Vaticano

El Papa en la Audiencia: «Aseguro mi oración por Nigeria»

David Fernández Alonso·2 de diciembre de 2020·Tiempo de lectura: 3 minutos

En la catequesis de la primera Audiencia General de diciembre, el Papa Francisco se ha referido especialmente a una particular dimensión de la oración: la bendición. Además, se ha detenido para orar por la trágica masacre ocurrida en Nigeria y para recordar a cuatro mártires de El Salvador.

La Audiencia General de cada miércoles sigue teniendo lugar, por motivo de la emergencia sanitaria, en la Biblioteca del Palacio Apostólico.

El Santo Padre destacó en su catequesis de hoy la dimensión de la oración que se refiere a la bendición: «Hoy nos detenemos en una dimensión esencial de la oración: la bendición. Continuamos las reflexiones sobre la oración. En las narraciones de la creación (cfr. Gen 1-2) Dios continuamente bendice la vida, siempre. Bendice a los animales (1,22), bendice al hombre y a la mujer (1,28), finalmente bendice el sábado, día de reposo y del disfrute de toda la creación (2,3). Es Dios que bendice. En las primeras páginas de la Biblia es un continuo repetirse de bendiciones. Dios bendice, pero también los hombres bendicen, y pronto se descubre que la bendición posee una fuerza especial, que acompaña para toda la vida a quien la recibe, y dispone el corazón del hombre a dejarse cambiar por Dios (Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 61)».

Jesucristo, la gran bendición

Francisco quiso subrayar la que es para nosotros la gran bendición: el Hijo De Dios hecho hombre, Jesucristo. «La gran bendición de Dios es Jesucristo, es el gran don de Dios, su Hijo. Es una bendición para toda la humanidad, es una bendición que nos ha salvado a todos. Él es la Palabra eterna con la que el Padre nos ha bendecido «siendo nosotros todavía pecadores» (Rm 5,8) dice san Pablo: Palabra hecha carne y ofrecida por nosotros en la cruz».

Y tras recorrer algunos pasajes de la Escritura donde se puede apreciar la bendición de Dios, el Papa ha animado a que cada uno haga extensiva la bendición del Señor: «No podemos solo bendecir a este Dios que nos bendice, debemos bendecir todo en Él, toda la gente, bendecir a Dios y bendecir a los hermanos, bendecir el mundo: esta es la raíz de la mansedumbre cristiana, la capacidad de sentirse bendecidos y la capacidad de bendecir. Si todos nosotros hiciéramos así, seguramente no existirían las guerras. Este mundo necesita bendición y nosotros podemos dar la bendición y recibir la bendición. El Padre nos ama. Y a nosotros nos queda tan solo la alegría de bendecirlo y la alegría de darle gracias, y de aprender de Él a no maldecir, sino bendecir.  Y aquí solamente una palabra para la gente que está acostumbrada a maldecir, la gente que tiene siempre en la boca, también en el corazón, una palabra fea, una maldición. Cada uno de nosotros puede pensar: ¿yo tengo esta costumbre de maldecir así? Y pedir al Señor la gracia de cambiar esta costumbre para que nosotros tengamos un corazón bendecido y de un corazón bendecido no puede salir una maldición. Que el Señor nos enseñe a no maldecir nunca sino a bendecir«.

«Aseguro mi oración por Nigeria»

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El Papa se quiso dedicar especialmente un momento para asegurar su oración por el centenar de campesinos asesinados el pasado sábado en Nigeria. «Deseo asegurar mi oración por Nigeria, lamentablemente una vez más ensangrentada por una masacre terrorista. El sábado pasado, en el noreste del país, fueron brutalmente asesinados más de cien campesinos. Dios les acoja en su paz y consuele a sus familiares; y convierta los corazones de quien comete tales horrores, que ofenden gravemente su nombre».

También se ha detenido para recordar el cuadragésimo aniversario de cuatro misioneras norteamericanas asesinadas en El Salvador. Son las monjas de Maryknoll Ita Ford y Maura Clarke, la monja ursulina Dorothy Kazel y la voluntaria Jean Donovan. El 2 de diciembre de 1980 fueron secuestradas, violadas y asesinadas por un grupo de paramilitares. Prestaban su servicio a El Salvador en el contexto de la guerra civil. El Santo Padre aseguró que «estas mujeres vivieron su fe con gran generosidad. Son un ejemplo para todos para convertirse en fieles discípulos misioneros«.

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