Vaticano

«El silencio y la sobriedad son esenciales en la vida cristiana», dice el Papa

El Papa ha reflexionado en el Ángelus de hoy sobre la figura de san Juan Bautista, el Precursor del Señor. También ha recordado a los prisioneros armenios y azeríes, y el sufrimiento de Ucrania, Israel y Palestina.

Loreto Rios·10 de diciembre de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

El Papa durante el Ángelus del 3 de diciembre de 2023 ©OSV/Vatican Media

En el Ángelus del día de hoy, el Papa ha reflexionado sobre la figura de san Juan Bautista, centrándose en dos aspectos: el «desierto» y la «voz». El desierto, ha comentado el Papa, es un «lugar vacío, donde no se comunica, y la voz, medio para hablar, parecen dos imágenes contradictorias, pero en el Bautista se conjugan».

Sobre el desierto, Francisco ha afirmado que «Juan predica allí, a orillas del río Jordán, cerca del punto en el que su pueblo, muchos siglos antes, entró en la tierra prometida», lo cual tiene una simbología: «Para escuchar a Dios debemos volver al lugar en el que durante cuarenta años Él acompañó, protegió y educó a su pueblo, en el desierto. Este es el lugar del silencio y de la esencialidad, donde uno no puede permitirse entretenerse con cosas inútiles, sino que es necesario concentrarse en lo que es indispensable para vivir».

El Papa ha afirmado que todo esto puede aplicarse a nuestra realidad actual: «Para proceder en el camino de la vida es necesario despojarse del “de más”, porque vivir bien no quiere decir llenarse de cosas inútiles, sino liberarse de lo superfluo, para excavar en profundidad dentro de uno mismo, para captar lo que es verdaderamente importante ante Dios. Solo si, a través del silencio y la oración hacemos espacio a Jesús, que es la Palabra del Padre, sabremos liberarnos de la contaminación de las palabras vanas y de la palabrería. El silencio y la sobriedad –en las palabras, en el uso de las cosas, de los medios y de las redes– no son solo “adornos” o virtudes, son elementos esenciales de la vida cristiana».

Sobre la simbología de «la voz», el Papa ha dicho que «esta es el instrumento con el que manifestamos lo que pensamos y llevamos en el corazón. Entendemos entonces que está muy vinculada con el silencio, porque expresa lo que madura dentro, de la escucha de lo que el Espíritu sugiere. Hermanos y hermanas, si no se sabe callar, es difícil que se tenga algo bueno que decir; en cambio, cuanto más atento es el silencio, más fuerte es la palabra. En Juan el Bautista esa voz está ligada a la autenticidad de su experiencia y a la limpidez de su corazón».

Al concluir el Ángelus, el Papa ha recordado que hace 75 años, un 10 de diciembre, se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos.  «A este respecto, estoy cerca de todos aquellos que, sin proclamas, en la vida concreta de cada día luchan y pagan en persona por defender los derechos de los que no cuentan», ha dicho Francisco.

Por otra parte, el Papa ha expresado su alegría «por la liberación de un número significativo de prisioneros armenios y azeríes. Contemplo con gran esperanza esta señal positiva para las relaciones entre Armenia y Azerbaiyán, para la paz en el Cáucaso meridional, y animo a las partes y a sus líderes a concluir cuanto antes el Tratado de paz».

Francisco también ha recordado el sufrimiento de Ucrania, Israel y Palestina, y ha asegurado su «oración también por las víctimas del incendio ocurrido hace dos días en el hospital de Tívoli».

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