El Romano Pontífice ha manifestado esta mañana en el Ángelus en la plaza de San Pedro que está “feliz” de viajar al corazón de Asia el próximo día 31, en “una visita muy deseada” a Mongolia, “una Iglesia muy pequeña en número pero grande en la caridad”, ha señalado.
Se trata de un viaje en un “contexto interreligioso”, ha añadido el Papa, que acude al Estado mongol “como hermano de todos”. También ha dado las gracias a todos los que están participando en los preparativos del viaje.
Durante su visita, el Papa Francisco se reunirá con las autoridades civiles, el clero, consagrados y trabajadores en instituciones caritativas. El programa del viaje incluye también un encuentro ecuménico.
Mongolia tiene unos tres millones y medio de habitantes con mil quinientos bautizados católicos locales reunidos en ocho parroquias y una capilla, repartidos en un vasto territorio de más de un millón y medio de kilómetros cuadrados. Es una comunidad pequeña pero muy viva, ha informado la agencia oficial vaticana en una entrevista con el cardenal Giorgio Marengo, prefecto apostólico de Ulán Bator, capital del país del este asiático, quien ha señalado que la visita del Papa es “una gracia especial y un gran honor, un don inmenso”.
“No estamos solos”
Antes del rezo de la adoración mariana del Ángelus, al comentar el evangelio en el que Jesús pregunta a los discípulos “¿quién dice la gente es el Hijo del hombre?”, el Papa ha subrayado que “en el camino de la vida no estamos solos, porque Cristo está con nosotros y nos ayuda a caminar, como hizo con Pedro y con los demás discípulos”.
“Precisamente Pedro, en el Evangelio de hoy, lo comprende y por gracia reconoce en Jesús ‘el Hijo del Dios vivo’, ha señalado el Papa. “No es un personaje del pasado, no es un héroe difunto, sino el Hijo de Dios vivo, hecho hombre y venido para compartir las alegrías y las fatigas de nuestro camino!
“No nos desanimemos, por lo tanto, si a veces la cima de la vida cristiana parece demasiado alta y el camino demasiado empinado”, ha alentado el Papa. “Miremos a Jesús, que camina junto a nosotros, que acoge nuestras fragilidades, comparte nuestros esfuerzos y apoya sobre nuestros hombros débiles su brazo firme y suave. Con Él cerca, también nosotros tendámonos la mano los unos a los otros y renovemos la confianza: ¡Con Jesús lo que parece imposible en solitario ya no lo es!”.
Finalmente, el Papa ha preguntado: “Para mí, ¿quién es Jesús? ¿Un gran personaje, un punto de referencia, un modelo inalcanzable? ¿O el Hijo de Dios, que camina a mi lado, que puede llevarme hasta la cima de la santidad, allí donde en solitario no soy capaz de llegar? ¿Jesús está realmente vivo en mi vida, es mi Señor? ¿Me encomiendo a él en los momentos de dificultad? ¿Cultivo su presencia a través de la Palabra y los Sacramentos? ¿Me dejo guiar por Él, junto a mis hermanos y hermanas, en la comunidad?”
El Papa ha recordado a los afectados por los incendios de Grecia y ha vuelto a elevar una oración por el sufrimiento del pueblo ucraniano y ha hecho mención a santa Mónica, cuya fiesta celebra la Iglesia y ha querido rezar «por tantas madres que sufren cuando un hijo esta un poco perdido en las calles de la vida».
“Que María, Madre del Camino, nos ayude a sentir a su Hijo vivo y presente junto a nosotros”, ha concluido el Santo Padre, antes de rezar el Ángelus con los fieles en la plaza de San Pedro.