Vaticano

El Papa llega a Budapest, “lugar central de la historia”

El Papa Francisco ha comenzado su viaje apostólico a Hungría. Al llegar a Budapest, el Santo Padre ha calificado la capital como “lugar central de la historia”.

Paloma López Campos·28 de abril de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos
Budapest, Hungría, Papa

El Papa en su llegada a Hungría (CNS photo/Vatican Media)

El Papa Francisco partió el viernes 28 de abril por la mañana desde Roma. El destino del Pontífice estaba en Hungría, país en el que ha aterrizado tras un vuelo acompañado de muchos periodistas.

A las 11 de la mañana tuvo lugar la ceremonia de bienvenida, en la que hubo un encuentro con la presidenta de la república, Katalin Novák, y con el primer ministro, Viktor Orbán. Tras la ceremonia, el Papa se reunirá con miembros de la sociedad civil y del cuerpo diplomático y, más tarde, con sacerdotes, diáconos, personas consagradas, seminaristas y encargados de pastoral.

Durante el discurso pronunciado ante las autoridades, Francisco calificó Budapest como “un lugar central de la historia” y como una ciudad “llamada a ser protagonista del presente y del futuro”. Por ello, el Papa aprovechó su intervención para dar algunas ideas, tomando Budapest como “ciudad de historia, ciudad de puentes y ciudad de santos”.

Ciudad de historia

El Santo Padre consideró la capital húngara como una ciudad de historia debido a su antigüedad, si bien “su esplendor nos lleva a la modernidad, cuando fue capital del Imperio austro-húngaro”.

A pesar de todo, su historia conoce de eventos dolorosos, “no sólo invasiones de tiempos lejanos sino, en el siglo pasado, violencia y opresión provocadas por las dictaduras nacista y comunista, ¿cómo olvidar el año 1956? Y, durante la segunda guerra mundial, la deportación de cientos de miles de habitantes, con el resto de la población de origen judío encerrada en el gueto y sometida a numerosas atrocidades”.

Sin embargo, ante estos eventos hubo personas valientes, como el Nuncio Angelo Rotta, a quien Francisco mencionó. Las diversas situaciones atravesadas por Budapest, hacen de ella “centro de un país que conoce el valor de la libertad y que, después de haber pagado un alto precio a las dictaduras, lleva en sí la misión de custodiar el tesoro de la democracia y el sueño de la paz”.

Política comunitaria

Para realizar un paralelismo con la historia europea, el Papa recordó a los presentes la fundación de Budapest, hace 150 años, “con la unión de tres ciudades: Buda y Óbuda, al oeste del Danubio, y Pest, situada en la costa contraria. El nacimiento de esta gran capital en el corazón del continente evoca el camino unitario emprendido por Europa, en la que Hungría encuentra el propio cauce vital”.

Estas manifestaciones de unidad, dijo Francisco, están desapareciendo actualmente. “La pasión por la política comunitaria y por la multilateralidad parece un bonito recuerdo del pasado; parece que asistiéramos al triste ocaso del sueño coral de paz, mientras los solistas de la guerra se imponen”.

El Pontífice avisó de que se está perdiendo la idea de comunidad entre las naciones, “parece incluso que la política a nivel internacional tuviera como efecto enardecer los ánimos más que resolver problemas, olvidando la madurez que alcanzó después de los horrores de la guerra y retrocediendo a una especie de infantilismo bélico”.

Europa, fundamental

Francisco animó a fomentar el espíritu de comunidad en Europa, “porque ella, gracias a su historia, representa la memoria de la humanidad y, por tanto, está llamada a desempeñar el rol que le corresponde: el de unir a los alejados, acoger a los pueblos en su seno y no dejar que nadie permanezca para siempre como enemigo”.

Ciudad de puentes

A continuación, el Papa habló de Budapest como una ciudad de puentes. “Vista desde lo alto, la perla del Danubio muestra su peculiaridad precisamente gracias a los puentes que unen sus partes, armonizando su configuración con la del gran río. Esta armonía con el ambiente me lleva a felicitar el cuidado ecológico que este país realiza con gran esfuerzo”.

Aprovechó el Santo Padre a distinguir entre unidad y uniformidad. De nuevo, volviendo a Europa, Francisco citó a uno de los padres fundadores de la Unión Europea que dijo: “Europa existirá y nada de lo que constituye la gloria y la felicidad de cada nación se podrá perder. Es precisamente en una sociedad más amplia, en una armonía más eficaz, que el individuo puede afirmarse”.

Por tanto, explicó el Papa, lo que se necesita es armonía, “un conjunto que no aplaste las partes y partes que se sientan bien integradas en el conjunto”. Francisco apuntó que él piensa “en una Europa que no sea rehén de las partes, volviéndose presa de populismos autorreferenciales, pero que tampoco se transforme en una realidad fluida, o gaseosa, en una especie de supranacionalismo abstracto, que no tiene en cuenta la vida de los pueblos”.

Ciudad de santos

El Papa también señaló Budapest como una ciudad de santos e hizo referencia al primer rey de Hungría, san Esteban. Esto implica que “la historia húngara nace marcada por la santidad, y no sólo de un rey, sino de toda una familia: su esposa, la beata Gisela, y su hijo san Emerico”.

Aquel primer monarca, con espíritu cristiano, escribió a su hijo: “Te recomiendo que seas amable no sólo con tu familia y parientes, o con los poderosos y adinerados, o con tu prójimo y tus habitantes, sino también con los extranjeros”. También le dejó otro consejo: “Sé manso a fin de no combatir nunca contra la verdad”.

Por ello, Francisco advirtió que el comportamiento del monarca armonizó la verdad con la mansedumbre. Su reinado “es una gran enseñanza de fe. Los valores cristianos no pueden ser testimoniados por medio de la rigidez y las cerrazones, porque la verdad de Cristo conlleva mansedumbre y amabilidad, en el espíritu de las Bienaventuranzas”.

El Papa mencionó asimismo a santa Isabel, “piedra preciosa del Evangelio”, que dedicó su vida a los enfermos y mandó construir un hospital para ellos.

Sana laicidad

El Santo Padre concluyó sus discurso a las autoridades dándoles las gracias “por la promoción de las obras caritativas y educativas inspiradas por dichos valores y en los que se empeña la estructura católica local, así como por el apoyo concreto a tantos cristianos que atraviesan dificultades en el mundo, especialmente en Siria y en el Líbano”.

Francisco aprovechó la ocasión para recordar que es importante la colaboración entre la Iglesia y el Estado, pero que para ser provechosa “necesita salvaguardar bien las oportunas distinciones”. Por ello, “hace bien una sana laicidad, que no decaiga en el laicismo generalizado, que se muestra alérgico a cualquier aspecto sacro para luego inmolarse en los altares de la ganancia”.

Por otro lado, el Papa hizo referencia a la acogida de refugiados, diciendo que “es un tema que debemos afrontar juntos, comunitariamente, porque en el contexto en que vivimos, las consecuencias, tarde o temprano, repercutirán sobre todos”.

El discurso finalizó agradeciendo la escucha de los presentes y mostrando la cercanía del Santo Padre con el pueblo húngaro: “Les agradezco por haber escuchado cuanto tenía la intención de compartirles, aseguro mi cercanía y mi oración a todos los húngaros con un recuerdo especial por aquellos que viven fuera de la patria y por cuantos he conocido durante mi vida y me han hecho tanto bien”.

Un viaje breve

El sábado 29, el Papa Francisco continuará su visita por el país. Por la mañana tendrá un encuentro con niños, y después irá a hablar con pobres y refugiados. También visitará a la comunidad grecolatina, se reunirá con jóvenes y estará, en un encuentro privado, con miembros de la Compañía de Jesús en la nunciatura.

El domingo, último día del viaje, el Santo Padre celebrará la Misa por la mañana, tras lo cual habrá un encuentro con universitarios y representantes culturales. A las 17:30, habrá una ceremonia de despedida tras la cual el Papa volverá a Roma.

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