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El olivo protagoniza el encuentro ecuménico y de las religiones con el Papa

El Papa León XIV ha vuelto a elogiar hoy al pueblo libanés, en este caso en un encuentro ecuménico e interreligioso. El Santo Padre ha manifestado que el Líbano da testimonio de que cristianos, musulmanes, drusos y muchos otros pueden construir un país unido. Y ha puesto al olivo como protagonista.  

Francisco Otamendi·1 de diciembre de 2025·Tiempo de lectura: 4 minutos
Papa León XIV con religiones.

El Papa León XIV asiste a una reunión ecuménica e interreligiosa en la Plaza de los Mártires de Beirut, Líbano, el 1 de diciembre de 2025. (Foto CNS/Lola Gomez).

En presencia de un líder sunita, un líder ortodoxo griego, un líder chií, un líder ortodoxo sirio, un líder druso, un líder ortodoxo armenio, un líder protestante y un líder alauita, el Papa ha elogiado esta tarde al Líbano. Lo hizo el domingo, a su llegada a Beirut, ante el presidente del país y representantes de la sociedad libanesa, y lo ha vuelto a repetir hoy, junto a los líderes de las tradiciones religiosas.

El Papa fue recibido esta tarde en una gran carpa en la Plaza de los Mártires, por el Patriarca Sirio-Católico, el Patriarca Maronita, el Gran Imán Suní y el Representante Chií. Todos comprobaron cómo León XIV dio al olivo, símbolo de reconciliación y paz, el protagonismo del encuentro.

Intercalando canciones de un gran coro de niños, se fueron sucediendo las palabras de los líderes, hablando de unidad, de apertura, de convivencia y respeto, hasta que el Papa León XIV puso el olivo en el centro.

Olivo, símbolo de reconciliación y paz

Si el Líbano es famoso por sus majestuosos cedros, “el olivo también representa una piedra angular de su patrimonio”, dijo el Papa.  El olivo no sólo adorna el espacio donde nos reunimos hoy, sino que “también es alabado en los textos sagrados del cristianismo, el judaísmo y el islam, sirviendo como símbolo atemporal de reconciliación y paz”. 

Su longevidad y su gran capacidad para florecer incluso en los entornos más difíciles, “simbolizan la resiliencia y la esperanza, así como el compromiso constante necesario para cultivar la coexistencia pacífica”, subrayó León XIV.

“De este árbol proviene un aceite sanador, un bálsamo para las heridas físicas y espirituales, que expresa la infinita compasión de Dios por todos los que sufren”. Además, «el aceite también proporciona luz, evocando la llamada a iluminar nuestros corazones mediante la fe, la caridad y la humildad». 

El Papa León XIV, entre el cardenal Bechara Rai, patriarca de la Iglesia católica maronita (izquierda), y el jeque Abdul Latif Derian, gran muftí del Líbano, en una reunión ecuménica e interreligiosa el 1 de diciembre de 2025. En el extremo izquierdo, el jeque Ali Al-Khatib, vicepresidente del consejo musulmán chiita del país, y en el extremo derecho, el patriarca ortodoxo griego Juan X de Antioquía. (Foto CNS/Lola Gomez).

Constructores de paz

El pueblo libanés se encuentra disperso por el mundo, pero unido por la fuerza imperecedera y la herencia eterna de su patria, recordó León XIV. 

«Su presencia, aquí y en todo el mundo, enriquece la tierra con su herencia milenaria, pero también representa una vocación. En un mundo global, cada vez más interconectado, están llamados a ser constructores de paz: a combatir la intolerancia, superar la violencia y erradicar la exclusión; iluminando el camino hacia la justicia y la armonía para todos, mediante el testimonio de su fe”, manifestó.

Al principio, el Papa reconoció estar “profundamente conmovido e inmensamente agradecido de estar hoy entre ustedes, en esta tierra bendita, una tierra exaltada por los profetas del Antiguo Testamento”.

Vocación universal de la Iglesia: el diálogo con otras religiones

Luego, el Santo Padre citó en su discurso al Papa Benedicto XVI, que en su Exhortación apostólica postsinodal ‘Ecclesia in Medio Oriente’, firmada en Beirut en 2012, enfatizó que “la naturaleza y la vocación universal de la Iglesia exigen que esté en diálogo con los miembros de otras religiones”. 

“Este diálogo en el Medio Oriente se basa en los vínculos espirituales e históricos que unen a los cristianos con los judíos y los musulmanes. Este diálogo, que no está dictado primariamente por consideraciones pragmáticas de naturaleza política o social, se apoya sobre todo en fundamentos teológicos que interpelan la fe» (n. 19) .

Minaretes junto a campanarios de iglesias

Entonces, el Papa León dijo a los líderes que «su presencia hoy aquí, en este lugar extraordinario donde minaretes y campanarios se yerguen uno junto al otro, ambos elevándose hacia el cielo, da testimonio de la fe inquebrantable de esta tierra y de la firme dedicación de su pueblo al único Dios”. 

«En esta amada tierra, que cada campana y cada adhān suenen juntos; que cada llamada a la oración se funda en un solo himno, elevado no sólo para glorificar al misericordioso Creador del cielo y de la tierra, sino también para implorar de corazón el don divino de la paz”. 

Como superar la inquietud ante Oriente Medio

Durante muchos años, y especialmente en los últimos tiempos, “el mundo ha fijado su mirada en Oriente Medio, cuna de las religiones abrahámicas, observando el arduo camino y la incansable búsqueda del preciado don de la paz”, había dicho al principio León XIV.

“La humanidad a veces ve Oriente Medio con temor y desaliento, ante conflictos tan complejos y prolongados. Sin embargo, en medio de estas luchas, podemos hallar esperanza y aliento al centrarnos en lo que nos une: nuestra humanidad común y nuestra fe en un Dios de amor y misericordia”.

En una época en la que la coexistencia puede parecer un sueño lejano, “el pueblo libanés, a pesar de profesar diferentes religiones, es un ejemplo contundente: el miedo, la desconfianza y los prejuicios no tienen la última palabra, mientras que la unidad, la reconciliación y la paz siempre son posibles”. 

Virgen María, Madre de Jesús y Reina de la Paz

El Papa concluyó recordando “el 25 de marzo de cada año, día festivo nacional en su país”, en el que “se reúnen para honrar a María, Nuestra Señora del Líbano, venerada en su Santuario de Harissa, adornado con una imponente estatua de la Virgen con los brazos abiertos, abrazando a todo el pueblo libanés”. 

“Que este abrazo amoroso y maternal de la Virgen María, Madre de Jesús y Reina de la Paz”, pidió el Papa León XIV, “los guíe a cada uno, para que en su patria, en todo Oriente Medio y en todo el mundo, el don de la reconciliación y la coexistencia pacífica fluya «como ríos que fluyen del Líbano», (cf. Ct 4,15), que traigan esperanza y unidad a todos».

El autorFrancisco Otamendi

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