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Asamblea Sinodal 2024: lo que está en juego

Del 2 al 27 de octubre se desarrolla la Segunda Sesión de la Asamblea Sinodal. Cuando finalice, comenzará la fase de recepción de las conclusiones en toda la Iglesia católica según lo que indique el Papa Francisco.

Giacomo Costa SJ·2 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos
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(CNS photo / Vatican Media)

El 2 de octubre se abre la Segunda Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos. A su término, el 27 de octubre, concluirá la fase de discernimiento por parte de los pastores y comenzará la de la recepción de las conclusiones en toda la Iglesia y en cada una de las Iglesias locales, en las formas y modalidades que indicará el Papa Francisco.

La tarea de la Asamblea es buscar respuestas a la pregunta guía indicada por el Papa Francisco, “¿Cómo ser una Iglesia sinodal en misión?”, e indicar formas concretas de ponerlas en práctica, en relación con los temas propuestos en el “Instrumentum laboris” para la Segunda Sesión (IL2).

La IL2 se abre con la visión del profeta Isaías del banquete mesiánico (25, 6-8), aclarando así que el horizonte de una Iglesia sinodal es la misión al servicio del deseo de Dios de que todos los seres humanos y todos los pueblos sean invitados al banquete de su Reino. Sin una perspectiva clara de anuncio misionero, el Sínodo correría el riesgo de ser sólo un ejercicio autorreferencial.

El texto de la IL2 está organizado en cuatro secciones, que corresponden a los cuatro primeros módulos de los trabajos de la asamblea. Leyendo su resumen uno puede darse cuenta de lo que está en juego en la Segunda Sesión y de su relevancia para la vida y la misión de la Iglesia.

Fundamentos y relaciones

La primera sección, “Fundamentos”, esboza el horizonte teológico en el que debe situarse la obra. No es un tratado de eclesiología, pero toca puntos como la naturaleza sacramental de la Iglesia, el sentido compartido de la sinodalidad, la reciprocidad entre hombres y mujeres en la Iglesia y el diálogo entre las diferencias que tiene la Iglesia, que no compromete su unidad, sino que la enriquece.

La segunda sección, “Relaciones”, se centra en el tejido relacional del que se compone la Iglesia, indispensable para sostener a las personas y las comunidades. El énfasis en las relaciones responde al deseo de una Iglesia menos burocrática y más cercana a las personas, que se asocia en todo el mundo con los términos “sinodal” y “sinodalidad”. Pero también está en consonancia con la antropología cristiana.

Como ha escrito Benedicto XVI, “la criatura humana, en cuanto espiritual por naturaleza, se realiza en las relaciones interpersonales. Cuanto más auténticamente las vive, tanto más madura su identidad personal” (“Caritas in veritate”, n. 43).

La atención a las relaciones se expresa en la concreción. Así, se abordan: la relación entre carismas y ministerios; los modos de que la Iglesia sea “percibida como casa y familia” (IL2, n. 33); la peculiar naturaleza de los ministros ordenados (obispos, presbíteros y diáconos) y su relación con el resto del Pueblo de Dios; el intercambio de dones que vincula a las Iglesias locales en la única comunión universal. La mirada nunca se vuelve hacia el interior, sino que permanece centrada en la misión, ya que es precisamente la calidad de las relaciones lo que hace creíble el anuncio del Evangelio.

Caminos y lugares

La tercera sección, “Caminos”, se centra en los procesos de fomento y desarrollo de las relaciones, promoviendo la armonía en la comunidad mediante la capacidad de afrontar juntos los conflictos y las dificultades.

Se abordan aquí las cuestiones de la formación y el discernimiento, así como una reflexión sobre los procesos de toma de decisiones basados en la participación de todos y el reconocimiento de la responsabilidad diferenciada entre los miembros de la comunidad según el papel de cada uno, con vistas a una competencia decisoria de la autoridad jerárquica inalienable, pero no incondicional. Por último, esta sección aborda la promoción de una cultura y formas concretas de transparencia, rendición de cuentas y evaluación del trabajo de quienes ocupan puestos de responsabilidad.

Por último, la cuarta sección, «Lugares», se centra en la concreción de los contextos y la variedad de culturas en las que vive la Iglesia. Esto último representa un reto crucial para una Iglesia que se define como católica, es decir, universal, y quiere ser capaz de acoger a todos sin pedir a nadie que se desarraigue de su propia cultura. Aquí tienen cabida los temas del servicio a la unidad del Obispo de Roma, las formas más adecuadas para su ejercicio en el mundo actual y la búsqueda de instituciones y estructuras capaces de promover la unidad en la diversidad y la diversidad en la unidad.

El Espíritu Santo y la Asamblea Sinodal

No se puede predecir el resultado del discernimiento de la Asamblea sinodal, pero se pueden reconocer algunos resultados ya alcanzados. El Sínodo 2021-2024 muestra que es posible imaginar caminos participativos a escala mundial y que personas con puntos de vista muy diferentes, cuando no opuestos, pueden reunirse, dialogar y, sobre todo, estar dispuestas a escuchar juntas al Espíritu Santo y discernir a qué les invita.

Es precisamente el hecho de compartir la misma fe trinitaria la piedra angular que permite aceptarse mutuamente y articular sin concesiones perspectivas que pueden parecer bastante distantes. Así también fue posible experimentar con una articulación de lo global y lo local -es decir, lo universal y lo particular- que escapara tanto a la homogeneización como al particularismo. Ciertamente, se trató de un primer intento, que habrá que seguir mejorando.

Un factor clave en todo esto es el método -que se ha convertido en característico del proceso sinodal- basado en la conversación en el Espíritu. Con las adaptaciones necesarias a los distintos contextos, se muestra capaz de promover, en un ambiente de oración y disposición a la aceptación mutua, un consenso que escape a la polarización. Estos resultados nos animan a esperar con ilusión la Segunda Sesión, pero aún más la certeza, repetidamente confirmada, de que el protagonista del Sínodo es el Espíritu Santo.

El autorGiacomo Costa SJ

Secretario especial de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos

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