Tras el viaje apostólico a África, el Papa volvió al Vaticano y mantuvo en el Aula Pablo VI la audiencia general de los miércoles. Los asistentes acogieron al Santo Padre con un fuerte aplauso que Francisco recibió agradecido.
El Papa Francisco volvió al Vaticano después de su viaje a la República Democrática del Congo y Sudán del Sur. Regresando a su agenda habitual, mantuvo en el Aula Pablo VI la audiencia general de los miércoles, en la que los asistentes le recibieron con un fuerte aplauso.
La audiencia comenzó con la lectura de la Palabra de Dios, en concreto de un pasaje del Evangelio según san Mateo en el que se habla sobre los cristianos como luz del mundo. Tras la proclamación de la Palabra, Francisco habló sobre su viaje apostólico a África. Lo primero que hizo fue dar gracias a Dios “que me ha permitido realizar este viaje, deseado desde hace tiempo”. También mencionó a sus dos acompañantes en la segunda etapa, cuando estuvo en Sudán del Sur, el arzobispo de Canterbury y el moderador de la Iglesia de Escocia, diciendo: “fuimos juntos para testimoniar que es posible y necesario colaborar en la diversidad, especialmente si se comparte la fe en Cristo”.
República Democrática del Congo
En cuanto a la primera escala del viaje, el Papa habló de la República Democrática del Congo “como un diamante, por su naturaleza, por sus recursos, sobre todo por su gente; pero este diamante se ha convertido en motivo de contención, de violencias, y paradójicamente de empobrecimiento para el pueblo”. Ante esta situación, Francisco ha dicho “dos palabras: la primera es negativa, «¡basta!», ¡basta de explotar África! La segunda es positiva: juntos, juntos con dignidad y respeto recíproco, juntos en el nombre de Cristo, nuestra esperanza”.
En Kinsasa Francisco tuvo un encuentro con víctimas de violencia, durante el que escuchó “los testimonios impactantes de algunas víctimas, especialmente mujeres, que depositaron a los pies de la Cruz armas y otros instrumentos de muerte. Con ellos dije «no» a la violencia y a la resignación, «sí» a la reconciliación y a la esperanza”.
Más tarde, se reunió con los dirigentes de distintas obras de caridad del país, a los que agradeció su labor: “Su trabajo con los pobres y para los pobres no hace ruido, pero día tras día hace crecer el bien común. Por esto subrayé que las iniciativas de caridad deben ser siempre promocionales, es decir no solos asistir sino favorecer el desarrollo de las personas y de las comunidades”.
Francisco pudo encontrarse también con los jóvenes y catequistas, a quienes describió como el futuro de África. Su entusiasmo por la renovación y por la esperanza le llevó a indicar cinco vías para que construyan un porvenir mejor: “la oración, la comunidad, la honestidad, el perdón y el servicio”.
En su última reunión pública, en la catedral de la capital, el Papa habló con el clero, los seminaristas y los consagrados. A ellos les exhortó “a ser servidores del pueblo como testigos del amor de Cristo, superando tres tentaciones: la mediocridad espiritual, la comodidad mundana y la superficialidad. Finalmente, con los obispos congoleños compartí la alegría y la fatiga del servicio pastoral. Les invité a dejarse consolar por la cercanía de Dios y a ser profetas para el pueblo, con la fuerza de la Palabra de Dios, a ser signos de su compasión, su cercanía, su ternura”.
Sudán del Sur
La segunda etapa del viaje pasó por Sudán del Sur. Como dijo el Papa “esta visita tuvo una fisonomía totalmente particular, expresada por el lema que retomaba las palabras de Jesús: «Rezo para que sean una sola cosa». De hecho, se trató de una peregrinación ecuménica de paz, realizada junto a los jefes de dos Iglesias históricamente presentes en esa tierra: la Comunión Anglicana y la Iglesia de Escocia. Era el punto de llegada de un camino iniciado hace algunos años, que nos había visto reunidos en Roma en 2019, con las autoridades sursudanesas, para asumir el compromiso de superar el conflicto y construir la paz”.
Francisco lamentó que ese proceso de paz no hubiera avanzado con los años, por lo que, al reunirse con las autoridades del país, les invitó “a pasar página, a llevar adelante el Acuerdo de paz y la hoja de ruta, a decir con decisión «no» a la corrupción y al tráfico de armas y «sí» al encuentro y al diálogo. Solo así podrá haber desarrollo, la gente podrá trabajar en paz, los enfermos curarse, los niños ir al colegio”.
Subrayando el carácter ecuménico del viaje, el Papa resaltó la oración que hubo con los dos representantes religiosos que le acompañaron. Lo cual consideró un mensaje necesario sobre cooperación, pues “es importante testimoniar que la religión es fraternidad, es paz, es comunión; que Dios es Padre y quiere siempre y solo la vida y el bien de sus hijos”.
Debido a los conflictos internos que se desarrollan en Sudán del Sur, el Santo Padre tuvo un encuentro con los desplazados internos. Durante el diálogo se dirigió especialmente a las mujeres, “que son la fuerza que puede transformar el país; y animé a todos a ser semillas de un nuevo Sudán del Sur, sin violencia, reconciliado y pacificado”.
Más tarde, en la reunión con el clero y los consagrados, quiso poner a Moisés como ejemplo para todos los pastores de la Iglesia. “Como él, plasmados por el Espíritu Santo, podemos llegar a ser compasivos y mansos, desprendidos de nuestros intereses y capaces de luchar también con Dios por el bien de las personas que nos han sido confiadas”.
Al concluir la audiencia, el Papa quiso mencionar “la celebración eucarística, último acto de la visita a Sudán del Sur y también de todo el viaje”. Durante la Misa, dice Francisco, “me hice eco del Evangelio animando a los cristianos a ser «sal y luz» en esa tierra tan probada. Dios no pone su esperanza en los grandes y en los poderosos, sino en los pequeños y en los humildes”.
Este mensaje es de gran actualidad, mencionó el Santo Padre, pues Dios “sigue diciéndolo también hoy a quien confía en Él. Es el misterio de la esperanza de Dios, que ve un gran árbol donde hay una pequeña semilla. Recemos para que, en la República Democrática del Congo y en Sudán del Sur, y en toda África, broten semillas de su Reino de amor, de justicia y de paz”.