Vaticano

El Papa habla por primera vez de Nicaragua

Javier García Herrería·21 de agosto de 2022·Tiempo de lectura: 2 minutos

Tras la detención el pasado viernes del obispo nicaraguense Rolando Álvarez, había mucha expectación por si el Papa Francisco hacía alguna referencia en sus palabras del Ángelus a la situación de la Iglesia en el país. Hasta ahora el Santo Padre había mantenido un sorprendente silencio. Como suele ocurrir en este tipo de situaciones la diplomacia vaticana suele actuar discretamente, sin que sea percibida por la opinión pública.

Sus palabras sobre el país americano han sido: «Sigo de cerca con preocupación y dolor la situación en Nicaragua, que implica a personas e instituciones. Quisiera expresar mi convicción y mi esperanza de que, a través de un diálogo abierto y sincero, todavía podemos encontrar las bases para una coexistencia pacífica».

Comentario del Evangelio

En el pasaje del Evangelio de este domingo, un hombre le pregunta a Jesús: «¿Son pocos los que se salvan?» Y el Señor responde: «Traten de entrar por la puerta estrecha» (Lc 13, 24). «La puerta estrecha es una imagen que podría asustarnos» -decía el Papa Francisco- como si la salvación fuera destinada solo a pocos elegidos o a los perfectos. Pero esto contradice lo que Jesús nos ha enseñado en muchas ocasiones; de hecho, poco más adelante, Él afirma: «Vendrán muchos de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, a ocupar su lugar en el banquete del Reino de Dios» (v. 29). Por lo tanto, esta puerta es
estrecha, ¡pero está abierta a todos!»

El pontífice ha explicado qué es esta puerta estrecha: «Para entrar en la vida de Dios, en la salvación, hay que pasar a través de Él, acogerlo a Él y su Palabra (…). Esto significa que la vara de medir es Jesús y su Evangelio: no lo que pensamos
nosotros, sino lo que nos dice Él. Así que se trata de una puerta estrecha no por ser destinada a pocas personas, sino porque pertenecer a Jesús significa seguirle, comprometer la vida en el amor, en el servicio y en la entrega de sí mismo como hizo Él, que pasó por la puerta estrecha de la cruz. Entrar en el proyecto de vida que Dios nos propone implica limitar el espacio del egoísmo, reducir la arrogancia de la
autosuficiencia, bajar las alturas de la soberbia y del orgullo, vencer la pereza para correr el riesgo del amor, incluso cuando supone la cruz.

El Santo Padre ha invitado a los fieles a pensar en los gestos amorosos de tantas perdonas. Por ejemplo, podemos pensar «a los padres que se dedican a los hijos haciendo sacrificios y renunciando al tiempo para sí mismos; a los que se ocupan de los demás y no solo de sus propios intereses; a quien se dedica al servicio de los ancianos, de los más pobres y de los más frágiles; a quien sigue trabajando con esfuerzo, soportando dificultades y tal vez incomprensiones; a quien sufre a causa de la fe, pero continúa rezando y amando; a los que, en lugar de seguir sus instintos, responden al mal con el bien, encuentran la fuerza para perdonar y el coraje para volver a empezar. Solo son algunos ejemplos de personas que no eligen la puerta ancha de su conveniencia, sino la puerta estrecha de Jesús, de una vida entregada en el amor. Hermanos y hermanas, nosotros, ¿de qué lado queremos estar? ¿Preferimos el camino fácil de pensar exclusivamente en nosotros mismos o la puerta estrecha del Evangelio, que pone en crisis nuestros
egoísmos pero nos vuelve capaces de acoger la verdadera vida que viene de Dios? ¿De qué lado estamos?»

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