El Santo Padre Francisco ha aprovechado la III Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores para abrir el corazón. En primer lugar, ha urgido en la homilía de la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, con cerca de ocho mil abuelos y mayores, a “una nueva alianza entre jóvenes y mayores”, porque de ese “intercambio fecundo aprendemos la belleza de la vida, realizamos una sociedad fraterna, y en la Iglesia permitimos el encuentro y el diálogo entre la tradición y la novedad del Espíritu”.
Posteriormente, en el rezo del Ángelus, al comentar la parábola del trigo y la cizaña, ha alentado a realizar examen de conciencia y mirar en nuestro corazón, y también, a raíz de “eventos climáticos extremos”, ha urgido a realizar “algo más concreto para limitar las emisiones contaminantes, un reto urgente e inaplazable”, ha dicho: “¡Protejamos nuestra casa común!”
En esta última parte, el Papa ha clamado asimismo sobre “el drama” de los migrantes en la parte septentrional de África. Miles de ellos sufren desde hace semanas abandonados, ha recordado el Papa, antes de efectuar un llamamiento a los Jefes de Estado europeos y africanos para que “se preste ayuda, auxilio y asistencia a estos hermanos y hermanas, Que el Mediterráneo no sea más teatro de muerte y inhumanidad. Que el Señor suscite sentimientos de fraternidad, solidaridad y acogida”, ha rogado.
Antes de dar la Bendición, el Pontífice ha revelado como hace habitualmente, que “continuamos rezando por la paz, de manera especial por la querida Ucrania, que continúa sufriendo destrucciones, como lamentablemente sucedió en Odesa”.
“Paciencia con los demás, pedagogía misericordiosa”
Una de las ideas del Papa en la homilía de la Misa en San Pedro, ha sido cómo proceder cuando vemos que en el mundo conviven el trigo y la cizaña. “Qué debemos hacer? ¿Cómo debemos comportarnos? En el relato, a los criados les gustaría arrancar la cizaña de una vez (cf. v. 28)”. “Es una actitud animada de buena intención, pero impulsiva, incluso agresiva”, ha señalado el Papa. (…) “Escuchemos, en cambio, lo que dice Jesús: ‘Dejad que el buen trigo y la cizaña crezcan juntos hasta el tiempo de la siega’ (cf. Mt 13,30)”.
“Qué hermosa es esta mirada de Dios, su pedagogía misericordiosa, que nos invita a tener paciencia con los demás, a acoger -en la familia, en la Iglesia y en la sociedad- las fragilidades, los retrasos y las limitaciones: no para acostumbrarnos a ellas con resignación o para justificarlas, sino para aprender a intervenir con respeto, llevando a cabo el cuidado del buen grano con mansedumbre y paciencia. Recordando siempre una cosa: que la purificación del corazón y la victoria definitiva sobre el mal son, esencialmente, obra de Dios”.
“Crezcamos juntos”
Al hilo de la parábola del grano de mostaza, en la celebración Eucarística de la III Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores, el Santo Padre se ha referido a los abuelos: “Qué hermosos son estos árboles frondosos, bajo los cuales hijos y nietos construyen sus propios ‘nidos’, aprenden el ambiente del hogar y experimentan la ternura de un abrazo”.
Más adelante, ha manifestado: “Se trata de crecer juntos: el árbol frondoso y los pequeños que necesitan el nido, los abuelos con sus hijos y nietos, los ancianos con los jóvenes. Hermanos y hermanas, necesitamos una nueva alianza entre jóvenes y mayores. (…). Hoy la Palabra de Dios es una llamada a estar vigilantes para que en nuestras vidas y en nuestras familias no marginemos a los ancianos”.
“Cuidemos que nuestras ciudades abarrotadas no se conviertan en ‘concentraciones de soledad’; que no suceda que la política, llamada a atender las necesidades de los más frágiles, se olvide de los ancianos, dejando que el mercado los relegue a ‘desechos improductivos’. Que no ocurra que, a fuerza de perseguir a toda velocidad los mitos de la eficacia y el rendimiento, seamos incapaces de aminorar la marcha para acompañar a quienes luchan por mantener el ritmo. Por favor, mezclémonos, crezcamos juntos”, ha alentado el Pontífice.
En el Ángelus, ya desde su ventana, el Papa ha solicitado un aplauso para una abuela y un nieto que le han acompañado: “Hoy, mientras muchos jóvenes se preparan para partir a la Jornada Mundial de la Juventud, nosotros celebramos el Día Mundial de los Abuelos y los Ancianos. Por eso me acompañan un nieto y una abuela. ¡Aplaudamos a los dos! Que la proximidad entre las dos Jornadas sea una invitación a promover una alianza entre las generaciones, que es muy necesaria, porque el futuro se construye juntos, en el intercambio de experiencias y en el cuidado mutuo entre jóvenes y mayores. No los olvidemos. ¡Y aplaudamos a todos los abuelos y abuelas! ¡Fuerte!”.
Entre los saludos finales del Papa, han destacado los dirigidos a peregrinos de Italia y de muchos países, especialmente a los de Brasil, Polonia, Uruguay… ¡Son muchos! También a los estudiantes de Buenos Aires y a los fieles de la diócesis de Legnica, en Polonia”.
Mayores entregan la Cruz del Peregrino (JMJ) a jóvenes
Al final de la Misa, la entrega de la Cruz del Peregrino de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2023, por parte de abuelos y mayores, como la religiosa hermana Martín de Porres, india, de 82 años, o la abuela australiana Philippa, a jóvenes participantes en el Encuentro de Lisboa, ha visualizado estas ideas del Papa Francisco.
Los ancianos que han entregado la Cruz han sido:
– Sor Martín de Porres, india, misionera de la Caridad, 82 años, vive en la casa regional de San Gregorio al Celio en Roma. La Hna. Martín de Porres reza diariamente por los jóvenes que parten para la JMJ, informa la Sala de Prensa de la Santa Sede.
– Gebremeskel, eritreo, 76 años, es miembro veterano de la comunidad católica eritrea de Roma. Vive en Italia desde hace 50 años.
– América, peruana, vive sola en Roma desde hace 23 años y tiene 70 años. Forma parte de una amplia red de amigos que viven como si fueran su familia.
– Michele, 67 años, es de Roma y miembro de la Acción Católica Italiana. Es abuelo de 2 nietos.
– Philippa, australiana. Casada con un italiano, tiene 81 años y es abuela de 4 nietos.
Por su parte, los jóvenes receptores han sido éstos:
– Ambrose, último de 8 hermanos, es de Uganda y tiene 27 años. Misionero de Udinese, partirá para Lisboa donde participará en la JMJ con su grupo.
– Koe (Australia), de origen filipino, 22 años. La peregrinación a Lisboa de su grupo de la Pastoral Juvenil Australiana hace escala en Roma desde ayer, antes de continuar hacia Portugal.
– Aleesha, joven de 22 años. De origen indio, vive en Bolonia, donde estudia Farmacia. Acude a la JMJ con un grupo de 25 jóvenes católicos indios.
– Mateja, croata de 29 años, vive en Roma y es voluntaria en el Centro Internazionale
Internacional San Lorenzo, que alberga la Cruz de la JMJ y acoge a miles de peregrinos cada año. Mateja irá a Lisboa con jóvenes del Centro San Lorenzo.
– Fabiola, mexicana de 27 años, también voluntaria del Centro San Lorenzo, irá a la JMJ con Mateja.