«La primera misión de nosotros, los católicos chinos, es mostrar la misericordia y el amor de Dios a todo el pueblo chino. Nos preocupan mucho las necesidades de la sociedad, especialmente las de los pobres y los que sufren, y tratamos de ayudarles de todas las formas posibles». Así se expresaba el obispo de Jining/Wumeng, en la región autónoma china de Mongolia Interior, Antonio Yao, entrevistado por la agencia misionera Fides.
Nacido en Ulanqab en 1965, Antonio Yao fue ordenado sacerdote en 1991, tras estudiar en el Seminario Nacional de Pekín, donde también fue director espiritual. Estudió en Estados Unidos y se especializó en estudios bíblicos en Jerusalén. Recibió la ordenación episcopal de manos del obispo Paul Meng Qinglu, de Hohhot (Mongolia Interior), el 26 de agosto de 2019. La diócesis que administra cuenta actualmente con unos 70.000 fieles, con 30 sacerdotes y 12 monjas.
Mons. Yao, además de ser el primer obispo ordenado tras el Acuerdo Provisional firmado por la Santa Sede y China sobre el nombramiento de obispos chinos en septiembre de 2018, fue también uno de los dos «representantes» de China continental que participaron en la primera sesión del Sínodo de los Obispos el pasado mes de octubre; el otro padre sinodal fue mons. Joseph Yang Yongqiang, obispo de Zhoucun.
Participación en el Sínodo
A propósito del Sínodo de octubre, el prelado dijo sentirse honrado por la oportunidad de asistir a la reunión en representación de la Iglesia en China, agradeciendo al Papa Francisco la invitación y afirmando que había «acudido al Sínodo con muchas expectativas».
El encuentro con tantos obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas, laicos y laicas de todo el mundo fue para los dos obispos chinos una gran ocasión de acercamiento: «Todos eran amables y alegres. Nos acogieron y nos mostraron su consideración. Todos mostraron interés por el desarrollo de la Iglesia en China, deseosos de saber más y de rezar por nosotros».
La misión de los católicos chinos
A la pregunta de cuál considera que es la misión más importante a la que se enfrentan hoy los católicos del país asiático, Yao responde sin rodeos: «Mostrar la misericordia y el amor de Dios a todos los demás chinos». Esto se hace concretamente atendiendo a las necesidades de la sociedad, «especialmente las de los pobres y los que sufren, e intentamos ayudarles de todas las formas posibles».
El Acuerdo China-Santa Sede
Respecto al Acuerdo Provisional entre China y la Santa Sede, a menudo en el centro de la polémica mediática sobre todo en el mundo occidental, mons. Yao confirma a la Agencia Fides que la opinión predominante de los católicos chinos es que se trata de un instrumento «muy significativo e importante». En particular, el Acuerdo puede ser un medio para favorecer «la promoción de la integración y la unidad entre la Iglesia en China y la Iglesia universal», además de facilitar el trabajo pastoral y la evangelización en todo el país y mejorar las relaciones entre China y la Santa Sede.
La vocación sacerdotal
Nacido en el seno de una familia católica, mons. Yao dijo que empezó a «caminar en la fe» gracias a sus padres y abuelos, que eran «muy devotos y fieles». En cuanto a su vocación sacerdotal, cree que fue fundamental el testimonio de «un anciano sacerdote que descansa en paz desde hace muchos años»: «Sus virtudes y su abnegada dedicación a la Iglesia me inspiraron». En cualquier caso, fue necesario el apoyo y el aliento de la familia, que «fortaleció aún más mi voluntad y determinación de emprender el camino del sacerdocio».