El Papa Francisco ha presidido la alocución previa al rezo del Ángelus de este domingo XII del tiempo ordinario. En una nublada y ventosa Roma en la que el verano se está resistiendo un poco, miles de personas han acompañado a Francisco en esta jornada.
Refiriéndose al pasaje evangélico de Marcos, propio de las lecturas de hoy y que nos muestran a Jesús «dormido en la barca» mientras los Apóstoles temen por sus vidas debido a una tormenta.
Francisco ha explicado que «parece que Jesús quiere ponerlos a prueba. Sin embargo, no los deja solos, se queda con ellos en la barca, tranquilamente, incluso durmiendo. Y cuando estalla la tormenta, con su presencia los tranquiliza, los anima, los incita a tener más fe y los acompaña más allá del peligro».
Podemos preguntarnos, ha continuado el Papa, la razón del comportamiento de Jesús y la respuesta es clara: «Para fortalecer la fe de los discípulos y hacerlos más valientes». Salen de esta experiencia más conscientes del poder de Jesús y de su presencia en medio de ellos». Una experiencia que les dará la base para enfrentarse, por la causa de Cristo, «incluso hasta la cruz y el martirio».
El pontífice ha destacado que «Jesús hace lo mismo con nosotros, particularmente en la Eucaristía: nos reúne en torno a Sí, nos da su Palabra, nos alimenta con su Cuerpo y su Sangre, y luego nos invita a salir a la mar, a transmitir lo que hemos escuchado y a compartir con todos lo que hemos recibido, en la vida de cada día, incluso cuando es difícil».
La vida cristiana no es una vida fácil o cómoda, pero sí confiada en Cristo, ha querido explicar el pontífice que ha animado a los fieles a preguntarse»en tiempos de prueba, ¿puedo recordar los momentos de mi vida en los que he experimentado la presencia y la ayuda del Señor?»
Petición por la paz y un recuerdo a su confesor
Como cada domingo, el recuerdo y la oración del Papa se han dirigido a las naciones y lugares de la tierra donde se sufren conflictos y guerras. Francisco ha pedido por la paz en Ucrania, Palestina e Israel. «¡Recemos por la paz! Palestina, Gaza, el norte del Congo… ¡Recemos por la paz! Y paz en Ucrania, que sufre tanto, ¡que haya paz! Que el Espíritu Santo ilumine la mente de los gobernantes, les infunda sabiduría y sentido de la responsabilidad, para evitar cualquier acción o palabra que alimente la confrontación y, en cambio, apunten decididamente a una solución pacífica de los conflictos» ha concluido el Papa.
Justo antes de despedirse y del rezo del Ángelus, el Papa ha dirigido un emocionado recuerdo a quien ha sido, durante muchos años, su confesor y que falleció hace pocos días, el franciscano Manuel Blanco. Tomando el ejemplo de este sacerdote, el Papa ha agradecido la labor de «tantos hermanos franciscanos, confesores, predicadores, que honraron y honran a la Iglesia de Roma».