Vaticano

La avaricia no afecta solo a los ricos, dice el Papa

En la audiencia general de hoy, que se ha celebrado en el Aula Pablo VI del Vaticano, el Papa Francisco ha impartido su quinta catequesis del ciclo sobre los vicios y las virtudes, centrada en esta ocasión en la avaricia.

Loreto Rios·24 de enero de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa Francisco en la audiencia general de hoy ©OSV

El texto bíblico de referencia para esta catequesis sobre la avaricia ha sido la primera carta a Timoteo 6, 8-10: “Teniendo alimentos y con qué cubrirnos, contentémonos con esto. Los que quieren enriquecerse sucumben a la tentación, se enredan en un lazo y son presa de muchos deseos absurdos y nocivos, que hunden a los hombres en la ruina y en la perdición. Porque el amor al dinero es la raíz de todos los males, y algunos, arrastrados por él, se han apartado de la fe y se han acarreado muchos sufrimientos”.

La avaricia afecta también a los pobres

El Papa ha definido la avaricia como “una forma de apego al dinero que impide al ser humano la generosidad”.

Francisco ha resaltado que este vicio no solo afecta a las personas ricas, sino que es una “enfermedad del corazón, no de la cartera”. De hecho, ha puesto de ejemplo las enseñanzas de los padres del desierto, que indicaban que la avaricia podía apoderarse también de los monjes, incluso a pesar de haber renunciado a enormes herencias para comenzar su vida monástica. Sin embargo, percibían a veces entre ellos apego a objetos de poco valor, y reticencia a prestarlos o regalarlos.

El Papa ha indicado que es una especie de retorno a la fase infantil, cuando los niños no dejan de indicar: “Es mío, es mío”. Se trata de “un apego que quita la libertad”. Esto conlleva una relación enfermiza con la realidad, que puede llevar a una acumulación compulsiva.

La avaricia y la muerte

Para curarse de este vicio, los monjes proponían un “método drástico”: meditar sobre la muerte. Así, “se revela el sentido de este vicio”, y se pone de manifiesto que nuestro vínculo de posesión con las cosas es aparente, ya que no somos los “amos del mundo”, sino “extranjeros y peregrinos en esta tierra”.

Pero ¿cuál es la raíz profunda de la avaricia? El Papa ha señalado que, en el fondo, su origen está en el “intento de exorcizar el miedo a la muerte”, busca seguridades, aunque, al final, este control aparente se desmorona.

El Papa ha puesto de ejemplo una parábola del evangelio en la que el hombre necio consigue una gran cosecha y comienza a planear su futuro y a pensar en agrandar los almacenes: “’Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente’. Pero Dios le dijo: ‘Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?’” (Lc 12 19-20).

Desprendimiento

Francisco ha vuelto a recurrir a una anécdota de los padres del desierto para explicar la actitud de desprendimiento que hay que tener para mantener una relación sana con nuestras posesiones. En ella, un ladrón roba a un monje mientras este duerme y, cuando el monje despierta, no se turba por lo ocurrido, sino que sigue al ladrón y, en vez de reclamarle nada, le entrega lo poco que dejó, diciéndole: “Te olvidaste de llevarte esto”.

Si no se vive esta actitud de desprendimiento, en vez de poseer nosotros los bienes, ellos nos poseen a nosotros. Por eso algunos ricos no son libres, indica el Papa, ya que, por otra parte, los bienes exigen una custodia, y un patrimonio conseguido con mucho esfuerzo puede “desaparecer en un minuto”.

Una correcta administración

El Papa ha subrayado que las riquezas en sí mismas no son un pecado, pero sí una responsabilidad que hay que administrar adecuadamente. “Eso es lo que el avaro no comprende”, ha señalado Francisco. Su riqueza podría haber sido un bien para muchos, pero, en cambio, se ha convertido en una fuente de infelicidad.

A este respecto, Francisco, dejando a un lado el discurso escrito, ha recordado el caso real de un hombre rico cuya madre estaba enferma. Los hermanos se turnaban para cuidarla, y él le daba medio yogurt por la mañana y medio por la tarde, para ahorrar y no darle uno entero. Luego este hombre murió y la gente en el funeral reía de su avaricia, diciendo que no iban a poder cerrar el ataúd de lo avaro que era.

El Santo Padre ha indicado que hay que ser desprendidos y “dejar todo”. “Estemos atentos y seamos generosos”, ha concluido.

Llamamiento a la paz

A continuación, los lectores han leído un resumen de la catequesis en diferentes idiomas. El resumen en lengua española lo ha realizado el Papa personalmente.

Para finalizar, Francisco ha recordado la jornada internacional en conmemoración de las víctimas del Holocausto que se celebrará el próximo sábado 27 de enero, indicando que el “odio y la violencia no se pueden justificar nunca”. “La guerra es una negación de la humanidad”, ha señalado el Papa, recordando a las víctimas de las guerras y haciendo una mención especial a Palestina, Israel y Ucrania y el bombardeo contra zonas frecuentadas por civiles. “Imploro a todos custodiar la vida humana”, ha pedido el Papa, añadiendo que “la guerra siempre es una derrota”.

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