Lecturas del domingo

«Yo guardaba todas esas cosas en mi corazón». Domingo de la Sagrada Familia

Andrea Mardegan comenta las lecturas del domingo de la Sagrada Familia y Luis Herrera ofrece una breve homilía en vídeo. 

Andrea Mardegan·23 de diciembre de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos
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Después de dos días de vanos intentos, regresamos con José al templo decididos a llegar hasta donde las mujeres no podían entrar. Les pedimos a los ángeles del Señor que nos protegieran. Encontramos el camino: conocía bien al templo, las calles secundarias y desiertas. Me tapé un poco la cara y no me hicieron caso. Llegamos a un salón donde los maestros solían reunirse para discutir las Escrituras. Oímos su voz inconfundible. Miramos la escena con asombro: estaba sentado como el maestro de los maestros, y todos a su alrededor. Sentimientos diversos se mezclaban en el corazón de José y en el mío.

La alegría y la gratitud a Dios por haberlo encontrado sano y salvo, y luego estupor: ¿no debería haber esperado hasta ser adulto? Allí se estaba revelando como el maestro de los sabios de Israel, y sólo tenía doce años. José y yo nos dimos cuenta de que Jesús sabía mucho mejor que nosotros las cosa que le habíamos enseñado. ¿Por qué no nos había dicho nada, y nos había hecho sufrir tanto? Jesús “los escuchaba y les preguntaba” y los maestros “estaban asombrados por su inteligencia y sus respuestas”.

Tuvimos la secreta alegría de que otras personas, y con autoridad, habían conocido y admirado un poco el inefable misterio de nuestro hijo. Pero a José le entró el miedo: ahora lo alaban, pero ¿luego qué será? Herodes consultó a sacerdotes y a escribas para saber a dónde iba a nacer el Mesías y engañó a los magos para matar a Jesús. Y mató a los niños de Belén… Quizá algunos de ellos se pueden acordar y hacer un calculo de los años que han pasado… Me dijo al oído: “Vámonos lo antes posible. Mezclémonos con la multitud”.

Lo escuché, recuperé fuerza y di un paso adelante sin preocuparme de los doctores del templo, orgullosa de ser la madre de ese prodigio. Pensaba: vosotros le escucháis con tanta atención, pero ahora este me escucha a mí. “Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira que tu padre y yo, angustiados, te buscábamos”. Nombré a José antes de mí, el padre de familia, que me había apoyado y guiado en esos tres días. Jesús nos sabía muy unidos y por eso nos respondió a los dos: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debo ocuparme de los asuntos de mi Padre?”

No entendimos su respuesta. Pensamos: ¿no están también las cosas de tu Padre en Nazaret y en el trabajo de José? Pero nos quedamos callados. Comprendimos que estaba demasiado por encima de nosotros. Además, mezclado con su origen divino, también había algo de adolescencia humana. Mejor esperar. Volveremos a hablar con él en un momento propicio. Después. En casa. Y funcionó. Regresó con nosotros. Fue dócil y amorosamente disponible. “Y crecía en sabiduría, en edad y en gracia”. Yo “guardaba todas estas cosas” en mi corazón.

La homilía sobre las lecturas del domingo de la Sagrada Familia

El sacerdote Luis Herrera Campo ofrece su nanomilía, una pequeña reflexión de un minutos para estas lecturas.

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