El cardenal José Tolentino Mendonça es prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación. Además de poeta y ensayista, es especialista en Estudios Bíblicos. Su labor intelectual se centra esencialmente en la relación entre el cristianismo y la cultura.
Desde la organización de la JMJ, promueven que el cardenal Mendonça entable conversaciones con jóvenes de distintas nacionalidades para tratar diversos temas. El primer vídeo de estos diálogos ya está disponible.
El tiempo de espera
Los primeros jóvenes que se han encontrado con el cardenal son Sara y David, del comité organizador local y del comité organizador diocesano respectivamente. Durante la conversación, el cardenal ha hablado sobre cómo deben vivir los jóvenes la Navidad: “La Navidad nos pide un progresivo camino interior, de escucha, de atención, disponibilidad para encontrarnos con nosotros mismos y disponibilidad para el encuentro con la Palabra de Dios”.
Mendonça habló de la importancia de la espera. “¿Quién espera? El que sabe que le falta algo. Todos tenemos que sentir que estamos incompletos, que nuestra vida no es autosuficiente, por eso nos paramos y esperamos”. El tiempo de Adviento es el que “nos prepara para la espera, que también es una forma de esperanza”.
Los cristianos, nos dice el cardenal, “no esperamos cosas inmediatas. Esperamos al Príncipe de la Paz. Esperamos al Señor de nuestra vida, al Señor de la historia, que da sentido a lo que somos y a lo que construimos”.
A la espera del Adviento se une, este año, la anticipación por la JMJ 2023 en Lisboa. En esta espera que precede al encuentro entre el Papa y los jóvenes, dice Mendonça, “ya estamos felices, porque el corazón está ya proyectado en este gran momento que se vive en el corazón y marcará a todos los participantes”. Esto debe llenarnos de ilusión porque “es muy hermoso pensar en una comunidad global que nos saca de la soledad y nos da la alegría de estar unos con otros para confirmar nuestra esperanza”.
La JMJ y su eficacia transformadora
Es fácil preguntarse cómo pueden cambiar los corazones en unos pocos días. El cardenal cree que la JMJ puede ser más que un evento puntual si “en la preparación nos invertimos seriamente y aprovechamos este tiempo como un momento para el crecimiento, el descubrimiento y la profundización en la fe”. También podemos aprovechar para unirnos más a la Iglesia y tomar conciencia de que “somos Iglesia”.
Citando al Papa, Mendonça considera que “los jóvenes deben ser los nuevos poetas de la historia. Si en este tiempo nos descubrimos protagonistas de la historia, si caemos en la cuenta de que somo sel rostro de Cristo, el encuentro con el Santo Padre no será el punto de llegada sino un punto de partida gigante que nos puede proyectar en muchas dinámicas creativas que, sin duda, marcarán el comienzo de una nueva era”.
El encuentro con Cristo
La JMJ implica un encuentro con Cristo porque “para la Iglesia las grandes reuniones son encuentros con Él. Eso es lo que marca la diferencia para nosotros, porque a través de la fe miramos a la vida y al mundo con otros ojos”.
“Cuando miramos en lo profundo” dice el cardenal, “vemos que es Jesús el protagonista de la historia y nos da audacia y coraje. Cristo es el trampolín de nuestros sueños, llena nuestros corazones de deseos”.
Este arrojo de los jóvenes tiene que llevar a que no sean repetidores, sino que se dediquen a recrear, soñando con “un mundo de amor que no es imposible. Lo que escuchamos a Jesús en el Evangelio es posible, empezando por la vida de cada uno”.
La clave de esto, dice Mendonça sin ponerlo en duda, “es Cristo y, por eso, es tan importante que en este tiempo de preparación, el descubrimiento de Cristo y de su Palabra sea el centro de todo”. Esto implica que “antes de reservar un viaje a Lisboa tenemos que aceptar que en nuestra vida venga con nosotros ese acompañante de Emaús, ese acompañante de viaje que es Jesús”.
Santa María y los jóvenes
“María es nuestra maestra, en el sentido de que nos enseña el arte de esperar”. Santa María deja “una huella en nuestro corazón”. Los jóvenes pueden fijarse en tres actitudes fundamentales que nos enseña la Madre de Dios.
“La primera es la escucha que ella hace del plan de Dios”. María le entrega a Dios su atención, “abre su corazón a este encuentro con el Señor”. Del mismo modo, los jóvenes tienen que escuchar lo que Dios les dice “porque Él tiene un plan en el que tú eres el protagonista”.
En segundo lugar, encontramos “la capacidad de María para decir que sí, para comprometerse”. Nuestra Madre “nos da fuerza para enamorarnos”. Ella nos recuerda que “la vida es un desperdicio si vivimos a medio gas”.
Por último, podemos aprender mucho sobre “el temperamento de María”. Su forma de andar, de escuchar, su prisa… “Ella se sumerge en su historia” y esto es un signo del “joven corazón de María”. La Madre de Dios, con su actitud, “empuja la historia hacia adelante. Ella va rápido porque su corazón está lleno de amor”.
Jóvenes amados por Cristo
“Cuando tenemos algo grande en el corazón, no podemos contenernos, reventamos si no contamos lo que llevamos dentro”. Dice el cardenal que esto es lo que debe compartir con alegría cada joven al darse cuenta de que Cristo le ama: “Cristo está en mi vida, el Evangelio está vivo en mí”.
Este convencimiento hace de todos jóvenes misioneros y “Lisboa es el lugar para que estemos todos juntos diciendo: queremos, soñamos, estamos aquí, tenemos esta noticia para anunciar al mundo”. Así, el viaje a Lisboa será una “explosión de esperanza que tanto necesita el mundo”.