para esa ocasión y en presencia de una multitud de personas (aproximadamente 100.000).
En su homilía, el Papa san Juan Pablo II recordó a los lituanos que fueron enviados a prisión o a los campos de concentración, deportados a Siberia o condenados a muerte. Antes y después de la Misa subió a la colina para rezar en el impresionante bosque de cruces.
El Santo Padre se sintió especialmente conmovido por el hecho de que se erigiera una cruz tras el atentado de 1981 rezando por su salud. “Como esa cruz permanece aquí, así la oración del Papa permanece con ustedes. Vuestra oración por el Papa, que hoy ha experimentado una gran gracia al visitar este lugar santo, permanece con él”, dijo.
Hoy, un gran crucifijo enviado por el propio Juan Pablo II, se encuentra en el centro de la Colina de las Cruces y es el punto de comienzo y final de muchas peregrinaciones.
A su regreso de los países Bálticos, durante su visita al monasterio franciscano del Alverna, Juan Pablo II animó a los franciscanos a construir una ermita en la Colina de las Cruces. El monasterio, que se encuentra a sólo 300 metros de la colina, fue consagrado el 8 de julio de 2000.
En 1997 se creó la diócesis de Šiauliai y el 20 de julio del mismo año, por decisión del obispo, se recuperó la romería de la Colina de las Cruces, que se celebra el último domingo de julio. Desde entonces, cada año, muchas personas de toda Lituania, y de otros países, se reúnen para celebrar la romería, a la que suelen asistir el Nuncio Apostólico y todos los obispos lituanos.
Desde entonces, muchas personas cada año colocan sus cruces tanto a título personal como de grupos en conmemoración de distintos eventos.
Se colocan tanto pequeñas y simples cruces de madera, como grandes cruceros artísticos. En el año 2007 se contaron más de 200.000 cruces en la Colina. Un lugar que se ha convertido en un punto de interés de devoción y turismo para quienes visitan Lituania.