Vaticano

El Papa Francisco: “El anciano está colocado en la esquina de la existencia”

La catequesis del Papa Francisco sobre la ancianidad está poniendo sobre la mesa los principales asuntos que afectan a los más mayores.

Javier García·1 de junio de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos

Foto: El Papa Francisco en la Audiencia del 1 de junio. © CNS photo/Paul Haring

El Papa continúa un precioso equilibrio en sus audiencias de los miércoles sobre la ancianidad. La semana pasada les exhortaba a no sentirse víctimas por la edad y a tener buen humor. Sin embargo, hoy se ha salido del guión y ha improvisado algunas ideas muy sugerentes. Ha afirmado que “no faltan quienes se aprovechan de la edad del anciano para engañarlo, para intimidarlo de mil maneras… para apoderarse de sus ahorros”. Y todavía explicitaba más: “quedan desprotegidos y abandonados sin cuidados. Ofendidos por formas de desprecio, o intimidados para que renuncien a sus derechos, también en las familias. Esto es grave pero también sucede en las familias”.

El Papa Francisco partió en sus reflexiones del Salmo 71, que dice: “No me abandones cuando mis fuerzas flaqueen”. A continuación, ha denunciado con tono sosegado cómo “los ancianos son descartados, abandonados en las casas de reposo, sin que los hijos vayan a encontrarlos, o van pocas veces al año. El anciano está colocado en la esquina de la existencia. Y esto sucede hoy. Tenemos que reflexionar sobre esto”.

Una problema global

El Papa considera esta cuestión de máxima importancia, aunque no llene titulares ni esté en la agenda del día de las cuestiones políticas más urgentes. “Toda la sociedad debe apresurarse para cuidar de sus ancianos, cada vez más numerosos, y a menudo también más abandonados. Cuando oímos hablar de ancianos que son despojados de su autonomía, de su seguridad, incluso de su hogar, entendemos que la ambivalencia de la sociedad actual en relación con la edad anciana no es un problema de emergencias puntuales, sino un rasgo de esa cultura del descarte que envenena el mundo en el que vivimos”.

Parece imposible escuchar al Papa y no relacionar sus reflexiones con la mentalidad en favor de la eutanasia que cada vez se extiende más. “Las consecuencias son fatales. La vejez no solo pierde su dignidad, sino que duda incluso de que merezca continuar. Así, todos somos tentados para esconder la propia vulnerabilidad, esconder nuestra enfermedad, nuestra edad, nuestra vejez, porque tememos que sean la antesala de nuestra pérdida de dignidad. Preguntémonos: ¿es humano inducir este sentimiento? ¿Por qué la civilización moderna, tan avanzada y eficiente, se siente tan incómoda con la enfermedad y la vejez? ¿Y por qué la política, que se muestra tan comprometida con definir los límites de una supervivencia digna, al mismo tiempo es insensible a la dignidad de una convivencia afectuosa con los ancianos y los enfermos?”

Confiar en el poder de la oración

El Papa anima a los mayores a rezar con confianza, pues “la oración renueva en el corazón del anciano la promesa de la fidelidad y de la bendición de Dios. El anciano redescubre la oración y da testimonio de su fuerza. Jesús, en los Evangelios, nunca rechaza la oración de quien necesita ayuda. Los ancianos, por su debilidad, pueden enseñar a los que viven otras edades de la vida que todos necesitamos abandonarnos en el Señor, invocar su ayuda. En este sentido, todos debemos aprender de la vejez: sí, hay un don en ser anciano entendido como abandonarse al cuidado de los demás, empezando por Dios mismo”.

Antes de cerrar el encuentro, el Papa Francisco improvisaba de nuevo unas preguntas para examinar la propia conciencia. “Cada uno de nosotros puede pensar en los ancianos de su familia. ¿Cómo me vinculo con ellos? ¿Cómo los recuerdo? Si busco estar con ellos, si los respeto. A los ancianos de mi familia, ¿los he borrado de mi vida o voy hacia ellos a buscar sabiduría, la sabiduría de la vida? Recuérdate que también tú serás anciano o anciana. La vejez viene para todos, ¿y tú cómo desearías ser tratado en la vejez? Trata así a los ancianos de tu familia, son la memoria de la familia, de la humanidad, del país”.

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