Vaticano

Aliento del Papa a combatir la tristeza con Jesús y con nuestra  santidad

Por muy llena que esté la vida de contradicciones, de deseos vencidos, de sueños no realizados, de amistades perdidas, podemos combatir la tristeza, “un demonio astuto”, con el pensamiento de la resurrección de Jesús y con la santidad, ha manifestado el Papa Francisco esta mañana. En su meditación se ha apoyado en Bernanos y en León Bloy.

Francisco Otamendi·7 de febrero de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

El Papa Francisco ©OSV

En la sesión de catequesis de la Audiencia de este miércoles, que desde primeros de año dedica a los «vicios y virtudes», el Papa ha reflexionado sobre la tristeza, “un demonio astuto, que los padres del desierto describían como un gusano del corazón, que erosiona y vacía a quien la alberga”, y sobre la que ha reflexionado ya anteriormente

Francisco ha definido la tristeza como “un abatimiento del alma, una aflicción constante que impide al ser humano experimentar la alegría en su existencia”. En su meditación, ha señalado que los Padres hacían una distinción importante. 

“Hay en efecto una tristeza que es propia de la vida cristiana y que con la gracia de Dios se transforma en alegría: ésta, por supuesto, no debe rechazarse y forma parte del camino de conversión”. En esta línea, ha citado la parábola del hijo pródigo que padeció “una tristeza amiga”, que nos lleva a la salvación. 

“Pero hay también un segundo tipo de tristeza, que se insinúa en el alma y que la hace caer en un estado de abatimiento: es este segundo tipo de tristeza el que hay que combatir resueltamente y con todas las fuerzas, porque procede del Maligno. También encontramos esta distinción en san Pablo, que escribiendo a los corintios dice lo siguiente: “Esa tristeza, de Dios, produce un arrepentimiento que lleva a la salvación y no se debe lamentar; en cambio, la tristeza del mundo produce la muerte” (2 Cor 7, 10). 

Discípulos de Emaús, corazón desilusionado

Aquí podemos referirnos al relato de los discípulos de Emaús, en el Evangelio de Lucas, ha proseguido el Papa. “Aquellos dos discípulos salen de Jerusalén con el corazón desilusionado, y se confían al forastero, que en cierto momento los acompaña: “Nosotros esperábamos que fuera él –o sea Jesús–, quien librara a Israel” (Lc 24, 21). 

La dinámica de la tristeza está ligada a la experiencia de la pérdida, afirma el Papa. “En el corazón del ser humano nacen esperanzas que a veces se ven defraudadas. Puede tratarse del deseo de poseer algo que no se puede conseguir; pero también de algo importante, como la pérdida de un afecto. Cuando esto sucede, es como si el corazón del ser humano cayera en un precipicio, y los sentimientos que experimenta son desánimo, debilidad de espíritu, depresión, angustia”. 

Vencer la tristeza con la santidad

Para combatir la tristeza, el Pontífice ha lanzado varios mensajes, que podrían sintetizarse en dos. En primer lugar, la tristeza “se puede combatir fácilmente custodiando el pensamiento de la resurrección de Cristo. Por muy llena que esté la vida de contradicciones, de deseos vencidos, de sueños no realizados, de amistades perdidas, gracias a la resurrección de Jesús podemos creer que todo se salvará”.

“La fe echa fuera el miedo, y la resurrección de Cristo quita la tristeza como la piedra del sepulcro. Cada día de los cristianos es un ejercicio de resurrección”. 

La segunda arma es la santidad. “Georges Bernanos, en su famosa novela “Diario di un curato di campagna”, hace decir al párroco de Torcy lo siguiente: “La Iglesia dispone de la alegría, de toda esa alegría que está reservada a este triste mundo. Lo que han hecho contra ella, lo han hecho contra la alegría”. Y otro escritor francés, León Bloy, nos dejó esta maravillosa frase: “No hay más que una tristeza, (…), la de no ser santos!”.

El domingo, Virgen de Lourdes, Jornada del Enfermo

“Que el Espíritu de Jesús resucitado nos ayude a vencer la tristeza con la santidad”, ha rezado el Papa, que también se ha referido a la Virgen María al dirigirse a peregrinos de diversas lenguas. 

En concreto, antes de dar la Bendición, el Santo Padre ha recordado la fiesta de la Virgen de Lourdes el domingo día 11, en el que la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Enfermo. “Que la Virgen de Lourdes les ampare con su ternura maternal en su camino”, ha rogado el Papa, dirigiéndose a los enfermos y a todos los fieles.

También, como es habitual en todos sus mensajes y alocuciones, Francisco ha rezado por todos los que sufren a causa de las guerras, por la paz en la martirizada Ucrania, por Palestina, Israel, los rohinyas y otros en tantos lugares. “Oremos por la paz, necesitamos la paz”, ha pedido a los peregrinos en el Aula Pablo VI.

El autorFrancisco Otamendi

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