Tras la oración mariana del Ángelus, en la fiesta de la Sagrada Familia que la Iglesia celebra este domingo, y ante personas de numerosos países en la Plaza de Pedro, como polacos, brasileños o colombianos, el Papa Francisco ha alentado a las familias a escucharse y comprenderse. “Cada día, en la familia, hay que aprender a escucharnos y comprendernos, a caminar juntos, a afrontar los conflictos y las dificultades”, manifestó. “Es el reto diario, y se gana con la actitud adecuada, con pequeñas atenciones, con gestos sencillos, cuidando los detalles de nuestras relaciones”.
Para conseguir esto, el Santo Padre invitó a fijarnos en la Virgen María, “que en el Evangelio de hoy dice a Jesús: ‘Tu padre y yo te buscábamos’. Tu padre y yo; no yo y tu padre: ¡antes del ‘yo’ está el ‘tú’! Para preservar la armonía en la familia, hay que luchar contra la dictadura del ‘yo’”.
En este sentido, el Papa afirmó que “es peligroso cuando, en lugar de escucharnos, nos culpamos de nuestros errores; cuando, en lugar de preocuparnos por los demás, nos centramos en nuestras propias necesidades; cuando, en lugar de hablar, nos aislamos con nuestros teléfonos móviles; cuando nos acusamos unos a otros, repitiendo siempre las mismas frases, escenificando una obra de teatro ya vista en la que cada uno quiere tener razón y al final hay un frío silencio”.
Romper silencios y egoísmos
Como ha hecho en diversas ocasiones y países, Francisco añadió la conveniencia de hacer las paces por la noche. “Repito un consejo: por la noche, después de todo, hagan las paces. Nunca vayan a dormir sin haber hecho las paces, porque si no al día siguiente habrá una ‘guerra fría’. ¡Cuántas veces, por desgracia, nacen conflictos dentro de las paredes del hogar como resultado de silencios demasiado largos y egoísmos no curados! A veces incluso se llega a la violencia física y moral. Esto rompe la armonía y mata a la familia”.
El Papa reveló asimismo una “verdadera preocupación” sobre el “invierno demográfico”, “al menos aquí en Italia”, señaló. “Parece que muchos han perdido la aspiración de seguir adelante con los hijos, y muchas parejas prefieren quedarse sin o con un solo hijo. Piénsenlo, es una tragedia”.
“Hace unos minutos he visto en el programa ‘A su imagen’ cómo hablaban de este grave problema, el invierno demográfico”, añadió el Santo Padre. “Hagamos todos lo que podamos para recuperar la conciencia, para superar este invierno demográfico que va en contra de nuestras familias, nuestra patria e incluso nuestro futuro”.
“Proteger nuestras raíces”
Al principio, al hilo de Evangelio propuesto por la liturgia del día, el Pontífice afirmó que se “nos recuerda que Jesús es también hijo de una historia familiar”, tal como “lo vemos viajar a Jerusalén con María y José para la Pascua”; y “luego hace preocupar a su madre y a su padre, que no lo encuentran”; mientras “una vez encontrado, vuelve a casa con ellos”.
De ahí la afirmación del Papa: “Es hermoso ver a Jesús insertado en la red de afectos familiares, naciendo y creciendo en el abrazo y la preocupación de los suyos. Esto es importante también para nosotros: venimos de una historia entretejida de lazos de amor y la persona que somos hoy nace no tanto de los bienes materiales que hemos disfrutado, sino del amor que hemos recibido”
Luego, Francisco señaló que “puede que no hayamos nacido en una familia excepcional y sin problemas”, a pesar de los cual “es nuestra historia” y “son nuestras raíces”, y exclamó: “¡Si las cortamos, la vida se seca!”, puesto que “Dios no nos creó para ser conductores solitarios, sino para caminar juntos. Démosle las gracias y recemos por nuestras familias. Dios piensa en nosotros y quiere que estemos juntos: agradecidos, unidos, capaces de proteger nuestras raíces”
“Cerca de cada persona, de cada matrimonio”
La Santa Sede hizo pública esta mañana una Carta fechada el 26 de diciembre, que el Santo Padre ha dirigido a los matrimonios de todo el mundo con motivo del Año ‘Familia Amoris laetitia’, en la que les anima a seguir caminando con la fuerza de la fe cristiana y la ayuda de San José y de Nuestra Señora, informa la agencia oficial vaticana.
En la carta, firmada en san Juan de Letrán, el Papa traslada un mensaje de cercanía y esperanza a esposas y esposos, al señalar que “siempre he tenido presente a las familias en mis oraciones, pero más aún durante la pandemia, que ha probado duramente a todos, especialmente a los más vulnerables. El momento que estamos pasando me lleva a acercarme con humildad, cariño y acogida a cada persona, a cada matrimonio y a cada familia en las situaciones que están experimentando”.
A continuación, el Santo Padre subraya que este contexto particular “invita a hacer vida las palabras con las que el Señor llama a Abrahán a salir de su patria y de la casa de su padre hacia una tierra desconocida que Él mismo le mostrará”, Francisco afirma que todos “hemos vivido más que nunca la incertidumbre, la soledad, la pérdida de seres queridos y nos hemos visto impulsados a salir de nuestras seguridades, de nuestros espacios de control, de nuestras propias maneras de hacer las cosas, de nuestras apetencias, para atender no sólo al bien de la propia familia, sino además al de la sociedad, que también depende de nuestros comportamientos personales”.
“¡No están solos!”
Enseguid, Francisco lanza un mensaje de acompañamiento, al recordar que no están solos, “ya que Dios está en nosotros, con nosotros y entre nosotros: en la familia, en el barrio, en el lugar de trabajo o estudio, en la ciudad que habitamos”. Y efectúa un paralelismo con la vida de Abrahán, puesto que también los esposos salen de su tierra tal como lo implica el mismo noviazgo que conduce al matrimonio y a las distintas situaciones de la vida. “Dios los acompaña, los ama incondicionalmente. ¡No están solos!”.
Además, dirigiéndose a los esposos y especialmente a los jóvenes, el Papa escribe que sus hijos “los observan con atención” y buscan en ellos “el testimonio de un amor fuerte y confiable”. “Los hijos son un regalo, siempre, cambian la historia de cada familia. Están sedientos de amor, de reconocimiento, de estima y de confianza. La paternidad y la maternidad los llaman a ser generativos para dar a sus hijos el gozo de descubrirse hijos de Dios, hijos de un Padre que ya desde el primer instante los ha amado tiernamente y los lleva de la mano cada día”.
“Vocación al matrimonio, una llamada”
En un momento de la Carta, el Papa anima a recordar que “la vocación al matrimonio es una llamada a conducir un barco incierto, pero seguro por la realidad del sacramento, en un mar a veces agitado”, de manera que comprende si a veces, como los apóstoles, sienten ganas de gritar: “¡Maestro! ¿No te importa que perezcamos?”.
Sin embargo, “no olvidemos que a través del sacramento del matrimonio, Jesús está presente en esa barca. Él se preocupa por ustedes, permanece con ustedes en todo momento en el vaivén de la barca agitada por el mar”, subraya el Papa.
El Santo Padre manifiesta la importancia de “que juntos mantengan la mirada fija en Jesús”, puesto que “sólo así encontrarán la paz, superarán los conflictos y encontrarán soluciones a muchos de sus problemas”. “Nuestro amor humano es débil, necesita de la fuerza del amor fiel de Jesús. Con Él pueden de veras construir la ‘casa sobre la roca’”.
“Permiso, gracias, perdón”
Como ha hecho en otras circunstancias, Francisco vuelve a pedir a las familias que guarden en su corazón el consejo a los novios que expresó con estas tres palabras: “permiso, gracias, perdón”. Y les anima a no avergonzarse “de arrodillarse juntos ante Jesús en la Eucaristía para encontrar momentos de paz y una mirada mutua hecha de ternura y bondad. O de tomar la mano del otro, cuando esté un poco enojado, para arrancarle una sonrisa cómplice”.
Sin olvidar que “para algunos matrimonios la convivencia a la que se han visto forzados durante la cuarentena ha sido especialmente difícil”, el Papa manifiesta que “los problemas que ya existían se agravaron, generando conflictos que muchas veces se han vuelto casi insoportables”, por lo que les expresa su cercanía y afecto.
El Santo Padre se refiere también al dolor de la ruptura de una relación conyugal y a la falta de entendimiento. Francisco les pide que “no dejen de buscar ayuda para que los conflictos puedan superarse de alguna manera y no causen aún más dolor entre ustedes y sus hijos. El Señor Jesús, en su misericordia infinita, les inspirará el modo de seguir adelante en medio de tantas dificultades y aflicciones. No dejen de invocarlo y de buscar en Él un refugio, una luz para el camino, y en la comunidad eclesial una “casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas” (Evangelii gaudium , 47).
El Papa recuerda además que “el perdón sana toda herida” y que “perdonarse mutuamente es el resultado de una decisión interior que madura en la oración”.
Educación en la familia, pastoral familiar
Antes de dirigirse a los jóvenes y a los abuelos, el Santo Padre asegura que “educar a los hijos no es nada fácil. Pero no olvidemos que ellos también nos educan. El primer ámbito de la educación sigue siendo la familia, en los pequeños gestos que son más elocuentes que las palabras”.
“Por otra parte, y como ya he señalado, la conciencia de la identidad y la misión de los laicos en la Iglesia y en la sociedad ha aumentado. Ustedes tienen la misión de transformar la sociedad con su presencia en el mundo del trabajo y hacer que se tengan en cuenta las necesidades de las familias. También los matrimonios deben ‘primerear’ dentro de la comunidad parroquial y diocesana con sus iniciativas y su creatividad, buscando la complementariedad de los carismas y vocaciones como expresión de la comunión eclesial; en particular, los ‘cónyuges junto a los pastores, para caminar con otras familias, para anunciar que, también en las dificultades, Cristo se hace presente”.
“Por tanto, los exhorto, queridos esposos, a participar en la Iglesia, especialmente en la pastoral familiar. Porque ‘la corresponsabilidad en la misión llama […] a los matrimonios y a los ordenados ministros, especialmente a los obispos, a cooperar de manera fecunda en el cuidado y la custodia de las Iglesias domésticas’. Recuerden que la familia es la ‘célula básica de la sociedad’ (Evangelii gaudium , 66)”.
Jóvenes, novios, abuelos…
El Pontífice se dirige a los jóvenes que se preparan al matrimonio, para decirles que “si antes de la pandemia para los novios era difícil proyectar un futuro cuando era arduo encontrar un trabajo estable, ahora aumenta aún más la situación de incertidumbre laboral”. En este contexto, añade: “Invito a los novios a no desanimarse, a tener la ‘valentía creativa’ que tuvo san José, cuya memoria he querido honrar en este Año dedicado a él. Así también ustedes, cuando se trate de afrontar el camino del matrimonio, aun teniendo pocos medios, confíen siempre en la Providencia, ya que ‘a veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener’”
Antes de despedirse, Francisco envía un saludo especial a los abuelos y a las abuelas “que durante el tiempo de aislamiento se vieron privados de ver y estar con sus nietos, a las personas mayores que sufrieron de manera aún más radical la soledad”. Y no duda en reafirmar un concepto expresado en diversas ocasiones: “La familia no puede prescindir de los abuelos, ellos son la memoria viviente de la humanidad, ‘esta memoria puede ayudar a construir un mundo más humano, más acogedor’”
Vivir con gozo la vocación
Con el deseo de que “San José inspire en todas las familias la valentía creativa, tan necesaria en este cambio de época que estamos viviendo”, y que “Nuestra Señora acompañe en sus matrimonios la gestación de la ‘cultura del encuentro’, tan urgente para superar las adversidades y oposiciones que oscurecen nuestro tiempo”, el Papa Francisco alienta también a vivir con gozo la vocación. “Los numerosos desafíos no pueden robar el gozo de quienes saben que están caminando con el Señor. Vivan intensamente su vocación. No dejen que un semblante triste transforme sus rostros”.
El Papa se despide con cariño “animándolos a seguir viviendo la misión que Jesús” les ha encomendado, perseverando en la oración”, y les pide que “por favor, no se olviden de rezar” por él, tal como él mismo hace “todos los días” por los esposos y sus familias.