Traducción del artículo al italiano
Se celebra en el Vaticano el encuentro anual de moderadores de asociaciones de fieles, movimientos eclesiales y nuevas comunidades, en el que se reflexionará sobre el trabajo como lugar de santificación y testimonio civil para todo bautizado. Por su parte, la Universidad Pontificia de la Santa Cruz ha acogido una Jornada de Estudio dedicada también a los movimientos, desde una perspectiva teológica, reflexionando sobre aspectos del carisma, el bautismo y la misión.
Para la ocasión, Omnes ha entrevistado al Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, el cardenal Kevin Farrell, responsable de los movimientos y nuevas comunidades.
Eminencia, ¿por qué son importantes los movimientos y las nuevas comunidades en la Iglesia?
–Los movimientos en la Iglesia, los grupos de laicos y las nuevas comunidades son tan importantes en el mundo en el que vivimos y en la cultura secular que nos caracteriza porque aportan una energía, una gracia, un espíritu a través del cual pueden comunicar más fácilmente la Palabra de Dios a nuestros contemporáneos. En esencia, los movimientos nacieron para captar y llevar el mensaje del Evangelio a todas las personas, pero no sólo con palabras, sino a través del testimonio de vida en el trabajo y en la vida cotidiana. Esta es la esencia de los movimientos.
¿Qué perspectivas deben tener estos grupos a la luz de la Nueva Evangelización?
–Es esencial que toda la Iglesia se dé cuenta de la importancia de los movimientos para el mundo actual. Vivimos en una realidad en la que estos grupos llevan prácticamente la carga de la evangelización. Son parte integrante de la Iglesia y tienen la tarea de vivir plenamente su misión, que es la misión de la propia Iglesia.
¿Cuál es el denominador común que hace de estos Movimientos un fruto unificado de la evangelización?
–Estas realidades deben colaborar y trabajar juntas en las diócesis para la predicación, para la Nueva Evangelización… No hay ningún movimiento que sea mejor que otro. Siempre es el Espíritu Santo quien ha inspirado el carisma en los fundadores y moderadores, pero luego el grueso del testimonio proviene de todos los demás adherentes, porque el fundador fue una persona concreta que recibió el don, pero el movimiento es mucho más grande que la organización central.