Vaticano

El Papa explica la oración de acción de gracias

El Santo Padre Francisco ha tenido la última audiencia general de este año, en la que ha continuado con la catequesis sobre la oración.

David Fernández Alonso·30 de diciembre de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

En esta ocasión, el Papa se ha centrado en la oración de acción de gracias, sirviéndose del pasaje donde Jesús cura a diez leprosos, pero solamente uno vuelve para dar las gracias y alabar a Dios por la gracia recibida.

La Eucaristía, acción de gracias

«Para nosotros los cristianos, –dice Francisco– el dar las gracias ha dado nombre al Sacramento más esencial que hay: la Eucaristía«. Siguiendo con esta línea el Papa explica que precisamente la palabra griega eucaristía significa eso, acción de gracias. Desarrolla entonces una serie de reflexiones en torno a la gratitud, partiendo desde el primer motivo por el que estamos en deuda: el don de la vida.

Dilatar el corazón ante la llegada del Salvador

El encuentro y trato con Jesús nos lleva a ensanchar el sentimiento de gratitud. «Este “gracias”, que el cristiano comparte con todos, se dilata en el encuentro con Jesús. Los Evangelios testifican que el paso de Jesús suscita a menudo alegría y alabanza a Dios en aquellos que lo encontraban«. De hecho, los relatos de la Navidad están impregnados de personas con este corazón dilatado por la llegada del Salvador: «Y también nosotros hemos sido llamados a participar en esta inmensa exultación«.

La alegría, fruto de la oración

El Papa nos anima a fomentar este encuentro con Jesús, que nos lleva a una alegría verdadera y profunda. «Tratemos de estar siempre en la alegría del encuentro con Jesús. Cultivamos la alegría. Sin embargo el demonio, después de habernos engañado, nos deja siempre tristes y solos. Si estamos en Cristo, ningún pecado y ninguna amenaza nos podrán impedir nunca continuar con alegría el camino, junto a tantos compañeros de viaje«.

Por último, el Santo Padre nos aviva para que nunca dejemos de agradecer. «Si somos portadores de gratitud, también el mundo se vuelve mejor, quizá solo un poco, pero es lo que basta para transmitirle un poco de esperanza. Todo está unido y conectado, y cada uno puede hacer su parte allá donde se encuentra. El camino de la felicidad es el que San Pablo ha descrito al final de una de sus cartas: «Orad constantemente. En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros. No extingáis el Espíritu»«

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