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El papel de la música en las celebraciones litúrgicas en África

¿Es cierto que se baila en las Misas en África? ¿Es verdad que sus celebraciones litúrgicas duran demasiado? Un seminarista africano responde a estas preguntas, desmiente los mitos y explica el modo tan profundo en el que los católicos de África viven la liturgia y la fe.

Avitus Mujuni·29 de marzo de 2025·Tiempo de lectura: 9 minutos
África

Unos niños bailan en una Misa celebrada por el Papa Francisco en Kenia, África (CNS photo / Paul Haring)

Cuando me preguntaron si estaría dispuesto a escribir un artículo que pudiera explicar a los no africanos el papel de la música en las celebraciones litúrgicas en África, el correo electrónico que recibí quería que me centrara en tres puntos importantes: “las razones del canto,” “la danza,” y “la duración de las Misas en África”.

Inmediatamente pensé en una afirmación que sigo escuchando aquí en Europa: “los africanos cantan y bailan durante las celebraciones litúrgicas, y por eso sus Misas duran mucho tiempo.” La afirmación no es del todo cierta, por lo que necesita ser elaborada. ¿Por qué nosotros los africanos cantamos y bailamos durante las celebraciones litúrgicas? ¿Realmente las Misas en África duran tanto? Como soy hijo de África, me atrevo a responder estas preguntas.

¿Por qué cantar durante las celebraciones litúrgicas?

Es muy importante recordar, en primer lugar, que África no ha inventado su propia liturgia. La Iglesia en África sigue las prescripciones de la Iglesia universal en cuanto a la liturgia y trata de ser siempre fiel a ellas. La Iglesia, “el pueblo del Nuevo Testamento,” es el pueblo de la Nueva Alianza sellada con la Sangre de Cristo, pero eso no significa que haya una ruptura con el Antiguo Testamento. En otras palabras, la Iglesia ha incorporado algunos actos del culto del pueblo de Israel en su liturgia, como es, por ejemplo, el canto.

En el Antiguo Testamento, los salmos son el libro de oración por antonomasia. Los salmos eran para ser cantados. La Iglesia también ha mantenido esta misma actitud respecto a los salmos y los ha utilizado más que ningún otro libro del Antiguo Testamento. Además, en los mismos salmos, el salmista no deja de exhortar al pueblo a cantar al Señor Dios (cfr. Sal 95, 1-2; 45,1; 92, 3-4; 104, 33, etc.) La fidelidad a la sagrada liturgia nos exige cantar durante la liturgia, y nosotros los africanos lo hacemos con el corazón lleno de alegría.

La Instrucción General del Misal Romano (IGMR) habla de la importancia del canto. “Amonesta el Apóstol a los fieles que se reúnen esperando unidos la venida de su Señor, que canten todos juntos salmos, himnos y cánticos inspirados (cfr. Col 3,16). Pues el canto es signo de la exultación del corazón (cfr. Hch 2, 46). De ahí que san Agustín diga con razón: “Cantar es propio del que ama,” mientras que ya de tiempos muy antiguos viene el proverbio: “Quien canta bien, ora dos veces” (IGMR, n. 39).

Más adelante, la IGMR insiste en dar gran importancia al uso del canto en la celebración de la Misa, siempre teniendo en cuenta la cultura de las personas y la capacidad de la asamblea litúrgica. Por lo tanto, el canto es uno de los elementos de la liturgia que la Iglesia ha recibido del Antiguo Testamento, y a la que la Iglesia en África intenta ser fiel. No está en modo alguno en desacuerdo con las normas de la Iglesia universal. Cantar durante la celebración de la Misa es bíblico y eclesial.

África y su cultura

Me gustaría insistir en el aspecto de la “cultura” que menciona la Instrucción General del Misal Romano. Cada persona tiene una cultura, y la cultura no es estática, es dinámica. Está cambiando todo el tiempo. Uno es africano antes de ser cristiano. Incluso después del bautismo, uno sigue siendo africano. Como la segunda razón por la que los africanos cantan y bailan durante la liturgia, es importante entender qué significan el canto y la danza en la cultura africana. La cultura tiene muchos elementos, uno de ellos es la música y la danza.

La siguiente descripción hecha por John S. Mbiti, un ex profesor de Estudios Religiosos en la Universidad de Makerere en Kampala, Uganda en su libro, “Introduction to African Religion”, puede ayudarnos a entender algo sobre la música y la danza africanas: “A los africanos les gusta mucho la música. Por lo tanto, la música, la danza y el canto se encuentran en todas las comunidades africanas. También encontramos muchos tipos de instrumentos musicales, siendo el más común el tambor. Hay tambores de muchas formas, tamaños y propósitos. Algunos tambores se utilizan sólo en relación con los reyes y jefes: estos tambores reales a menudo se consideran sagrados y no se pueden tocar comúnmente o por cualquiera. Hay tambores de guerra, tambores parlantes, tambores ceremoniales, etc. Otros instrumentos musicales incluyen xilófonos, flautas, silbatos, campanas, arpas, trompetas, liras, arcos de boca, cítaras, violines, sonajas y muchos otros. Están hechos de madera, cuero, calabazas, bambú, metal, palos, troncos de árboles e incluso, hoy en día, de latas y bidones. La música se utiliza en todas las actividades de la vida africana: en el cultivo de los campos, la pesca, el pastoreo, la realización de ceremonias, elogiando a los gobernantes y guerreros, acunando a los bebés para dormir, etc. La música y la danza africanas se han extendido a otros continentes (…) Son uno de los principales tesoros de la cultura y el patrimonio africanos”.

Al ser muy aficionados a la música, un africano comprende muy bien el espíritu de la liturgia de la Iglesia. Sabe que las rúbricas litúrgicas recomiendan que “hay que cuidar absolutamente que no falte el canto de los ministros y del pueblo en las celebraciones que se llevan a cabo los domingos y fiestas de precepto” (Cfr. IGMR, n. 40). Sin embargo, los africanos no cantan durante la liturgia para promover su cultura. ¡La liturgia no es un lugar para promover ninguna cultura! Cantan porque cantar es otra forma de orar a Dios (Cfr. Ex 15, 1-2; Ef 5, 19-20; St 5, 13; Ap 14, 2-3). En África, se han compuesto canciones litúrgicas que elevan a Dios la oración de bendición y adoración; la oración de petición; la oración de acción de gracias; y la oración de alabanza.

Ahora fijémonos en otro aspecto: las danzas. En una de sus entrevistas en 2008, al cardenal Francis Arinze, siendo en ese momento Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, le preguntaron: “¿Hay un momento en que se permite la danza durante la Misa y también qué hay de la música secular?” Su respuesta fue muy edificante. Dijo: “El baile no se conoce en el Rito Latino de la Misa. Nuestra Congregación lo ha considerado durante años. No hay un documento importante de la Iglesia sobre eso, pero la directiva que damos desde nuestra Congregación es esta: En la liturgia estricta (es decir, la Misa, los sacramentos), Europa y América no deberían hablar en absoluto de danza litúrgica, porque la danza tal como se conoce en Europa y América del Norte no es parte del culto. Entonces, deberían olvidarlo y no hablar de ello en absoluto. Pero es diferente en África y Asia, no como una concesión a ellos, sino porque su cultura es diferente”.

Por lo tanto, podemos hablar de danza litúrgica en África y Asia, pero no en Europa y América. Un lector no africano se preguntará: “¿Pero por qué?” Porque la cultura es distinta. Ahora bien, ¿cómo es su cultura distinta? El cardenal continuó: “Si le das a un africano típico los dones para llevar en la ofrenda, y le das a un europeo típico los mismos dones para llevar, si no se ven, el europeo caminará bastante rígido hacia el altar; el africano probablemente tendrá movimiento: derecha, izquierda. ¡No es un baile! Es un movimiento elegante para mostrar alegría y ofrenda. También en Asia tienen movimientos refinados que muestran respeto, adoración, alegría”.

Reverencia a lo sagrado en África

Antes de la llegada del mensaje del Evangelio a África, la religión tradicional africana rodeaba todas las esferas de la vida de un africano. Uno de los elementos notables de esta religión era el temor reverencial de lo “sagrado». Dondequiera que estuviera un africano, allí estaba su religión con él: en casa, en una reunión, en el campo, etc. Debido a esto, incluso las canciones y bailes eran respetuosos, hasta el punto de que eran una parte importante de los rituales.

Con la llegada del cristianismo, el baile africano naturalmente encajaba en la liturgia que adora al Dios verdadero. Pero no es “bailar” en el sentido en que un europeo o un americano lo entiende: ¡Un baile de sábado por la noche: un hombre, una mujer! Esa es una recreación que de ninguna manera puede ser incluida como parte del culto.

No pretendo “canonizar” las danzas africanas y hacer que las personas entiendan que todos los estilos de baile en África no contradicen la sacralidad de la liturgia. ¡De manera alguna! Incluso en África hay danzas que no son aceptables en la liturgia. Algunas no son aceptables en ningún evento religioso. Los objetivos de la Misa son cuatro: adoración, contrición, acción de gracias y petición; y un africano sabe cómo expresar externamente estas actitudes con sus movimientos que son respetuosos y al mismo tiempo catequéticos.

Lo que los europeos y americanos entienden como «bailes,» y que les suena un poco raro debido al concepto que tienen de lo que es un «baile,» podría llamarse propiamente «Lenguaje corporal durante la liturgia». Hablando de «lenguaje corporal», un himno inglés llamado «Now Thank We All Our God» compuesto por Martin Rinkhart me parece muy enriquecedor. Es un himno de acción de gracias y mira cómo comienza: “Ahora todos agradecemos a nuestro Dios, con el corazón, las manos y las voces…” La Misa es la celebración de la Eucaristía. Es una acción de gracias. Nuestra actitud interna durante la Misa también ha de manifestarse externamente. Un ser humano es cuerpo y alma. Tenemos que agradecer a Dios «con las manos y las voces.» Sin espacio para exageraciones, durante la Misa nuestras posturas y gestos; nuestros cantos y «bailes» deben manifestar lo que creemos y alimentar nuestra fe.

“Bailar” en la liturgia

Quizá mi pequeña experiencia en Europa también pueda ayudarme a explicar lo que he llamado «Lenguaje corporal durante la liturgia» como una explicación de por qué los africanos «bailan» en la liturgia. Aquí en Europa la gente le da mucha importancia a la sonrisa. ¿Por qué? La respuesta es fácil: porque muchas veces las acciones hablan más fuerte que las palabras. No basta con decir «Estoy bien,» la gente quiere que muestres que realmente estás bien, y ¿qué ayuda a hacerlo? ¡Una sonrisa! Entonces, ahora, ¿qué pasa cuando le decimos a Dios que estamos agradecidos, o que le sentimos, o que le adoramos desde lo más hondo de nuestro corazón, o que le estamos pidiendo algún favor? ¿No le parece bien ante Dios que también mostremos eso externamente con nuestras posturas y gestos?

La explicación anterior me parece útil porque muchas veces, al hablar de los llamados «bailes litúrgicos,» uno piensa en una celebración de Misa en África como una especie de «banquete» donde la gente va a cantar y bailar, sudar y entrar en una forma de éxtasis antes de regresar a casa el domingo al mediodía. Esta es una comprensión equivocada. Los bailes litúrgicos en las celebraciones litúrgicas en África son movimientos refinados que deben entenderse en el contexto de gestos y posturas litúrgicas. Siendo ese el caso, estos movimientos miran hacia los cuatro objetivos de la Misa: adoración, contrición, acción de gracias y petición. Los obispos de cada país vigilan esto, y los bailes que no ayudan a ese fin normalmente están prohibidos.

Las Misas “largas” de África

Finalmente, digamos algo sobre la duración de las Misas en África. Este es un gran debate entre los católicos no africanos. Muchos dicen que las Misas en África duran mucho tiempo. Hay muchos europeos y americanos que hablan del asunto. Aquí es importante hacernos algunas preguntas: ¿Realmente las Misas en África duran mucho tiempo? Si es así, ¿por qué? ¿Es edificante o no edificante? ¿Tiene que ver con la cultura africana? ¿Cuánto tiempo debería durar la Misa?

En mi continente, hay muchas parroquias donde los sacerdotes celebran tres o cuatro Misas en la parroquia cada domingo: es decir, a las 6:30 am, a las 8:30 am, a las 11:00 am y posiblemente a las 4:00 pm con niños. ¿Esas Misas dominicales de 2 horas también entran en la categoría de “Misas largas”? ¡Ciertamente no deberían!

Sin embargo, podemos considerar otro escenario. Una Misa con motivo de Ordenación Sacerdotal o Episcopal que comienza con una procesión a las 9:00 am y termina a las 2 pm. Creo que este segundo escenario es el considerado por muchos que hablan de Misas largas en África. Aquí es importante ser realistas: en África, las iglesias están llenas de gente. El número de cristianos sigue aumentando año tras año. Cuando tienes fiestas como las ordenaciones, el número es aún mayor porque numerosos invitados vienen a celebrar con sus seres queridos. Entonces, una procesión con 400 personas lleva tiempo, más que una con 50 personas. Estas personas luego llevan su ofrenda en la Misa y muchos de ellos reciben la comunión. Todo eso lleva tiempo, pero, en realidad ¡es el tiempo que tiene que tardar! Tenemos que aceptar que mientras algunos celebran en iglesias vacías, otros celebran en iglesias llenas de gente. Esto no es razón para que algunos se pongan tristes. ¡Creemos en una Iglesia, santa, católica y apostólica!

La catequesis y las homilías

Además de considerar el número de los que asisten a la Misa en África, se ha dicho mucho y se sigue diciendo sobre la duración de las homilías. Muchos dicen que las Misas en África tardan mucho porque los sacerdotes predican mucho. Sí, personalmente conozco sacerdotes que predican durante una hora en las Misas dominicales. Aunque es cierto que una homilía no es una clase, ¿la prudencia pastoral no debe guiar a un sacerdote en cuanto a la duración de su homilía dada la situación real de su rebaño?

En muchas partes de África, muchos jóvenes cristianos asisten a la catequesis antes de recibir los sacramentos de la Eucaristía y la Confirmación y después de eso solo regresan para la catequesis mientras se preparan para el sacramento del Matrimonio. En esta situación, hay que tener cuidado con algunas ideas que quizá no son del todo positivas para mis hermanos africanos.

Creo que el cardenal Robert Sarah, un prelado africano, tiene toda la razón cuando escribe en su libro, “Se hace tarde y anochece”: “¿De qué se van a alimentar los fieles si se limitan a escuchar una vez a la semana una homilía de diez minutos? Decir que al cabo de diez minutos la gente deja de escuchar es mentir: si su capacidad de atención es tan reducida, ¿cómo consiguen pasarse horas y horas delante de la televisión?”

¿Quizá esto tenga algo que ver con la cultura africana? Aquí es importante subrayar que en África una fiesta es realmente una fiesta, ¡así como un funeral es realmente un funeral! Un africano sabe dedicar su atención, energía, recursos y tiempo para asegurarse de que tales momentos no se les niegue su máxima importancia. Por lo tanto, le es razonable que una gran celebración como la Misa de ordenación sacerdotal o una ordenación episcopal dure cuatro o cinco horas. Todos los presentes están contentos y nadie tiene prisa cuando se trata de tales acontecimientos. La calidad del momento es más importante que la cantidad de tiempo que pasa. En Europa, quizá la gente piensa en términos cuantitativos. Por eso, no resulta sorprendente que muchos católicos no africanos se sorprendan por cuánto tardan las Misas en África.

Sin embargo, nuestra praxis no es perfecta, así como ninguna praxis es perfecta. Puede haber exageraciones aquí y allá que hacen que las Misas en África tarden más de lo que deberían. Ahí es donde la catequesis tiene que jugar un papel importante, y así hacer posible que las homilías sean breves. También tenemos que formar a nuestros queridos cristianos para evitar largas, ruidosas procesiones de ofrenda, adornadas con interminables danzas. Todo requiere moderación. Que nuestra lucha sea hacer todo lo posible para que todos los que asistan a la Misa participen con esa «actuosa participatio» (participación activa) de la que habla el Concilio Vaticano II. Por supuesto, esto no tiene nada que ver con tratar de discutir sobre el tiempo máximo permitido para una Misa.

El autorAvitus Mujuni

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