Con ocasión del 60 aniversario de la promulgación del decreto «Unitatis Redintegratio» del Concilio Vaticano II sobre el ecumenismo, la Pontificia Universidad de la Santa Cruz acogió un Seminario Internacional patrocinado por la Facultad de Teología. El acto reunió a oradores de distintas comuniones cristianas para reflexionar, en un clima de sinceridad y confianza, sobre los esfuerzos realizados en los últimos sesenta años para fomentar la unidad de los cristianos.
Uno de los momentos más significativos de la jornada, que tuvo lugar el jueves 21 de noviembre, fue el discurso de clausura del obispo irlandés Brian Farrell, Secretario Emérito del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, quien reflexionó sobre la actualidad, los problemas y las perspectivas del ecumenismo hoy. En la siguiente entrevista, el teólogo explica la importancia de vivir concretamente el camino ecuménico, redescubriendo una auténtica fraternidad entre los cristianos.
¿Cuáles son los principales retos del ecumenismo en la actualidad?
– El ecumenismo, la búsqueda de la unidad, es una realidad diversa y complicada. No basta con resolver, como estamos haciendo, cuestiones teológicas o diferencias en la forma de entender y formular la fe. También debemos aprender a vivir juntos.
El Papa Francisco insiste a menudo en un ecumenismo que va más allá de las cuestiones teológicas. ¿Cómo debe leerse esta perspectiva?
– Estamos en un momento importante, porque de hecho la idea del Papa Francisco es que el ecumenismo no es sólo una cuestión a resolver, sino caminar juntos, rezar juntos y trabajar juntos.
Debemos redescubrirnos como hermanos y hermanas en este camino. En muchos de nuestros interlocutores ecuménicos hay una nueva esperanza de que, haciéndolo, avanzaremos hacia la meta de la plena comunión entre nosotros, los cristianos.
Mirando hacia atrás, ¿cómo ha cambiado el contexto del ecumenismo desde los años del Concilio Vaticano II?
– Creo que hace 60 años fue casi el comienzo de un viaje juntos. Entonces también había cierto optimismo, pero el mundo se ha vuelto más complicado. Basta con ver la situación actual: estamos más fragmentados, más enfrentados. Incluso las iglesias lo sufren. Vivimos en un océano muy líquido y fluido, y las verdades de la fe no son tan claras y seguras para la gente.
En un contexto tan complejo, ¿qué da esperanza?
– Tenemos una gran esperanza, porque cuanto más difícil se hace la misión, más obligados nos sentimos a estar juntos. Ninguna iglesia puede hoy evangelizar sola. Debemos trabajar juntos. Todos sabemos que debemos hacerlo, pero ahora debemos encontrar los pasos concretos para lograrlo.
A continuación la entrevista completa (en italiano) al Secretario Emérito del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos: