España

V Centenario. La leyenda veraz del Caballero de Gracia

Enrique Carlier·10 de marzo de 2017·Tiempo de lectura: 5 minutos
El Caballero de Gracia

El Caballero de Gracia fue una relevante figura del Siglo de Oro español y madrileño. Desplegó a lo largo de su prolongada vida (102 años, de los cuales más de 30 como sacerdote) una magnífica labor diplomática, cultural y pastoral en Madrid. Su vida santa, sin embargo, se ha visto ensombrecida por una infundada y fantasiosa leyenda.

Esa leyenda parte de dos obras escritas por Antonio Capmany y Montpalau en 1863, dos siglos y medio después de la muerte del Caballero. Ahí se forja la leyenda que presenta al Caballero de Gracia como una especie de “don Juan Tenorio” que, tras enamorar a diversas damas, tiene una iluminación divina –justo mientras intenta seducir a otra mujer– que le conmina a cambiar de vida. Capmany no indica de dónde saca esa historia, ni cita fuente documental alguna. Además, parece desconocer la biografía de Alonso Remón, contemporáneo del Caballero.

La cosa no se queda ahí. Algunos años más tarde, Luis Mariano de Larra, hijo de Mariano José de Larra y compositor de libretos de zarzuelas y dramas, ofrecerá esa misma versión distorsionada de Capmany en su obra El caballero de Gracia, representada allá por el año 1871. También la zarzuela La Gran Vía, estrenada en 1886, proyectará una imagen peyorativa del Caballero, al personificar la calle madrileña del Caballero mediante un personaje chulesco, mujeriego y presumido.

Angel Fernández de los Ríos, autor de Guía de Madrid. Manual del madrileño y del forastero (1876), dibujará también una imagen grotesca del Caballero, similar a la de Capmany. Es, además, el inventor de la referencia a Jacobo Gratij como “gemelo en lo disoluto de don Juan Tenorio”.

Carlos Cambroneo e Hilario Peñasco, autores del libro Las calles de Madrid, recogerán en 1889 las mismas fantasmagóricas historietas sobre este personaje. Finalmente, Pedro de Répide (+1948) incidirá en lo propalado por Capmany en otro libro también titulado Las calles de Madrid.

Frente a esa imaginaria leyenda, la recientemente publicada biografía El Caballero de Gracia. Vida y leyenda, obra de José María Sanabria y José Ramón Pérez Aranguena (Editorial Palabra), contribuye a desmentir la fraudulenta leyenda de Jacobo Gratij, que desgraciadamente ha acabado deslizándose en tres voces de Wikipedia. Con razón los autores de la biografía subrayan que “no hay ningún dato, testimonio ni documento que acredite el más mínimo pormenor de lo imaginado por Capmany”, luego voceado por los demás autores reseñados. “Tildarlo de ambicioso especulador inmobiliario, y de libertino, tenorio, casanova, seductor, o de terror de padres y esposos, dista un mundo” de lo que era en realidad el Caballero de Gracia. La investigación histórica rigurosa de su figura no ha detectado desliz libidinoso alguno en su trayectoria, cosa que sí se ha documentado en numerosos personajes de su época: emperadores, papas, reyes, cardenales, duques, obispos… Ninguna fuente documental habla del Caballero de Gracia como si fuera un Miguel de Mañara, ni siquiera un hombre enamoradizo como lo fue su amigo Félix Lope de Vega. Ni consta que el Caballero tuviera que “arrepentirse” de fechoría alguna o de llevar un género de vida licencioso, como apuntan los autores antes citados. Y del único juicio al que fue sometido por cuestión de dineros, quedó probada su inocencia.

Los testimonios históricos coinciden en esa línea. Por ejemplo, Jerónimo de la Quintana (1570-1664), contemporáneo del Caballero, señala en Historia de la antigüedad, nobleza y grandeza de Madrid que “el varón de noble alcurnia Jacobo de Gratiis, fundador de la Vble. Congregación de Indignos Esclavos del Santísimo Sacramento, fue hombre eminente en virtud y ciencia y murió a los 102 años en olor de santidad”. Y Mesonero Romanos (1803-1882) afirma también que “la calle del Caballero de Gracia lleva este título del Caballero de la Orden de Cristo Jacome o Jacobo de Gratiis, virtuoso sacerdote, natural de Módena, que vino a España con el Nuncio de su Santidad”.

Semblanza

Jacobo Gratij –el Caballero de Gracia después de castellanizar su apellido– nació en Módena (Italia) el 24 de febrero de 1517 y falleció en Madrid el 13 de mayo de 1619.

Su biografía resulta jugosa y variada en acontecimientos e iniciativas. En Bolonia, la mejor universidad de su tiempo, conoció a Juan Bautista Castagna, quien llegaría a ser el Papa Urbano VII. Desde entonces será su amigo y hombre de confianza.

En 1550 comenzó a trabajar para la Santa Sede. Intervino en 1551 en el tratado de paz que puso fin a la guerra entre Francia, Venecia y la Santa Sede por un lado y España por otro. En 1563 participará como colaborador de Castagna en la tercera sesión del Concilio de Trento, donde se trató la presencia real de Cristo en la Eucaristía, lo que, tal vez, influyó en la iniciativa del Caballero de fundar la Congregación del Santísimo Sacramento.

Nunciatura en España

De 1566 a 1572 trabaja en la Nunciatura de España junto al cardenal Hugo Boncompagni, futuro Papa Gregorio XIII; Felice Peretti, futuro Papa Sixto V; y Juan Bautista Castagna, nuncio y, como queda dicho, futuro Urbano VII. En esos 7 años Jacobo formó parte de la delegación papal que intervino en trascendentales contactos con la corte de Felipe II para la formación de la Liga Santa que acudió a la batalla de Lepanto, para la guerra de los 80 años en Flandes, las guerras de religión en Francia y para la resolución del proceso inquisitorial contra el cardenal de Toledo Bartolomé Carranza.

Jacobo se sentía a gusto en Madrid. Su buena relación con la princesa Juana, hermana de Felipe II y madre del rey Sebastián de Portugal, hizo que ésta obtuviera de su hijo la máxima distinción honorífica portuguesa para Jacobo: ser Caballero de la Orden del Hábito de Cristo. De ahí el nombre de Caballero con el que ha pasado a la historia.

Vuelta definitiva a España

Tras una temporada en Venecia y luego en Bolonia, Jacobo vuelve a España a finales de 1575 con una delicada misión secreta. Para ello es nombrado protonotario apostólico. En 1583 le acusan de haberse aprovechado de su cargo en la nunciatura y de haberse apropiado de treinta mil escudos. Sufre arresto domiciliario y es sometido a juicio, pero pronto se comprueba la falsedad de las acusaciones y es absuelto de toda culpa. Perdona a los acusadores y ofrece a Dios el sufrimiento moral padecido. Gregorio XIII, al saberlo, alabó la prudencia y paciencia de su diplomático. Felipe II le felicitó y compensó también económicamente.

Después de llevar a cabo otra misión en Colonia, Jacobo vuelve a prestar servicio en la nunciatura de Madrid hasta 1592. Tras el fallecimiento del Papa Sixto V, Giovanni Battista Castagna, su mentor, es elevado al solio pontificio el 15 de septiembre de 1590, pero murió el 27 del mismo mes. Poco pudo beneficiarse el Caballero de la elección papal de su amigo.

Ordenación sacerdotal y fundaciones

Jacobo fue ordenado sacerdote en 1587 o 1588, con 70 años de edad. Antes de su ordenación, fundó en 1571 el convento del Carmen calzado, en la que ahora es la iglesia del Carmen de Madrid. En 1581, mientras desempeña las funciones de nuncio, funda el Hospital para italianos. De esa misma época es el Hospital para convalecientes, promovido en colaboración con el beato Bernardino de Obregón. También ese año funda el colegio Nuestra Señora de Loreto, para niñas huérfanas.

En 1594 funda en su propia casa el Convento de los Clérigos Regulares Menores de San Francisco Caracciolo. Y crea luego la Congregación de los Esclavos del Santísimo Sacramento, que será aprobada en 1609 por el cardenal de Toledo Bernardo de Rojas y Sandoval. Su finalidad era y sigue siendo la difusión de la devoción a la Eucaristía. Unas dos mil personas pertenecieron a ella en vida del fundador.

El Caballero de Gracia fue también gran promotor de la cultura, particularmente en el ámbito musical y literario. Participaron en sus tertulias literarias el beato Obregón, san Simón de Rojas, Lope de Vega, Alonso Remón, Tirso de Molina y el joven poeta Gabriel Bocángel. Cervantes ingresó al mismo tiempo que el Caballero en la Congregación de Esclavos del Olivar, en cuyas reuniones debieron coincidir. A la tertulia asistían también Andrés de Spínola y el historiador benedictino Prudencio de Sandoval, además del capitán Calderón, Juan del Espada y Alonso Cedillo.

Con Lope de Vega tuvo un trato más intenso, pues pertenecía a la Congregación de los Esclavos del Santísimo Sacramento. En la Navidad de 1615, Lope hace representar a la compañía teatral de Riquelme, la mejor del momento, el auto sacramental Caballero de Gracia.

Muerte y fama de santidad

El Caballero falleció en la madrugada del 13 de mayo de 1619 con fama de santidad. En los 12 días siguientes, aunque en su testamento había dispuesto que sus funerales fueran sencillos, muchas comunidades religiosas y numerosos fieles celebraron funerales por su alma con los mejores predicadores y gran solemnidad. Sus restos, tras diversos traslados, se veneran en el Oratorio del Caballero de Gracia, en la Gran Vía madrileña.

El autorEnrique Carlier

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