La Sala Stampa de la Santa Sede celebró el martes 24 de septiembre una rueda de prensa para hablar sobre la próxima Jornada Mundial de la Juventud que se celebrará en Seúl (Corea del Sur) en 2027.
En la rueda de prensa participaron el cardenal Kevin J. Farrell, prefecto del Dicasterio para los Lacios, Familia y Vida; el arzobispo de Seúl, monseñor Peter Soon-Taick Chung; monseñor Paul Kyung Sang Lee, obispo auxiliar de Seúl; y Gabriela Su-Ji Kim, una joven catequista coreana.
La vitalidad de los católicos en Corea
El primero en hablar fue el cardenal Farrell, quien destacó la elección de Seúl por parte del Papa Francisco como “un hermoso signo de la universalidad de la Iglesia y del sueño de unidad”. En este sentido, “cada Jornada Mundial de la Juventud es una valiosa oportunidad para que la Iglesia que la acoge celebre, junto con otras Iglesias, su propia cultura y fe”.
A pesar de que los católicos en Corea del Sur son una minoría, el cardenal aseguró que la comunidad creyente del país “está llena de vitalidad y de iniciativas de todo tipo, y se enriquece con el testimonio heroico de tantos mártires”.
Por ello, el prefecto expresó su deseo de que la Jornada Mundial de la Juventud de 2027 sea “una oportunidad para que todos los jóvenes redescubran la belleza de la vida cristiana y lleven a las circunstancias ordinarias de la vida diaria el deseo renovado de ser discípulos de Jesús y fieles a su Evangelio”. Algo que, indicó el cardenal Farrell sin ninguna duda, “tendrá grandes beneficios para la Iglesia en Corea, para el continente asiático y para la Iglesia a nivel global”.
Por otro lado, el cardenal destacó “la natural apertura de Asia a la coexistencia de las culturas, al diálogo y a la complementariedad”. Afirmó que esto “será de gran ayuda para los jóvenes peregrinos en su viaje para convertirse en los mensajeros de la paz del futuro”.
El lema de la Jornada Mundial de la Juventud 2027
A continuación, el prefecto hizo público el lema elegido por el Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Juventud en Seúl: “Tengan valor: yo he vencido al mundo”. La frase pretende llevar esperanza a todos los jóvenes, dando protagonismo al “testimonio y el valor que brotan de la victoria pascual de Jesús”.
Asimismo, el cardenal Farrell dijo que el “paso del relevo” de los símbolos de la Jornada Mundial de la Juventud “tendrá lugar el 24 de noviembre, solemnidad de Cristo Rey del Universo, durante la Santa Misa en la Basílica de San Pedro”.
El prefecto finalizó su intervención expresando su ilusión de “que muchos jóvenes, incluso los que nunca han participado en una JMJ, recorran en los próximos tres años un camino, sobre todo interior, para reunirse en Asia con el Sucesor de Pedro y dar juntos un valiente testimonio de Cristo”.
La evangelización de Seúl
Antes de la intervención del arzobispo de Seúl, un vídeo mostrado por la Sala Stampa recordó la evangelización de Corea del Sur, realizada principalmente por los laicos. Basándose en esto, monseñor Peter Soon-Taick Chung dijo que “la Iglesia católica coreana es testimonio de la fe voluntaria y dinámica de sus primeros fieles, que recibieron las semillas del Evangelio sin la ayuda de misioneros, guiados por el Espíritu Santo”.
El arzobispo recordó que “durante los periodos de persecución, los primeros fieles coreanos enviaron desesperadas cartas al Papa, solicitando fervientemente misioneros para preservar su fe y unirse a la Iglesia universal”. Ahora, siglos después, “el Papa ha aceptado una vez más la petición de nuestra Iglesia, invitando a jóvenes de todo el mundo a unirse a la peregrinación de la Jornada Mundial de la Juventud, participando en la JMJ Seúl 2027”.
Alegría de ser miembros de la Iglesia
Esta peregrinación, dijo monseñor Soon-Taick Chung, “será un viaje significativo en el que los jóvenes, unidos a Jesucristo, reflexionarán y debatirán sobre los desafíos actuales y las injusticias a las que se enfrentan”. Asimismo, “será una gran celebración que permitirá a todos experimentar la vibrante y enérgica cultura creada por los jóvenes coreanos” y una oportunidad para que los jóvenes del país que acoge a los peregrinos puedan “compartir las inquietudes y pasiones de sus coetáneos”.
El arzobispo finalizó su mensaje comprometiéndose “a que los jóvenes de todo el mundo experimenten la profunda alegría de ser miembros de la Iglesia” e invitando a todos a participar en la Jornada Mundial de la Juventud en Seúl.
Perdón y generosidad en la vida de los católicos de Seúl
Tras las palabras del arzobispo, intervino Paul Kyung Sang Lee. El obispo auxiliar de Seúl comenzó subrayando que “Corea se encuentra en un contexto único, diferente al de anteriores celebraciones de la Jornada Mundial de la Juventud, caracterizado por la coexistencia armoniosa de diferentes tradiciones religiosas”.
Debido a su historia, “la Iglesia católica coreana ha encarnado sistemáticamente las virtudes cristianas del ‘perdón’ y el ‘compartir’, promoviendo estos valores en la sociedad y coexistiendo pacíficamente con otras confesiones”.
Logo y preparativos
El obispo auxiliar de Seúl indicó que los preparativos de la Jornada Mundial de la Juventud han comenzado ya y mostró el logotipo del encuentro, “que recoge la visión y las aspiraciones de este acontecimiento que marcará una época”.
“En el centro del logotipo hay una cruz; los colores rojo y azul simbolizan la victoria triunfal de Cristo sobre el mundo. El elemento que está a la izquierda, orientado hacia arriba, indica a Dios en el Cielo, mientras que el elemento situado a la derecha, orientado hacia abajo, simboliza la Tierra, ilustrando el cumplimiento de la voluntad de Dios en la Tierra a través de su unidad”.
El logotipo se ha realizado siguiendo el estilo del arte tradicional coreano, por lo que “utiliza las singulares técnicas de pincelada de la pintura coreana e incorpora sutilmente caracteres hangul que representan ‘Seúl’”. Además, en la imagen se aprecian también las siglas en inglés de la Jornada Mundial de la Juventud: WYD.
En lo que respecta a los colores, Paul Kyung Sang Lee explicó que “el rojo de un lado de la cruz simboliza la sangre de los mártires, armonizando con el tema del coraje. El azul representa la vitalidad de los jóvenes y simboliza la llamada de Dios”. Al verlos unidos, los colores recuerdan a los de la bandera coreana. “Por último, el color amarillo que brilla detrás de la cruz representa a Cristo, que es la ‘luz del mundo’”.
Reavivar la fe de los jóvenes en Seúl
La última en hablar fue Gabriela Su-Ji Kim, una catequista coreana que participó en el Sínodo itinerante con jóvenes en Roma como delegada de su país en 2017. Gabriela se hizo eco de las consecuencias del COVID-19, que provocó que muchos jóvenes se alejaran de la fe y las comunidades se disolvieran por las medidas de seguridad impuestas.
La joven mostró entusiasmo porque, a pesar del “desafío de un rebaño disperso”, la JMJ en Seúl “será una oportunidad crucial para reavivar las llamas de la fe, no solo en Corea, sino también en todo el mundo”.
De este modo, concluyó Gabriela, “forjaremos un camino de unidad, esperanza, valor y pasión, acogiendo a personas de todos los ámbitos de la vida, no solo a creyentes católicos, para caminar juntos en armonía”.