Vaticano

Quién cobra en el Vaticano

Con una superficie de 0,49 km² y una población de unos 900 habitantes, el Vaticano representa el centro de la Iglesia católica, desde donde ésta es gobernada. Pero también es una nación pequeña, que cuenta con trabajadores suficientes y remunerados para llevar a cabo su misión.

Alejandro Vázquez-Dodero·10 de junio de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

Foto: guardias suizos. © CNS photo from Reuters

Traducción del artículo al italiano

¿Qué tipo de trabajos hay en el Vaticano?

En el Vaticano se desempeña todo el trabajo necesario para el gobierno de la Iglesia fundada por Cristo. También es una nación –por eso es denominado “Estado de la Ciudad del Vaticano”– y mantiene relaciones diplomáticas con casi todos los países del mundo. Se puede establecer una distinción básica entre los oficios precisos para el gobierno eclesial, y los trabajos requeridos por las infraestructuras propias de un Estado.

Por un lado trabajan en el Vaticano quienes gobiernan los llamados Dicasterios –grandes organismos de la Iglesia– y quienes los administran. Por otro lado, hay que contar con aquellos que se ocupan de otra gran diversidad de empleos propios del Estado de la Ciudad del Vaticano. Desde la gestión y mantenimiento del patrimonio, hasta los museos y todo lo relacionado con la cultura, pasando por la atención del turismo, la seguridad –incluyendo la Guardia Suiza– y multitud de aspectos que requieren atención y mantenimiento. Por ejemplo los jardineros, bomberos o enterradores, así como los oficios típicos de suministro y mantenimiento de cualquier país desarrollado.

¿Quién puede trabajar en el Vaticano?

Los empleados del Vaticano son en su mayoría clérigos que trabajan en la Santa Sede, guardias suizos y, finalmente, funcionarios de Estado. Otros muchos, no necesariamente laicos ni funcionarios, y obviamente hombres o mujeres, trabajan en el Vaticano aunque residen fuera –en Roma o ciudades aledañas–. Muchos son ciudadanos italianos o de otras nacionalidades distintas de la vaticana.

El sistema de gobierno de la Iglesia –referido como Curia romana– está principalmente ocupado por clérigos, según decíamos. También hay ciertas labores que dan soporte a la Curia y son desempeñadas por laicos. Por ejemplo, trabajos administrativos o de gestión, labores éstas no referidas propiamente al gobierno eclesial.

La cualificación profesional requerida a todos aquellos trabajos no desempeñados por los clérigos que integran la Curia romana será la que ordinariamente se requiera en el ámbito civil. En áreas altamente especializadas, como la economía o la comunicación, se va abriendo paso la necesidad de profesionales y directivos cualificados. Como es natural, contarán con criterios propios de empleabilidad y retribuciones acordes a tal condición.

Tanto el salario como las prestaciones sociales distinguen según se trate de un clérigo o de un laico. Y, desde que san Juan Pablo II así lo dispusiera, se atiende de modo particular a quienes deben sacar adelante a su familia, con unas prestaciones de tipo económico especialmente concebidas para ese personal.

¿Se requieren otras condiciones para trabajar en el Vaticano?

La normativa vaticana –y en particular el Reglamento general de la Curia romana– es muy clara al exigir a esos empleados una serie de exigencias de alineamiento con la misión espiritual del Romano Pontífice y de la Iglesia, que trascienden la pura prestación laboral o desarrollo técnico de un oficio.

Cuenta con unos requisitos de idoneidad, exige los compromisos expresados en la profesión de fe y en el juramento de fidelidad y observancia del secreto de oficio y, para quienes es requerido, el secreto pontificio; da por hecho que el empleado observará una ejemplar conducta moral, incluyendo la vida privada y familiar, en conformidad con la doctrina de la Iglesia; y en general la normativa prescribe la prohibición de obrar de formas que no se adecúen a un trabajador de la Santa Sede.

En lo que se refiere específicamente al trabajo de los laicos, cabe preguntarse si para muchos empleos es sostenible un sistema de función pública. O quizá sería preferible un recurso más frecuente al mercado de trabajo. De todos modos, la Sede apostólica cuenta con unas políticas de personal que velan por una seria selección de los empleados, incluyendo los referidos requisitos de rectitud personal, moral y religiosa. De este modo, se favorece una dimensión para este tipo de trabajos como es la confianza. Y en cuanto a los laicos, según señalábamos más arriba, prevé la posibilidad de asumir trabajadores altamente cualificados a los que se les pueda atraer, junto con unas bases éticas y de comprensión de la misión eclesial, con retribuciones comparables con las que se dan en el mercado para servicios análogos. Se trata en definitiva de contar con personas rectas, bien formadas, leales y trabajadoras.

¿Y cómo accede un clérigo a trabajar en la Curia romana?

Son varias las posibilidades de que un clérigo llegue a trabajar en la Santa Sede, como la confianza que tenga con un superior porque coincidieran en el seminario o en la diócesis de origen; destacar en los estudios realizados en las universidades pontificias o en general los cursos de formación ofrecidos por la Curia romana; ser recomendado por una autoridad eclesiástica o civil a la Sede Apostólica; o la manifestación del propio clérigo a ocupar ese puesto laboral.

¿Cuántas personas trabajan en la Santa Sede?

El Vaticano cuenta con una oficina que tiene la función de contribuir a la consolidación de la comunidad laboral. Se ocupa de aquellos que trabajan en la Curia romana y en el gobierno de la Ciudad del Vaticano como Estado, en los organismos o entes administrativos de que se trate. Además, facilita la formación profesional, con el objetivo claro de que todos esos empleados sean conscientes de que están prestando un servicio a la Iglesia universal.

Según datos de dicha oficina recogidos en el anuario pontificio de los últimos años, en la Curia romana trabajan unas 2000 personas, sin contar el personal a tiempo parcial. De estos, algo más de la mitad se ocupa de los dicasterios (tribunales, oficios…), otro cuarto trabaja en otros organismos y el último en nunciaturas.

Algunos datos que pueden ilustrarnos, para hacernos una idea de las dimensiones laborales de las que estamos hablando. Los museos vaticanos emplean a unos 700 trabajadores, la Secretaría de Estado ocupa a otros 200, de las cuales una cuarta parte son personal diplomático; el Archivo Secreto Vaticano y la Biblioteca Apostólica Vaticana dan empleo a unas 150 personas.

Pero la Curia romana es una administración muy modesta en comparación con cualquier ministerio de un país. Por ejemplo, en España el más pequeño de sus ministerios cuenta con unos 2000 empleados, lo que supera la totalidad de trabajadores del Vaticano.

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