El día de la Inmaculada Concepción, mientras el Papa Francisco rendía su tradicional homenaje con un acto de veneración a la estatua de la Virgen María en la Escalinata de España, bajo la columnata Bernini de la Plaza de San Pedro se encendían las luces de los más de «100 belenes del Vaticano», que forman parte de la exposición del mismo nombre que permanecerá expuesta durante toda la Navidad. Un acontecimiento ya consolidado, que cumple su séptima edición y que este año se carga de un significado añadido dada la proximidad de la inminente apertura de la Puerta Santa para el Jubileo de 2025.
La inauguración estuvo presidida por Mons. Rino Fisichella, Pro Prefecto del Dicasterio para la Evangelización y responsable de la organización del propio Jubileo, junto con representantes del Dicasterio y del Ayuntamiento de Roma, que colabora en la exposición. Las actuaciones musicales de un coro de la escuela francesa Chateaubriand de Roma y de la banda de música del Cuerpo de la Gendarmería Vaticana enriquecieron la ceremonia.
Un caleidoscopio de colores y tradiciones
La exposición de este año presenta 125 belenes procedentes de diversos países de Europa y de todo el mundo, de Francia a Polonia, de Hungría a Estados Unidos pasando por varias naciones latinoamericanas y hasta Taiwán, a menudo representados por sus respectivas embajadas ante la Santa Sede.
Las obras expuestas reflejan claramente la inspiración e imaginación de los artistas, y están realizadas con una gran variedad de materiales, como papel japonés, seda, resina, poliestireno, lana, fibra de coco y vidrio. Entre las composiciones más significativas figura la llamada «Barca del Jubileo», realizada por una asociación florentina, que recuerda simbólicamente el propio logotipo del Año Santo.
No menos impresionante -según los propios organizadores- es el belén de la catedral de Santa María de Osaka, realizado con materiales típicamente japoneses como kimonos de seda y esteras de tatami, símbolo de la importancia del diálogo intercultural. También son significativos el belén llegado del Santuario del Cristo Redentor de Río de Janeiro, construido con fibras naturales de coco y plátano, y un Nacimiento de estilo napolitano, realizado en madera y corteza por un grupo de ciegos de la provincia de Caserta, testimonio de cómo el belenismo es un lenguaje universal que tiene la capacidad de contar el nacimiento de Cristo a través de las especificidades de cada pueblo o condición humana.
Símbolo de la evangelización
A lo largo de los años, la iniciativa ha adquirido una importancia creciente, no sólo artística, sino también pastoral y cultural, consolidándose como una cita esperada y frecuentada por creyentes, familias y visitantes de todo el mundo. Como señaló en varias ocasiones Mons. Rino Fisichella, Pro Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, al referirse al belén, «todo aquí nos habla de esperanza. Y nos invita a considerar nuestro presente para construir nuestro futuro».
De estas palabras se hacen eco aquellas con las que el Papa Francisco abre su Carta Apostólica dedicada precisamente al valor y significado del belén, «Admirabile signum» de 2019: «Al contemplar la escena de Navidad, se nos invita a ponernos en camino espiritualmente, atraídos por la humildad de Aquel que se hizo hombre para salir al encuentro de todo hombre”.
La exposición permanecerá abierta del 8 de diciembre de 2024 al 6 de enero de 2025, con entrada gratuita.