La mañana del 31 de diciembre de 2022 quedó marcada en el calendario del mundo ante el anuncio, por parte de la Santa Sede de la muerte de Benedicto XVI a las 9:34 de esa misma mañana.
Días antes, el Papa Francisco había pedido a los fieles oraciones por la salud del Papa emérito “que estaba muy enfermo”. Ese mismo día, el pontífice acudía al monasterio Mater Ecclesiae, lugar de residencia de Benedicto XVI, a visitar a su antecesor.
El último día del año, el Papa emérito falleció en el Vaticano dando lugar a una cascada de informaciones sobre su vida, despedidas de personalidades cercanas o no y, por supuesto, la reacción cariñosa de la mayor parte de los fieles católicos.
Apenas se había publicado el testamento espiritual de Benedicto XVI, cuando ya, algunas personas, se acercaron al monasterio Mater Ecclesiae para presentar sus respetos y orar ante el difunto.
El Papa Francisco, por su parte, daba la bienvenida al nuevo año rogando a la Virgen María, el día de su solemnidad, por el alma de su predecesor.
La madrugada del 2 de enero el cuerpo de Benedicto XVI fue trasladado a la basílica de san Pedro, donde ha estado expuesto durante cinco días para que, quienes así lo deseen, pudieran acercarse a despedir al Papa sabio cuyo pensamiento espiritual y académico ha dejado una huella indeleble en la Teología del siglo XX.
«El teólogo más grande que se ha sentado en la cátedra de Pedro”
En esta línea una de las personas que mejor conoció a Benedicto XVI es su biógrafo, Peter Seewald, quien, en una entrevista reciente con Thomas Kycia, de OSV News, califica a Joseph Ratzinger como “una cabeza muy inteligente, que no se pone en primer plano, sino que, desde el conocimiento de la Iglesia, desde los testigos del Evangelio, desde la tradición del catolicismo y desde su propia fuerza de pensamiento e inspiración, puede decirte algo que transforma a una persona de nuestro tiempo, a una persona moderna”.
En esa misma entrevista recuerda que el Papa Francisco afirma que la enseñanza de Benedicto XVI es indispensable para el futuro de la Iglesia y que se mostrará cada vez más grande y poderosa con el tiempo. Seewald apunta que el Papa emérito ha sido “sin duda, el teólogo más grande que se ha sentado en la cátedra de Pedro”.
La intensa semana vivida, no sólo en el Vaticano, sino en el mundo entero, se cierra con el funeral que preside el Papa Francisco y en el que participan representantes de diversas confesiones religiosas, personalidades de la esfera civil, cultural y política.
A pesar de todo, el funeral de Joseph Ratzinger nada tiene que ver con los de sus predecesores. En este caso, sólo cuenta con dos delegaciones oficiales correspondientes a las naciones de Alemania, tierra natal del pontífice, e Italia.
Un funeral sencillo, como pidió el propio Benedicto XVI, que descansará en el sepulcro de las grutas vaticanas que ocupara su predecesor, san Juan Pablo II, antes de ser trasladado a la basílica de san Pedro tras su canonización.