La advocación mariana que probablemente goce de mayor devoción en Alemania –al menos es el santuario mariano que más visitas recibe– es la Virgen Morena (“Schwarze Muttergottes”) de Altötting, una localidad bávara situada a unos 90 kilómetros al este de Múnich. En su página web recogen el testimonio de Benedicto XVI, que calificó a Altötting como “el corazón de Baviera y uno de los corazones de Europa”. Continúa: “Es desde hace más de 1250 años el centro espiritual de Baviera y, desde hace más de 500 años, el santuario mariano más importante de Alemania”.
Además, junto a Częstochowa (Polonia), Einsiedeln (Suiza), Lourdes (Francia), Loreto (Italia), Fátima (Portugal) y Mariazell (Austria), forma parte de los denominados “Shrines of Europe” (“Santuarios de Europa”), los siete santuarios marianos más destacados de Europa.
El santuario
Si bien la primera capilla se construyó en los siglos VIII a X, la forma actual se debe a las ampliaciones en estilo gótico del siglo XV, que coinciden con una tradición que la dio a conocer en toda Alemania e incluso más allá, y que marca el comienzo de la historia del santuario: se cuenta que, en 1489, un niño de tres años cayó en un río y se ahogó. Tras rescatar al niño sin vida, la desesperada madre lo llevó a la capilla dedicada a Nuestra Señora y lo colocó sobre el altar. Allí comenzó a rezar con otras personas por la salvación de su hijo y, al cabo de poco tiempo, la vida volvió al cuerpo del niño aparentemente muerto.
La imagen actual, de 64 centímetros de altura, probablemente se talló en madera de tilo en Borgoña o en la región del Alto Rin y llegó a Altötting en el siglo XIV. Sus manos negras y el rostro ennegrecido remiten a un tipo de esculturas de madera muy extendidas en la Alta Edad Media: en Europa hay 272 “vírgenes negras”. Entre las más famosas se encuentran las de Einsiedeln, Loreto, Częstochowa y Montserrat. Además de presentar incrustaciones de plata, la imagen está revestida desde 1518, inicialmente con telas procedentes de los vestidos de novia de princesas bávaras. El príncipe elector Maximiliano I (1573-1651) de Baviera donó el cetro y la corona.
Tanto los muros interiores como los exteriores de la santa capilla se encuentran cubiertos por más de 2000 imágenes votivas, donadas en agradecimiento por los milagros obrados por la intercesión de Nuestra Señora de Altötting. Parte de los peregrinos rodean la capilla, algunos de rodillas y portando cruces de madera, para encomendar a la Virgen sus intenciones. Además, en la capilla están enterrados los corazones de destacadas personalidades bávaras, entre las que se encuentran el emperador Carlos VII (1697-1745), seis reyes –entre ellos, el famoso Luis II (1845-1886)–, tres príncipes electores, doce destacadas nobles y cinco obispos.
Visitas papales
El santuario de Altötting ha sido visitado por tres papas. La primera visita papal documentada data de 1782, cuando Pío VI –que había sido fríamente recibido por el emperador José II en Viena– fue calurosamente acogido en Baviera. Regresó a Roma pasando por el santuario mariano a invitación del príncipe elector bávaro Karl Theodor. Pío VI celebró la Misa en la santa capilla y dio su bendición a una muchedumbre allí congregada.
El 19 de noviembre de 1980 estuvo en Altötting san Juan Pablo II. La visita al santuario mariano fue uno de los momentos más destacados de su primer viaje como Papa a Alemania. La Misa con el Papa congregó a más de 60.000 fieles –entre ellos, también el autor de estas líneas– en la explanada de la capilla. Acompañaba al Papa, como anfitrión, el arzobispo de Múnich, el cardenal Joseph Ratzinger. Con ocasión de su viaje, Juan Pablo II plantó un tilo. El “tilo papal” y una estatua en bronce, de tamaño superior al natural, recuerdan hoy esa visita.
La relación de Benedicto XVI con Altötting fue muy estrecha durante toda su vida. Nació el 16 de abril de 1927 en Marktl am Inn, a unos 15 kilómetros del santuario mariano. En el prefacio a la guía de la ciudad, escribe: “Tuve la fortuna de nacer muy cerca de Altötting. Por ello, las peregrinaciones al santuario con mis padres y hermanos se cuentan entre mis más tempranos y hermosos recuerdos”.
Después de acompañar a Juan Pablo II en 1980, y siendo ya Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Ratzinger acudió en varias ocasiones. Fueron visitas tanto oficiales –en 1989 para celebrar los 500 años del santuario o en 1999 con ocasión del cuarto centenario de la congregación mariana– como privadas, por ejemplo, con ocasión de su 75.º cumpleaños. En 2006 acudió, ya como Papa, a Altötting en el marco de su visita a Baviera. Allí fue nombrado ciudadano honorario de la ciudad.
En mayo de 2021, el Papa Francisco eligió Altötting como uno de los lugares para el “maratón de oración” para pedir por el fin de la pandemia causada por el COVID-19.