La primera peregrinación que se conoce a Santiago de Compostela desde un territorio alemán procede de la segunda mitad del siglo XI: según una fuente documental, el conde Eberhard VI de Nellenburg —al norte del Lago de Constanza— peregrinó a Santiago con su esposa Ita en 1070, después de su segunda peregrinación a Roma. A la vuelta de Santiago, Eberhard VI “el Beato” ingresó como hermano lego en el monasterio de Todos los Santos, que él mismo había fundado, mientras que Ita se retiraba con un grupo de mujeres piadosas a Schaffhausen.
Durante la Edad Media los peregrinos centroeuropeos, para dirigirse a la frontera hispano-francesa, empleaban los caminos comerciales y militares; en particular destacan diversas “Via Regia” (Camino Real), cuyos orígenes se remontan a los siglos VIII y IX y que cruzaban todo el Sacro Imperio Romano-Germánico. Con la Reforma protestante decayó la peregrinación, sobre todo en el norte de Alemania.
Tras la revitalización del Camino de Santiago a partir de la década de 1980, también en Alemania se comenzaron a señalizar diversos caminos —en la actualidad, son unos 30 en total— con la particularidad de que fue precisamente un pastor protestante, Paul Geissendörfer, quien en 1992 marcó un camino de Santiago que iba de Núremberg a Rothenburg ob der Tauber, y que sería el núcleo del “Camino de Santiago de Franconia” (1995). Los últimos en añadirse han sido, en 2005, los “Caminos de los peregrinos de Santiago en el norte de Alemania”, con dos ramas, la Via Baltica y la Via Jutlandica, que responde a una cooperación germano-danesa.
A la difusión del Camino de Santiago en Alemania contribuyó enormemente el relato autobiográfico del conocido comediante Hape (Hans-Peter) Kerkeling, publicado en 2006, denominado Ich bin dann mal weg – Meine Reise auf dem Jakobsweg (Me piro: mi viaje por el Camino de Santiago); con una tirada de más de siete millones de ejemplares lideró durante 103 semanas (de 2006 a 2008) la más prestigiosa lista alemana de bestsellers, la del semanario Der Spiegel; además, se hizo una versión cinematográfica en 2015. Kerkeling se propone profundizar en la búsqueda del sentido de la vida, pero para ello evita a los peregrinos cristianos “clásicos” (“Terminarán el viaje siendo iguales a como comenzaron”) y busca a los “raros y exóticos”. El éxito de este libro evidencia que la mayoría de los alemanes no recorren el Camino motivados por hacer una peregrinación tradicional. Con todo contribuyó a que, en 2007, el número de alemanes que hicieron el Camino aumentara en un 74 por ciento.
Por otro lado, la inmensa popularidad de que goza el Camino, con independencia de la confesión religiosa, se refleja en su difusión precisamente en regiones tradicionalmente protestantes; así, por ejemplo, en 2011 se fundó la Sociedad de Santiago de Brandenburgo-Región del Oder, que se ocupa -según su propia página web- de “los intereses de los caminos y peregrinos de Santiago en Berlín, Brandenburgo y regiones limítrofes”. Y añade: “la variopinta composición de sus miembros refleja lo que fue ocasión para su fundación y los fines de la asociación: el interés y el gozo de dirigirse por los caminos a Santiago de Compostela”. Como otras asociaciones regionales, concretamente buscan señalizar los recorridos, colocar paneles informativos y conectarlos con la red europea del Camino “para contribuir a la cooperación europea y al entendimiento internacional”.