La primera ciudadana estadounidense canonizada ya tiene una película. Bajo la dirección de Alejandro Monteverde (“Sound of Freedom”, “Bella” o “Little Boy”) llega a las pantallas la biografía de la santa italiana Francisca Javier Cabrini.
La madre Cabrini fundó, junto a otras seis compañeras, la orden de las Misioneras del Sagrado Corazón de Jesús. Siendo superiora, quiso llevar la misión a Oriente, para cuidar de los niños necesitados allí. Sin embargo, a instancias del Papa León XIII, acabó viajando a Estados Unidos, concretamente a Nueva York, para comenzar allí un trabajo social con los niños huérfanos del “Five Points”.
Tras muchos obstáculos y un duro proceso de adaptación a la vida norteamericana, tan hostil para los inmigrantes italianos, madre Cabrini consiguió expandir su labor de acompañamiento y cuidado de los más vulnerables por muchas ciudades de Estados Unidos. Finalmente, adoptó la nacionalidad estadounidense y falleció en Chicago con 67 años.
Fotografía y banda sonora impecables
Alejandro Monteverde retrata la apasionante vida de esta monja en una película que se estrenó el 8 de marzo en Estados Unidos y llegará a España el 10 de mayo. Está protagonizada por Cristiana Dell’ Anna, quien encarna el papel de manera maravillosa. La firmeza de Cabrini se asoma a las miradas de Dell’ Anna, asegurándose de que el espectador no pueda dejar de admirar a aquella valiente mujer que se enfrentó a toda una sociedad.
La fotografía de Gorka Gómez Andreu es visualmente magnífica. Pasando de Roma a Nueva York, las escenas son de una belleza especial. Acompañadas por la banda sonora de Gene Back, es difícil sentarse indiferente ante la pantalla.
Sin embargo, el guion escrito por Alejandro Monteverde y Rod Barr hace que la película pierda parte de encanto. Es una pena que algunos instantes de una historia tan conmovedora y con un gran potencial de inspirar al público se pierda en los diálogos.
La imagen y la música hacen mucho más por contar la vida de madre Cabrini que el guion, al que cuesta engancharse. Eso sí, hay frases que dejan al espectador pensando y los artículos que escribe y lee en alto el personaje Theodore Calloway, periodista del “New York Times”, reflejan de forma magnífica la labor de las misioneras. Estas intervenciones “en off” ayudan realmente a entender la grandeza de lo que Francisca Cabrini y sus compañeras hicieron en Nueva York.
Cabrini, imperfecta y admirable
Por otro lado, la película representa la crudeza de la vida de los inmigrantes italianos, pero no se recrea en el dolor. Al contrario, la cinta aporta una visión iluminada del sufrimiento, centrándose en lo que la protagonista califica en la película como un “imperio de esperanza”. Sin embargo, es de extrañar que en una empresa tan noble no se muestre rezando a su impulsora, una monja que hoy es santa.
La protagonista aparece una sola vez rezando y es en un momento de absoluta desesperación. Cabrini entrará otra vez en una iglesia a lo largo de la película, pero en lugar de rezar discute a gritos con el arzobispo Corrigan.
A pesar de esto, la fundadora de la orden misionera sí hace alusiones frecuentes a Dios y a la importancia de considerar al prójimo como un hijo del Padre. Del mismo modo, los personajes repiten en muchas ocasiones que Cabrini se enfrenta a muchos problemas precisamente por su condición de mujer. La película hace un esfuerzo admirable para mostrar que el sexo no es una limitación para la santa, pero sus frases demoledoras al respecto llegan a una dureza casi extrema hacia lo masculino en ocasiones.
Una película que hay que ver
Con todo, la película merece la pena. Acerca a nuestros días la vida difícil de los inmigrantes en Estados Unidos, y el testimonio de madre Cabrini sigue tocando los corazones de muchos. Su valentía y amor por los más vulnerables son ejemplares, arrancando alguna lágrima al público cuando menos se lo espera.
La calidad en la imagen y el sonido borran por completo el prejuicio de que el cine cristiano no tiene el nivel de Hollywood, pues en esta película Monteverde se ha asegurado de que el producto final sea de una calidad finísima. La película no es perfecta, como tampoco lo fue Cabrini, algo que el largometraje no tiene miedo de mostrar, pero es una historia impactante, inspiradora y real. Es la historia de una mujer santa que no tuvo miedo de desafiar los límites por un amor auténtico y evangélico por sus hijos, los vulnerables.