Hace año y medio, Claudia Langen —53 años, casada y con hijos mellizos de 21 años; vive en Wachtberg, cerca de Bonn— lanzó una iniciativa para rezar por los obispos: «padrinos de oración» cuenta ya con más de dos mil personas. Conversamos con la Sra. Langen sobre esta iniciativa.
– ¿Cómo surgió esta iniciativa?
Comenzó concretamente con una conversación, en el marco del acompañamiento espiritual, con el obispo auxiliar de Colonia Dominik Schwaderlapp; me dijo que sería bueno que se rezase más por los obispos, pues estaba preocupado por las divisiones internas y por la necesidad de una renovación interior en Alemania. Era —un segundo, que lo reviso en la agenda— el 6 de marzo de 2020.
De camino a casa me dije a mí misma: la solución sería encontrar un «padrino de oración» para cada uno de los 69 obispos que, contando los ordinarios y los auxiliares, hay en Alemania. En el tren iba pensando en las «locomotoras» (los multiplicadores) de que disponemos en la iniciativa con la que distribuimos en el cine alemán películas espirituales (p.ej. La última cima; Fátima: el último misterio; El mayor regalo, etc.). Son personas de toda Alemania, muchos de ellos con una intensa vida de oración. Me puse enseguida a llamar por teléfono.
– ¿Cuánto tiempo le llevó encontrar a esas 69 personas?
En tan solo semana y media conseguí que 69 personas se comprometieran a hacerlo. ¡Fue increíble! Entonces me planteé la cuestión de cómo distribuirlos. Si hubiera dejado que cada uno eligiera a su «apadrinado» no hubiera terminado nunca. Se me ocurrió, y así se lo dije a Mons. Schwaderlapp, que lo sorteáramos: él tenía una caja con los nombres de los padrinos en tiras de papel y yo otra con los de los obispos de igual forma, y así sacamos alternando el nombre del padrino o la madrina y el del obispo correspondiente. El 17 de marzo de 2020 teníamos la primera ronda de apadrinamientos de oración.
– Pero no se quedaron ahí…
Efectivamente; muchas de esas personas me dijeron que tenían un pariente o un amigo al que también le gustaría apadrinar a un obispo. Por eso, le comenté a Mons. Schwaderlapp: «¿Qué hacemos? No quiero impedir a nadie que rece». Su respuesta: «Comience con una segunda vuelta». Lo dimos a conocer más; por ejemplo a través de la agencia católica de noticias KNA. Así, en un solo día me llegaron 160 correos electrónicos.
También el semanario católico Die Tagespost publicó un texto online y un artículo en papel, lo cual hizo que escribieran muchísimas personas. Dimos entrevistas a Ayuda a la Iglesia Necesitada y a la televisión EWTN; Radio Horeb trató el asunto en varias ocasiones. Sucedió en el momento correcto: debido al cierre de los cines por la pandemia, disponía de más tiempo para dedicarme a ello.
– ¿Cuántas personas participan ahora en la iniciativa?
Vamos por la ronda número 33; concretamente —un momento, que abro la tabla Excel— llevamos 2.275 personas.
– ¿Qué le dice cuando propone a alguien ser padrino o madrina de oración de un obispo?
Ahora ya no llamo a nadie; sucede lo contrario, que me llaman a mí. Pero al principio les decía sencillamente que los obispos tienen mucha responsabilidad y más ahora, en tiempos difíciles, que sería muy bonito que rezaran por ellos.
– ¿A qué se refiere con tiempos difíciles?
En este año y medio que llevo con la iniciativa he podido ver que muchas personas se han vuelto más críticas, más escépticas. Al principio de la pandemia las iglesias estaban cerradas, no se celebraban Misas… Esto ha dolido mucho a la gente, pero ha dado pie a mantener muchas conversaciones sobre la fe y la Iglesia.
– Aparte de los medios católicos, ¿consigue la iniciativa llegar a nuevos círculos de personas?
Es muy difícil llegar a otros medios, más allá de los católicos. En realidad, yo no quería salir de un plano personal; pero cuando se fue ampliando el círculo comenzamos a imprimir unos folletos y también lanzamos una página web de la iniciativa (https://betenfuerbischoefe.de), para lo cual fundamos una asociación llamada Glaube versetzt Berge (La fe mueve montañas). Hemos distribuido más de 36.000 folletos por toda Alemania, principalmente a través de los padrinos, de persona a persona. Para mí, lo más importante es que se haga de modo voluntario y que se sienta gozo en la oración. La amplitud de los que asumen el padrinazgo es muy grande: la madrina más joven tiene 11 años —antes de nombrarla, hablé con su abuela para pedirle permiso— y la mayor, 96.
Entre ellos hay muchos jóvenes. Por ejemplo Lukas Klimke, que formaba parte de la primera ronda y que la próxima semana ingresará en el seminario sacerdotal de Paderborn. Hay muchas religiosas y unos 80 a 100 sacerdotes. Además, la iniciativa se está internacionalizando: rezan no solo alemanes; se nos han unido personas de México y Brasil, a través de una comunidad española en Friburgo; pero también hay padrinos de Inglaterra, Francia, España… En algunos casos son alemanes que viven en el extranjero; en otros, personas de dichos países, que rezan por los obispos alemanes. Los casos más exóticos son los de una persona residente en Tokio y otra en China, que supieron de la iniciativa por el artículo en Die Tagespost.
– ¿Se extiende la iniciativa a otros países?
Después de una entrevista que mantuve en enero con Claudia Kaminski en K-TV me escribió Anna Reindl desde Austria para poner en marcha allí esta misma iniciativa; desde el 25 de marzo existe la iniciativa «padrinos de oración» para rezar por los obispos austríacos. Y ya son más de mil personas. Esto es un regalo del cielo; no lo puede hacer uno con sus propias fuerzas.
Todo esto ha venido de la mano de Dios: que a través del vicario general de Colonia, Markus Hofmann, comenzara a tener una devoción a la Virgen que antes no tenía —ahora organizo con él las peregrinaciones de la diócesis de Colonia a Fátima, a lo que también ha contribuido la película de Andrés Garrigó sobre Fátima—, que después continuara la dirección espiritual con Mons. Schwaderlapp…
– ¿Cómo mantienen el contacto con lo que podríamos llamar la red de apadrinamiento?
Enviamos a cada una de estas personas un correo electrónico informativo, cada seis u ocho semanas, para mantener la «familia de oración». En la primavera, poco antes de la Asamblea de la Conferencia Episcopal, organizamos un livestream desde la parroquia, aquí en Wachtberg (cerca de Bonn), del que se ocupó uno de mis hijos. Era la primera vez que nos reuníamos, al menos virtualmente, más de 300 padrinos de oración. El 5 de junio, festividad de San Bonifacio, tuvimos una Santa Misa en el santuario mariano de Kevelaer, que retrasmitieron Radio Horeb y EWTN.
El 20 de septiembre comienza una nueva Asamblea de la Conferencia Episcopal. En esas fechas estaré con la familia de vacaciones, pero viajaremos a Gräfelfing, en Baviera, donde con unos sacerdotes de la comunidad Emmanuel organizaremos el viernes 17 una velada de oración por los obispos. Hemos preparado ya un livestream y probablemente la retrasmita también EWTN. No pararemos de rezar por los obispos, aunque lleguemos a los diez mil padrinos.