«La Iglesia en Cuba es una iglesia viva, unida y pobre», ha comenzado el prelado que se ha unido telemáticamente a la presentación de la campaña en favor de la Iglesia en Cuba. Una comunidad que, como ha querido destacar el obispo de Holguin ha desarrollado su espiritualidad propia sobre cuatro valores: “el valor de lo poco, el valor de lo pequeño, el valor de lo anónimo y el valor de la gradualidad, del paso a paso”.
Necesidades de todo tipo
A pesar de una leve mejora en algunos aspectos, la vida de la Iglesia en Cuba sigue estando marcada por la pobreza y las limitaciones de todo tipo.
Por una parte, la escasez de sacerdotes y estructura eclesial en muchos sitios ha llevado a una amplia y fructífera participación de los laicos en la vida de la Iglesia pero también arrastra consecuencias más penosas como la imposibilidad de celebrar Misa en algunos lugares de manera regular.
A esto se une un deteriorado parque de vehículos que dificulta la movilidad de sacerdotes y religiosas por la isla, la casi imposible tarea de conservación de construcciones y edificios y la carencia de publicaciones u otros medios necesarios para la catequesis.
A pesar de las dificultades, el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba ha señalado que la comunidad eclesial cubana es “activa, creativa y esperanzada”.
No basta con ser creyente, hay que ser discípulo
Mons. Emilio Aranguren ha querido señalar también algunos de los retos claves de la Iglesia en Cuba. El primero de ellos, ha destacado es el avivar y mantener la “presencia testificante, coherente de vivencia del Evangelio”. En este punto ha querido recordar y valorar la perseverancia en la fe de tantas personas mayores que “son el testimonio expreso de la Fe que motiva este estilo de vida con rectitud”.
Mons. Aranguren se ha detenido en la importancia de cuidar a las familias y, en especial a los jóvenes, que conforman la mayor parte de los exiliados del país. Para esta presencia testificante es necesaria, por tanto “una centralidad de la Iniciación cristiana” en la vida de la Iglesia cubana.
Junto a esta presencia, el obispo de Holguin ha señalado la importancia de el plan pastoral que tiene la Iglesia en Cuba en el que el objetivo es el otro, el prójimo y, por último, la necesidad de un anuncio de Cristo que genere una nueva vida.
Estos tres retos se apoyan, especialmente, en la comunidad laical, muy activa en Cuba, que llevan a cabo una enorme labor evangelizadora de primera línea en las llamadas casas de misión. Un panorama que exige a los católicos un compromiso fuerte de vida: “No vale ser creyente, hay que ser discípulo”, ha resumido Mons. Aranguren. Un ejemplo de este compromiso de los laicos lo ha personalizado Miguel Ángel Fernández, cubano, diácono permanente, exiliado en España desde hace 24 años, pero muy unido a su patria y que ha narrado, en primera persona, su experiencia de la labor entregada de muchos laicos en las distintas comunidades cubanas.
La campaña de ACN
La campaña que ha puesto en marcha Ayuda a la Iglesia Necesitada para apoyar a la comunidad eclesial en Cuba es, en palabras del director de ACN España, José María Gallardo, “100% pastoral”. Primero con la oración, porque, como han querido subrayar desde el inicio de la presentación de la campaña, “sin oración no salen los proyectos”, y también con ayuda material concreta en la zona.
Con esta nueva iniciativa, desde la fundación pontificia quieren apoyar a los laicos a través de proyectos como la financiación de 2.000 publicaciones para la catequesis o la organización de talleres formativos para responsables parroquiales, de liturgia y ministros de la Eucaristía en la diócesis de Pinar del Río.
Además, para los sacerdotes, ACN va a encargar más de 2.000 misas para sacerdotes de la diócesis de Holguín, con cuyos estipendios podrán ayudar al sostenimiento de los sacerdotes. En todo el país sólo cuentan con 374 sacerdotes y 27 seminaristas, lo que supone un sacerdote por cada 20.872 personas.