“Vuestra iniciativa muestra que la Iglesia en España ha sido movida por el Espíritu Santo” Así daba la bienvenida el Nuncio Apostólico en España, Mons. Bernardito Auza a la Asamblea que pone punto y seguido al sínodo en España.
Más de 600 personas se han dado cita en la sede de la fundación Pablo VI durante el sábado 11 de junio en este encuentro en el que han participado representantes de todas las diócesis, de otras confesiones y miembros de la vida consagrada, movimientos y asociaciones.
“Eviten el pensamiento cerrado”
“Escuchamos al Espíritu Santo escuchando al hombre de hoy”, así lo ha afirmado, en su saludo a esta Asamblea, el Cardenal Grech que destacó además que “Esto que estamos haciendo es ya un buen fruto del sínodo”.
El Secretario General del Sínodo animaba a los participantes de esta Asamblea a “no tener un pensamiento cerrado; completo”, con palabras del Papa.
Cómo escuchar al Espíritu Santo
La escucha, eje de este proceso sinodal, ha vuelto a ser la clave de esta Asamblea. En sus palabras iniciales, Mons. Omella apuntaba que “Estamos acostumbrados a oír, pero no a escuchar” y este proceso sinodal ha puesto a la Iglesia a escuchar: a escucharse unos a otros y, por encima de todo, escuchar al Espíritu Santo. El personaje más importante de este encuentro es Dios”, destacaba el presidente de la CEE.
De hecho, después de los saludos, tuvo lugar una oración compartida invocando al Espíritu Santo, dirigida por la Hna. María José Tuñón, ACI, también miembro del equipo Sinodal.
La escucha y el discernimiento del querer de Dios y no de las opiniones personales es clave en el proceso sinodal, dado que, desde sus inicios, tanto el Papa Francisco como los obispos españoles, pusieron de manifiesto que no se trata de una consulta popular sino de una escucha del Espíritu Santo para ver que pide a la Iglesia de los próximos años.
Como apuntaba Olalla Rodríguez, del equipo sinodal del a CEE, “el Espíritu Santo está suscitando un nuevo tiempo en la Iglesia en España. Estamos haciendo la Iglesia que vendrá”. En esta línea, Mons. Carlos Osoro destacaba que “la sinodalidad nos invita a ser grandes de corazón, al estilo de Cristo”.
Utilizando el GPS como analogía, Mons. Omella ha destacado que, en este proceso sinodal, la Iglesia está “Recalculando el rumbo para encontrase, escucharse y discernir. Esto no es un momento es un camino” ha señalado Omella. El presidente de la Conferencia Episcopal Española ha añadido que este momento de la Iglesia le recuerda a Israel “que camina por el desierto pero llevan la tienda del encuentro. El Señor camina con nosotros. No es solo que Dios camina con nosotros es que Dios camina enmedio de nosotros”
Nunca es tarde para abrazar a Dios
Especialmente revelador ha sido el vídeo y los testimonios sobre el trabajo que en toda España diferentes grupos y comunidades ha ido realizando en estos meses. Unos trabajos que, como destacaba Auza, “son una prueba de amor para con la Iglesia, en comunión con el Papa”.
Un aplauso ensordecedor cerró la intervención de Aaron, interno de la prisión de Texeira que participó en este proceso sinodal en el centro penitenciario. Este antiguo preso señalaba que en las reuniones del sínodo tanto el como sus compañeros, “pudimos constatar que, aunque amigos y familiares nos habían dejado atrás, la Iglesia no me había dejado atrás”.
Junto con 11 compañeros, Aaron ha formado parte de esos grupos que se han formado en 19 cárceles españolas para trabajar el sínodo. Cada uno con sus historia y opiniones pero, como destacaba Aaron había varios puntos de acuerdo: “Todos guardábamos un recuerdo muy bueno de nuestras parroquias».
«El Sínodo ha sido el momento para sentirnos escuchados por la Iglesia, que queríamos que continuase este grupo. Nosotros necesitamos “esa ayuda espiritual para revivir el perdón, para perdonarnos a nosotros mismos y perdonar a los demás. Nunca es tarde para abrazar a Dios” concluía.
La síntesis final del Sínodo
Tras los testimonios, se dio paso al momento de presentar la síntesis final elaborada por el equipo sinodal de la Conferencia Episcopal Española con las aportaciones recibidas.
La síntesis destaca que, durante este proceso «ha predominado la percepción de no estar solos. De hecho, lo más valorado ha sido el proceso mismo: el sentirse todos comunidad, la libertad para expresarse, la posibilidad de escucha, el compartir inquietudes, deseos, dificultades, dudas».
En la presentación de esta síntesis, se pusieron de manifiesto algunas de las dificultades con las que se encontraba en proceso sinodal: desgana, apatía, falta de entendimiento de las preguntas… etc, realidades que se unían a la falta de experiencia, en muchas comunidades, con respecto a la sinodalidad y al discernimiento. Sin embargo, apuntaron los miembros del equipo de la CEE encargados de presentar la síntesis, «lo que al principio nos parecía abstracto se ha ido aclarando con el camino».
Este sínodo contaba además con la experiencia previa del Congreso de Laicos que ha sido, para muchos, como un preludio del camino sinodal.
La clave, en este proceso era hacer del estilo sinodal un nuevo modo de hacer la Iglesia y no simplemente «rellenar un cuestionario».
Como punto de partida, destacan dos ideas fundamentales en esta síntesis: la conversión, y con ella, subrayar el papel de la oración, los sacramentos, la participación en las celebraciones y la formación y la liturgia que, en muchas ocasiones, se vive de una forma fría, pasiva o monótona.
Quizás la palabra más escuchada, tanto en la Asamblea como en todo el proceso sinodal ha sido la de «escucha«. De hecho, la síntesis recoge la necesidad de ser «una Iglesia que escuche». Una escucha que se manifieste en la acogida «el caso de las personas que necesitan de un mayor acompañamiento en sus circunstancias personales por razón de su situación entre las que han destacado aquellas que se sienten excluidas por situaciones familiares complejas y su orientación sexual.
Pasar de eventos eclesiales a procesos de vida cristiana
Dos de las cuestiones que más reflexiones ha suscitado en los grupos diocesanos y de movimientos son la complementariedad de las tres vocaciones y especialmente, la corresponsabilidad de los fieles laicos.
En este sentido, como recoge la síntesis, se ha puesto de manifiesto la paradoja de que los laicos reclaman mejor formación pero luego hay poco compromiso.
Por ello, recoge el documento, se ha de cambiar el modo de ofrecer esta formación pasando una simple oferta de «recursos formativos a unos procesos formativos y animar al compromiso con esos procesos»
La ruptura entre la Iglesia y la sociedad también tiene cabida en esta síntesis en la que se afirma «que la Iglesia debe acercarse a los hombres y mujeres de hoy, sin renunciar a su naturaleza ni a la fidelidad al Evangelio, estableciendo un diálogo con otros actores sociales, con el fin de mostrar su rostro misericordioso y contribuir a la realización del bien común».
Temas claves en el proceso sinodal
Entre los temas que se han repetido en los documentos remitidos a la CEE en esta primera fase del sínodo, la síntesis final recoge los siguientes campos de reflexión y estudio:
En primer lugar, sin duda alguna, la referencia al papel de la mujer en la Iglesia.
Es patente la preocupación por la escasa presencia y participación de los jóvenes en la vida y misión de la Iglesia.
La familia, como ámbito prioritario de evangelización.
Los abusos sexuales, de poder y de conciencia en la Iglesia, evidenciando la necesidad de perdón, acompañamiento y reparación.
Mayoritario ha sido el sentir acerca de la necesidad de institucionalizar y potenciar los ministerios laicales.
Atención específica merece el tema del diálogo con las demás confesiones cristianas y con otras religiones.
Propuestas sinodales
El documento recoge además una serie de propuestas para el ámbito parroquial, diocesano y de Iglesia universal. En el primer ámbito, destaca la propuesta de promover una nueva forma de estar en el territorio: organizar una nueva forma de presencia de la Iglesia con sinergias en la vida parroquial y un mayor compromiso de los fieles laicos.
Además se propone hacer de los consejos parroquiales y de asuntos económicos verdaderos espacios sinodales y favorecer los grupos de fe.
En relación a las propuestas diocesanas, el documento propone: un mayor protagonismo a los movimientos eclesiales, las cofradías y hermandades, y a la vida consagrada y monástica en la elaboración de los planes diocesanos. Una colaboración real entre todos los organismos de la diócesis al que se une un impulso de los ministerios formalmente reconocidos para los laicos: ministros de liturgia, de la Palabra, de Caritas, de visitadores, de catequistas.
Por último, en relación a las propuestas a nivel de Iglesia universal, el documento anima a redescubrir la vocación bautismal y estar cada vez más presente como voz profética en todas las dificultades en el mundo de hoy.