Familia

Ángel Lasheras: «Uno de nuestros objetivos es dar a conocer Torreciudad a un público más amplio»

El santuario de Torreciudad volverá a acoger la Jornada Mariana de la Familia, un encuentro que reúne a comienzos de septiembre a miles de familias. Este año cumplirá su edición número treinta y será presidido por mons. Juan Carlos Elizalde, obispo de Vitoria. En su programa incluye la celebración de la Eucaristía en el altar de la explanada, ofrendas a la Virgen y el rezo del rosario. Charlamos con el rector sobre este evento, la evangelización de las familias y las novedades que ofrece el santuario.

Javier García·11 de agosto de 2022·Tiempo de lectura: 5 minutos

El 1 de julio de 2022 don Ángel Lasheras cumplirá su primer año como rector de Torreciudad. A los 67 años, este gallego sonriente y cercano recibió un encargo que poco tiene que ver con la soñada jubilación a la que se suman muchas personas a esa edad. Si a día de hoy todavía hay quienes usan la expresión de que “vives como un cura”, no parece que el tópico pueda aplicarse en este caso.

Muchos santuarios marianos están enclavados en lugares geográficos poco accesibles, y Torreciudad no es una excepción, por lo que no es tan fácil que vengan multitudes a visitarlo. Sin embargo, también en esto hay excepciones, y una de esas ocasiones tiene lugar cada año —excepto los pasados dos años del Covid— los primeros días de septiembre, cuando muchas familias se acercan para participar en un encuentro que lleva ya treinta ediciones. 

Charlamos con el rector también acerca de la familia y otros asuntos relacionados con la labor pastoral que se desarrolla en Torreciudad. 

En Torreciudad la Virgen María se vuelca con sus hijos…

Nuestra Madre se vuelca con todos, especialmente con los que más lo necesitan o los que están más alejados de su Hijo Jesús. En Torreciudad el cariño de la Virgen María se manifiesta con milagros sencillos, pero continuos. Ya decía san Josemaría que los grandes milagros de Torreciudad tendrán que ver con la conversión interior de las almas, especialmente a través de la confesión.

En septiembre celebran la trigésima edición de la Jornada Mariana de la Familia, ¿qué valoración hacen de estas tres décadas? 

La Jornada Mariana de la Familia siempre ha sido uno de los grandes eventos anuales de Torreciudad. Y gracias a Dios y a la Virgen seguirá siendo así. Este año lo vamos a vivir con especial ilusión tras dos años de pandemia. Vemos que mucha gente tiene ganas de venir y está preparando viajes con tiempo. 

Por este encuentro multitudinario y por otras actividades que se hacen en torno a la familia, nos gustaría que Torreciudad fuera conocida como el “santuario de la familia”. Por ejemplo, en los próximos meses tendrán lugar actividades dirigidas a matrimonios —“proyecto de amor matrimonial”—, a jóvenes profesionales y a gente todavía más joven, con el fin de ahondar en la importancia del núcleo familiar, de la relaciones padres-hijos, del noviazgo, etc. Y esperamos ampliar la oferta de este tipo de planes para personas de toda España y durante todo el año. 

Durante la jornada hay unas ofrendas a la Virgen. ¿En qué consisten y cómo se puede participar?

Es muy sencillo: las familias que lo deseen o las parroquias, colegios y asociaciones, ofrecen a la Virgen flores, algunos productos de la tierra, imágenes de la Virgen que han traído para dejarlas en la galería de imágenes del santuario, etc. De modo ordinario, nos escriben a través de nuestra web para informarnos o incluso nos lo dicen directamente el día de la jornada. Lo importante es facilitar que las familias puedan participar con entusiasmo y alegría, y toda la familia unida…

En treinta años la familia ha cambiado mucho.

¡Desde luego, ya lo creo! La Iglesia es consciente de las dificultades que afrontan los matrimonios, pues el espíritu de familia cristiana se ha diluido. 

Supongo qué ocurrirá en todos los santuarios de la Virgen, pero en Torreciudad corroboramos que vienen muchas familias —y no solo en la Jornada Mariana, sino también a largo del año— que se recomponen por dentro por haber tenido un encuentro con María, o con el sacramento de la Penitencia, o por el ambiente de paz que se respira en el santuario… La gracia de Dios les toca de cerca. 

Es verdad que no somos un santuario con la afluencia de peregrinos que tiene El Pilar, Fátima, Lourdes o Montserrat, por ejemplo, donde acuden millones de personas, pero queremos que siga creciendo el número de personas que vengan aquí a rezar a la Virgen, también de otros países. Podemos decir que Torreciudad ya es un santuario internacional —universal, diría yo—, aunque en pequeña escala.

El nuevo santuario está a las puertas de cumplir 50 años, y queremos seguir relanzando este atractivo proyecto para los peregrinos del siglo XXI iniciado en 2018 con el que ya estamos viendo abundantes frutos en este año después de la pandemia. 

¿Considera que Torreciudad es suficientemente conocido?

Sí y no. Al ser el nuevo santuario una iniciativa del fundador del Opus Dei, muchas personas que son de la Obra o que participan de sus apostolados lo conocen y hablan de él, y traen a sus amigos y familiares. Pero este es uno de nuestros principales objetivos  que tenemos ahora mismo por delante: dar a conocer Torreciudad a un público mucho más amplio, tenemos que llegar a muchísima más gente, porque esta es una casa de la Virgen para todo el mundo. 

Y lo vamos comprobando día tras día: es una maravilla ver llegar a dos autobuses con chinos católicos que venían de Barcelona y que celebraron misa en la capilla de la Virgen de Guadalupe; o atender a un numeroso grupo de fieles de la ciudad de Marsella que traían una reproducción de la Patrona de su ciudad, Notre Dame de la Garde; o acoger a un grupo de parroquianos llegados de México con su sacerdote, Legionario de Cristo…

También nos alegra mucho que los sacerdotes del entorno vengan con sus feligreses, con los chicos que se preparan para la confirmación o la comunión. 

Y también vienen inmigrantes que residen en España…

Uno de los acontecimientos anuales del santuario es la peregrinación de la Virgen del Quinche de Quito, en la que se concentran miles de ecuatorianos en el mes de noviembre. Y muchos otros ciudadanos de muchos pueblos de América vienen en pequeñas peregrinaciones con sus advocaciones más queridas. O los ucranianos, que celebran aquí su eucaristía cada año en el rito greco-católico. Incluso de países africanos, como Guinea Ecuatorial, también nos visitan. En este último caso, vinieron en julio y les celebró la Eucaristía el Obispo de Barbastro, mons. Ángel Pérez Pueyo.

Lo cierto es que hay cada vez más comunidades, de tipos muy variados, que están encontrando en Torreciudad una segunda casa. 

¿Cómo está siendo la acogida de las nuevas experiencias evangelizadoras que ofrece el santuario?

Muy positiva. Se nota que vienen muchos peregrinos por este motivo. El espacio “Vive la experiencia de la fe” ofrece una evangelización muy catequética, centrada en lo principal de la Revelación. Es una forma de resaltar el kerigma, el anuncio originario de la fe a través de medios totalmente actuales: vídeos interactivos, gafas de visión en tres dimensiones… Y luego está la experiencia del vídeo-mapping, que permite contemplar el espléndido retablo de Torreciudad de un modo diferente, quizás más intenso, y que está ayudando a valorarlo todavía más. Creo que su éxito se basa en que ayuda a hacer oración con él. La gente sale muy removida. 

Vamos, que están haciendo un esfuerzo para dejar huella en los peregrinos. 

Sí, eso es. Pero somos conscientes de una realidad de la vida sobrenatural: nunca sabes qué fruto tendrá lo que siembras, pues el fruto es de Dios y de nuestra Madre la Virgen.

Un ejemplo reciente: este año vino un matrimonio mexicano de la ciudad de Monterrey con sus tres hijos. Venían a agradecer la vida de su abuelo, ya fallecido. Resulta que el abuelo, en los años ochenta del siglo pasado, hizo un curso de retiro espiritual en una casa de formación del Opus Dei a las afueras de aquella ciudad, cuya ermita está dedicada a la Virgen de Torreciudad. Nosotros no lo sabíamos. Delante de aquella imagen, el abuelo tuvo una conversión espiritual que le llevó a tratar más a Dios.

Él quedó muy impactado, hasta tal punto que vino a conocer el santuario. Y regresó a su país tan emocionado que se propuso impulsar la construcción de una iglesia para fomentar la devoción a la Virgen de Torreciudad en su ciudad, Monterrey. Y hoy existe una iglesia en aquella gran urbe mexicana dedicada a Nuestra Señora de Torreciudad. Solo hace falta entrar en Google y comprobarlo: “Nuestra Señora de Torreciudad en Monterrey”. No lo sabíamos hasta ahora, pero podemos afirmar que es… ¡la primera iglesia del mundo dedicada a la Virgen de Torreciudad fuera del santuario! 

Si te digo la verdad, me gustaría ir a conocerla, y espero lograrlo a principios del año que viene.

Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica
Banner publicidad
Banner publicidad