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«Abre nuestros corazones al perdón, haznos instrumentos de reconciliación»

El sábado por la mañana, el Papa Francisco ha mantenido un Encuentro interreligioso con representantes de confesiones religiosas, en especial del Islam. Al concluir, recitaron juntos una Oración de los hijos de Abraham.

Rafael Miner·6 de marzo de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos
Papa-Misa-SanJosé

Foto: Vatican Media

Tras su visita al gran Ayatolá Alí Al Sistani, líder de los chiís en Irak, el Papa Francisco se desplazó al sur de Irak, en Nassiriya, para mantener un Encuentro interreligioso en Ur de los Caldeos, la tierra natal del profeta Abraham. 

Durante el Encuentro tuvieron lugar la lectura de pasajes del libro del Génesis y del algún fragmento del Corán, y los testimonios. A continuación, el Santo Padre pronunció su discurso, del que hemos informado en este portal Omnesmag.com 

Al finalizar sus palabras, el Santo Padre y los otros líderes religiosos recitaron una denominada Oración de los hijos de Abraham. He aquí su texto íntegro:

“Dios omnipotente, Creador nuestro que amas a la familia humana y a todo lo que han hecho tus manos, nosotros, los hijos e hijas de Abrahán pertenecientes al judaísmo, al cristianismo y al islam, junto a los otros creyentes y a todas las personas de buena voluntad, te agradecemos por habernos dado como padre común en la fe a Abraham, hijo insigne de esta noble y amada tierra. 

Te damos gracias por su ejemplo de hombre de fe que te obedeció hasta el fin, dejando su familia, su tribu y su patria para ir hacia una tierra que no conocía. 

También te agradecemos por el ejemplo de valentía, resiliencia y fortaleza, de generosidad y hospitalidad que nuestro padre común en la fe nos ha dado. 

Te damos gracias, en particular, por su fe heroica, demostrada por la disponibilidad para sacrificar a su hijo por obedecer tu mandato. Sabemos que era una prueba muy difícil, de la que, no obstante, salió vencedor, porque sin condiciones confió en Ti, que eres misericordioso y abres siempre nuevas posibilidades para volver a empezar. 

Te agradecemos porque, bendiciendo a nuestro padre Abraham, lo has hecho una bendición para todos los pueblos. 

Te pedimos, Dios de nuestro padre Abraham y Dios nuestro, que nos concedas una fe fuerte, diligente en el bien, una fe que abra nuestros corazones a Ti y a todos nuestros hermanos y hermanas; y una esperanza invencible, capaz de percibir en todas partes la fidelidad de tus promesas. 

Haz de cada uno de nosotros un testigo de tu cuidado amoroso hacia todos, en particular hacia los refugiados y los desplazados, las viudas y los huérfanos, los pobres y los enfermos. 

Abre nuestros corazones al perdón recíproco y haznos instrumentos de reconciliación, constructores de una sociedad más justa y fraterna. 

Acoge en tu morada de paz y de luz a todos los difuntos, en particular a las víctimas de la violencia y de las guerras. 

Asiste a las autoridades civiles en la búsqueda y el rescate de las personas secuestradas, y en la particular protección de las mujeres y los niños. 

Ayúdanos a cuidar el planeta, la casa común que, en tu bondad y generosidad, nos has dado a todos nosotros. 

Sostiene nuestras manos en la reconstrucción de este país, y concédenos la fuerza necesaria para ayudar a cuantos han tenido que dejar sus casas y sus tierras con vistas a alcanzar seguridad y dignidad, y a comenzar una vida nueva, serena y próspera. Amén”.

Por la tarde, el Santo Padre celebró la primera Misa de un Papa con el rito caldeo, en la catedral caldea de San José, en la capital, Bagdad. La celebración litúrgica tuvo lugar en italiano, caldeo y árabe, y las oraciones de los fieles fueron leídas en árabe, un dialecto arameo, kurdo, turcomano e inglés. El cardenal arzobispo Louis Raphaël Sako, Patriarca caldeo de Babilonia, dirigió al final un saludo al Santo Padre.

Al concluir la homilía, el Santo Padre aseguró a los fieles que el Señor promete a cada uno que su nombre está escrito en su corazón, en el cielo, y añadió: “Y hoy le doy gracias con ustedes y por ustedes, porque aquí, donde en tiempos remotos surgió la sabiduría, en los tiempos actuales han aparecido muchos testigos, que las crónicas a menudo pasan por alto, y que sin embargo son preciosos a los ojos de Dios; testigos que, viviendo las bienaventuranzas, ayudan a Dios a cumplir sus promesas de paz”.

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