Para entender el pontificado del Papa Francisco es imprescindible conocer las claves interpretativas principales.
En primer lugar, hemos de recordar que cuando el cardenal de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio llegó a la habitación que ocuparía durante el conclave encontró encima de su mesa un ejemplar de la primera edición en castellano de la obra de Walter Kasper, cardenal alemán y jesuita que se alojaba enfrente, sobre la misericordia de Dios.
El Papa de la Misericordia
Como es bien es sabido ese libro, reeditado muchas veces en estos años, resume muy bien el pontificado del Papa Francisco. En efecto, pasará a la historia como el Papa de la misericordia de Dios. De hecho, fue entronizado el 19 de marzo y enseguida comenzó la Semana Santa. Pero, el lunes de Pascua de 2013, en el rezo del “Regina coeli” el Papa anunciaría al mundo la ternura de Dios: la “tenerezza di Dio”, es decir, la dulzura de Dios y la fuerza de su misericordia
En efecto, entre los atributos de Dios se encuentran el don divino de la misericordia. Entitativamente, para los grandes teólogos de la historia, que se copiaban unos a otros impunemente sin citarse, el don de la misericordia era el último, tras la omnipotencia, la sabiduría, etc. Da igual, a nosotros el don o atributo divino que más nos interesa es el de la misericordia.
El primer año santo convocado por el santo Padre Francisco fue el año de la misericordia, un año santo extraordinario que comenzó el 8 de diciembre de 2015 y concluyó el 20 de noviembre de 2016, para celebrar el quincuagésimo aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II y remover a las almas de los cristianos a acudir al sacramento de la Penitencia: “Dios no se cansa de perdonar es el hombre el que se cansa de pedir perdón”.
El Jubileo de la Misericordia
La bula “Misericordiae vultus” del Papa Francisco fue promulgada el 11 de abril de 2015 y con ella se recordaba los principales argumentos que pacientemente había recogido el cardenal Kasper en su libro, pero asimilados y meditados por el santo Padre Francisco.
Desde entonces el Santo Padre Francisco ha marcado la manera de enfocar los graves problemas que aquejan a la humanidad: las guerras que han crecido y se han multiplicado en esos años, la emigración, la pobreza, la marginalidad, la esclavitud, las desigualdades económicas, la violencia de género, la pederastia y la pedofilia, la falta de sensibilidad ecológica, la ausencia de libertad y las flagrantes rupturas de los derechos humanos, las hambrunas, el terrorismo y tantas otras lacras que han sido tema de sus discursos en los grandes acontecimientos: los días de Navidad y año nuevo, siempre ha sido fiel en la plaza de san Pedro para otorgar la bendición “urbi et orbe” y a la vez denunciar esos terribles hechos.
La misericordia de Dios, será la clave del último año jubilar ordinario de 2025, “Spes non confundit” (Rom 5, 5), con el que el Santo Padre anima a todos los cristianos a acudir a Roma a lucrar la indulgencia o a los templos jubilares señalados por los obispos del mundo entero. La misericordia de Dios se fundamenta en la mirada de Jesucristo a cada hombre: “misereor super turbam”: se compadecía de ellos pues eran como ovejas que no tenían pastor” (Mt 15, 29).
El pontificado de un pastor
Inmediatamente, hemos de señalar que el pontificado del Santo Padre ha sido profundamente pastoral, tanto por la cercanía a las personas y a las iglesias particulares, como a países anteriormente nunca visitados y, sobre todo, cercanía de los problemas y dificultades en el gobierno de la Iglesia universal.
Por ejemplo, ha tomado el mando en primera persona de los protocolos de actuación de casos de abusos, e incluso ha reaccionado con tal contundencia y celeridad que parecía saltarse el principio de presunción de inocencia en aras a dar ejemplo al mundo entero de sensibilidad y de posicionarse inmediatamente al lado de las víctimas y de sus familias.
Indudablemente, Francisco pasará a la historia por su cercanía con las necesidades de los cristianos, incluso con llamadas telefónicas directas del Santo Padre al párroco argentino de Gaza desde el hospital Gemelli para trasmitirle el afecto del Papa por todos los palestinos católicos que sufren allí.
Asimismo, el santo Padre ha estado muy cerca de la juventud, en primer lugar, poniendo todo su afecto por los jóvenes, en segundo lugar, procurando los necesarios recambios generacionales para que tomaran el mando de la Iglesia y, en la medida de sus fuerzas, en los diversos cuadros de gobierno de la sociedad y, finalmente, promoviendo vocaciones para todas las instituciones de la Iglesia, especialmente de padres y madres de familia cristiana.
El discernimiento
También es profundamente pastoral que, como buen jesuita, haber aplicado el “don de discernimiento de espíritus», tanto a su vida personal como a las instituciones y diócesis, pues para sí y para todos ha deseado discernir en busca de dar mayor gloria a Dios.
Si vemos los diversos discursos que ha pronunciado y el modo de acometer los difíciles y espinosos problemas que ha acometido siempre ha sido desde el discernimiento y la prudencia del gobierno. Es más, no ha dudado en saltarse los mecanismos habituales de gobierno para poder acceder directamente al problema y atajarlo con celeridad. Como dice el adagio: “para solucionar un problema hay que salirse del problema”. Es pues muy pastoral y, también pastoral de urgencia, tantas comisiones “ad hoc” como ha organizado.
Indudablemente, hay mucho trabajo por hacer: la salvación de cuantas más almas mejor, por eso nadie podrá decir que el Santo Padre no ha puesto de su parte todo lo posible por introducir un gran dinamismo apostólico. De hecho, la habitual reforma de la curia que todos los Romanos Pontífices acometen en Francisco ha adoptado un claro matiz misionero, como se puede ver en “Praedicate Evangelium”.
No podemos terminar este rápido análisis sin mencionar su ilusión por una iglesia sinodal retomando el estilo del ejercicio del pontificado durante el primer milenio, bien consciente que la sinodalidad colaborará a la dimensión misionera de la Iglesia, la ecuménica y la pastoral.