Vaticano

Papa Francisco: «Con su sonrisa, el Papa Luciani logró transmitir la bondad del Señor»

En la lluviosa mañana del 4 de septiembre el Papa Francisco ha beatificado en la Plaza de San Pedro a Juan Pablo I. En su homilía ha destacado la alegría de Luciani y el seguimiento de Cristo a través de la cruz.

Javier García Herrería·4 de septiembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

Foto: momento de desvelamiento del retrato del nuevo beato. ©Foto CNS/Paul Haring

Esta mañana ha tenido lugar en Roma la beatificación de Juan Pablo I, el Papa Luciani. La aparición de la lluvia ha hecho que muchos fieles no hayan acudido a la Plaza de San Pedro, que lucía una entrada muy pobre en una ocasión tan esperada. En la homilía, el Papa Francisco ha comentado el Evangelio del día señalando cómo seguir a Jesús tomando su cruz puede verse como “un discurso poco atractivo y muy exigente“.

Tratando de entender el contexto de la escena evangélica el Pontífice añadía que “podemos imaginar que muchos habían quedado fascinados por sus palabras y asombrados por los gestos que realizó; y, por tanto, habían visto en Él una esperanza para su futuro. ¿Qué habría hecho cualquier maestro de aquella época, o —podemos preguntarnos— qué habría hecho un líder astuto al ver que sus palabras y su carisma atraían a las multitudes y aumentaban su popularidad? Sucede también hoy, especialmente en los momentos de crisis personal y social, cuando estamos más expuestos a sentimientos de rabia o tenemos miedo por algo que amenaza nuestro futuro, nos volvemos más vulnerables; y, así, dejándonos llevar por las emociones, nos ponemos en las manos de quien con destreza y astucia sabe manejar esa situación, aprovechando los miedos de la sociedad y prometiéndonos ser el salvador que resolverá los problemas, mientras en realidad lo que quiere es que su aceptación y su poder aumenten“.

El modo divino de actuar

El modo de actuar de Jesucristo no es calculador o tramposo, “Él no instrumentaliza nuestras necesidades, no usa nunca nuestras debilidades para engrandecerse a sí mismo. Él no quiere seducirnos con el engaño, no quiere distribuir alegrías baratas ni le interesan las mareas humanas. No profesa el culto a los números, no busca la aceptación, no es un idólatra del éxito personal. Al contrario, parece que le preocupa que la gente lo siga con euforia y entusiasmos fáciles. De esta manera, en vez de dejarse atraer por el encanto de la popularidad, pide que cada uno discierna con atención las motivaciones que le llevan a seguirlo y las consecuencias que eso implica“.

Como muchas veces ha señalado el Papa Francisco, puede haber muchas razones que equivocadas o poco rectas para seguir a Jesús. Concretamente, señalaba que “detrás de una perfecta apariencia religiosa se puede esconder la mera satisfacción de las propias necesidades, la búsqueda del prestigio personal, el deseo de tener una posición, de tener las cosas bajo control, el ansia de ocupar espacios y obtener privilegios, y la aspiración de recibir reconocimientos, entre otras cosas. Se puede llegar a instrumentalizar a Dios para obtener todo esto. Pero no es el estilo de Jesús. Y no puede ser el estilo del discípulo y de la Iglesia. El Señor pide otra actitud“.

Palabras del Papa Luciani

A continuación, el Santo Padre ha glosado el dignificado de cargar con la cruz de Cristo, viviendo una vida de donación imitando el amor de Cristo por el prójimo, sin anteponer «nada a este amor, ni siquiera los afectos más entrañables y los bienes más grandes». Para estar a la altura del amor de Dios es necesario “purificarnos de nuestras ideas distorsionadas sobre Dios y de nuestras cerrazones, a amarlo a Él y a los demás, en la Iglesia y en la sociedad, también a aquellos que no piensan como nosotros, e incluso a los enemigos“.

Recordando a Juan Pablo I el Papa Francisco ha recordado unas palabras suyas en las que decía: “si quieres besar a Jesús crucificado ´no puedes por menos de inclinarte hacia la cruz y dejar que te puncen algunas espinas de la corona, que tiene la cabeza del Señor` (Audiencia General, 27 septiembre 1978). El Santo Padre finalizó sus palabras recordando cómo el Papa Luciani “fue un pastor apacible y humilde. Se consideraba a sí mismo como el polvo sobre el cual Dios se había dignado escribir. Por eso, decía: `¡El Señor nos ha recomendado tanto que seamos humildes! Aun si habéis hecho cosas grandes, decid: siervos inútiles somos`“.

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