Vaticano

Caminos sinodales, los nuevos procesos

En los últimos años se está hablando mucho de este proceso que no tiene una configuración normativa, sino que surge de la viveza -o de los problemas- de un determinado territorio nacional, por iniciativa de los obispos de esas tierras.

Giovanni Tridente·10 de junio de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos
asamblea de obispos italianos

Foto: ©2021 Catholic News Service / U.S. Conference of Catholic Bishops.

Hay una efervescencia en la Iglesia en torno a un tema que muy a menudo entusiasma más a los «iniciados» y a los protagonistas que a todo el pueblo fiel. Y, sin embargo, es un proceso, si queremos llamarlo institucional, al final del cual surgen opiniones sobre cuestiones relativas a la vida de la Iglesia en general y al estado de la evangelización en particular.

Hablamos, por si no se hubiera entendido, de esas Asambleas que generalmente reciben el nombre de Sínodo, que se realizan en varias etapas y con diferentes cadencias, tanto en la Iglesia universal como en las Iglesias particulares.

Están los Sínodos…

Los más conocidos son los Sínodos de Obispos convocados generalmente cada dos, tres años por el Papa para reflexionar sobre asuntos de interés general en la Iglesia (sacerdocio, catequesis, vocación de los laicos, etc.), urgentes o no, pero también sobre aspectos particulares que conciernen, por ejemplo, a una zona geográfica o a un territorio. El último, por ejemplo, fue sobre la Amazonia, que generó la Exhortación Apostólica Querida Amazonia del Papa Francisco.

El Código de Derecho Canónico solo atribuye el nombre de Sínodo a otro tipo de asamblea, que es la de los sacerdotes y otros fieles de una diócesis que se reúnen para ayudar al obispo -y a su convocatoria- en las cuestiones que afectan a esa Iglesia particular. No es casualidad que se le denomine «Sínodo Diocesano».

… y luego los Caminos Sinodales

En los últimos años y meses se ha hablado mucho de otro proceso que no tiene una configuración normativa, sino que surge de la viveza -o de los problemas- de un determinado territorio nacional, por iniciativa de los obispos de esas tierras. Pensemos, por ejemplo, en el «camino sinodal» -como vemos, un nombre diferente que no configura la institución del Sínodo propiamente dicho- que se está dando en Alemania, y que está generando un debate muy fuerte en la Iglesia en general.

No es el caso de entrar en las especificidades de este camino local, y de las cuestiones que se están abordando también con no pocas polémicas. Basta recordar lo que el propio Papa Francisco escribió hace exactamente dos años, el 29 de junio de 2019, en una Carta al pueblo de Dios que peregrina en Alemania.

Cuidado con las tentaciones

En esa ocasión, el Pontífice invitó a tener cuidado con las posibles tentaciones que se pueden colar en el camino sinodal, entre ellas la de «pensar que, frente a tantos problemas y carencias, la mejor respuesta sería reorganizar las cosas, hacer cambios y especialmente remiendos’ que permitan poner en orden y en sintonía la vida de la Iglesia adaptándola a la lógica presente o la de un grupo particular».

El riesgo, en cambio, sería el de encontrarse con «un buen cuerpo eclesial bien organizado y hasta ‘modernizado’ pero sin alma y novedad evangélica; viviríamos un cristianismo ‘gaseoso’ sin mordedura evangélica».

Un camino hacia el Jubileo de 2025

En Italia se está buscando un camino similar, aunque las necesidades y los problemas sean diferentes a los de Alemania. Aquí, por ejemplo, no hay un excesivo alejamiento de los fieles de la práctica religiosa, sino más bien una cierta quietud y un asentamiento que también lleva a una pérdida de entusiasmo.

En varias ocasiones, reuniéndose con los obispos de la Conferencia Episcopal Italiana, el Papa Francisco había urgido este camino sinodal, que retomara las raíces históricas y culturales del país y reavivara en el pueblo la llama alegre de una fe vivida al servicio del bien común, como lo fue para tantas figuras carismáticas en décadas pasadas. Sacerdotes, laicos comprometidos y políticos…

Después de varias resistencias, durante la última Asamblea General de los Obispos italianos, abierta también por la presencia del Santo Padre como en años anteriores, se firmó una «carta de intenciones» sobre este camino sinodal que debería implicar a todas las diócesis nacionales para los próximos 4 años, hasta el Jubileo de 2025.

Una primera etapa se referirá, en 2022, a la implicación del pueblo de Dios con momentos de escucha, de investigación y de propuesta en las diócesis, en las parroquias y en las realidades eclesiales, «de abajo arriba», como lo ha definido el Pontífice. Luego será el turno, en 2023, de la etapa «de la periferia al centro», en la que se dialogará con todas las expresiones del catolicismo italiano. En 2024 habrá una síntesis del camino recorrido y la entrega de directrices pastorales compartidas, «de arriba a abajo». El Jubileo debe ser la ocasión para una verificación general del proceso realizado.

Un tiempo de renacimiento

Los obispos italianos quieren prever un tiempo de renacimiento que pase por la recuperación de la lectura de las Palabras, del aspecto escatológico de la fe cristiana, de la catequesis vivida como camino de formación permanente, de un redescubrimiento del valor de la familia, de la solidaridad, de la caridad y del compromiso civil.

Será necesaria la participación general, pero el viaje acaba de empezar. Y muchas de las perspectivas seguramente surgirán mientras «caminamos».

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