Vaticano

El Papa relanza el Pacto Educativo Global

Giovanni Tridente·1 de noviembre de 2020·Tiempo de lectura: 5 minutos


Con creatividad y valentía, promotores de un camino de esperanza

Un año y medio después del primer llamamiento, el Papa Francisco ha vuelto para relanzar el Pacto Educativo Global, para reconstruir un mundo más acogedor, justo y solidario, partiendo de las bases de la educación de las nuevas generaciones.

Aceptar el desafío que nos presenta la historia y firmar juntos un pacto educativo global, que tiene como objetivo “mirar más allá” de la situación inmediata de las emergencias sociales individuales y específicas, para volver a poner a la persona en el centro y construir así un futuro sostenible para cada integrante de la familia humana. En estas pocas líneas se puede resumir la gran perspectiva de futuro, sin duda profética, que se apoya en la necesidad educativa, iniciada por el Papa Francisco hace más de un año. El 12 de septiembre de 2019, el Santo Padre apeló con un Mensaje a todos los representantes de la tierra, para que cada uno ponga su parte en un ámbito tan central para las generaciones futuras, como es el de la educación.

En retrospectiva, se advierte que este tema representa una visión ya expresada muchas veces a lo largo del pontificado, en particular en la estructura de la exhortación apostólica Evangelii gaudium y en la encíclica Laudato si’, que por razones obvias remiten a las orientaciones del Concilio y del postconcilio

Ya Benedicto XVI…

Cómo no recordar, en esta línea, también la gran aportación que ya había hecho Benedicto XVI en su Magisterio. Es de 2008 la célebre Carta a la diócesis y la ciudad de Roma “sobre la tarea urgente de la educación”, en la que enumeraba la cercanía y la confianza que surgen del amor como claves para iniciar una auténtica educación, empezando desde la experiencia fundamental en la familia. Ratzinger no escatimaba en decir que incluso si la responsabilidad es principalmente personal, es “una responsabilidad que compartimos juntos, como ciudadanos de unamisma ciudad y de una misma nación, como miembros de la familia humana y, si somos creyentes, como hijos de un único Dios y miembros de la Iglesia”.

Francisco…

Volviendo al documento programático del pontificado del Papa Francisco, la Evangelii gaudium, es evidente aquella tarea de la salida misionera, que llama a cada uno a llevar el anuncio del Evangelio “en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo”, para descubrir y transmitir esa “mística” del vivir juntos y experimentar la verdadera fraternidad. En Laudato si’ la referencia a la educación es muy precisa y en torno a ella es necesario crear comunidades inclusivas, que sepan escuchar y dialogar de manera constructiva, iniciando procesos de intercambio y transformación para garantizara las generaciones futuras un porvenir de esperanza y paz.

Todos estos aspectos resurgieron de manera más patente en la tercera encíclica de hace unas semanas, Fratelli tutti, donde, a partir de la rica tradición de la Doctrina Social de la Iglesia, la complejidad de los asuntos humanos, con sus puntos oscuros y sus dramas, se proyecta con una luz de esperanza, soñando con un futuro mejor para todos los habitan habitantes de la tierra, hijos del mismo Padre y, por tanto, hermanos.

El Pacto Mundial

El Mensaje con que en 2019 el Papa invitó a un pacto educativo global no explicita una acción concreta en sí, ni define un programa, pero podríamos decir que inicia un proceso, llama a un compromiso, invita a una alianza. En definitiva, convoca a todas las personas de buena voluntad que se sientan llamadas a hacerlo, incluso con las diferencias recíprocas, para poner sus fuerzas al servicio de un proyecto común. Sí habla el Papa explícitamente de una Aldea de la educación, donde “se comparta en la diversidad el compromiso para generar una red de relaciones humanas y abiertas”, después de haber preparado primero el terreno “de la discriminación con la introducción de la fraternidad”.

Todavía en esta aldea –“para educar a un niño se necesita una aldea entera”, dice Francisco refiriéndose a un proverbio africano– será posible adaptar la educación a todos los componentes de la persona: estudio y vida, en los profesores, estudiantes, familias y sociedad civil, con todas las expresiones intelectuales, artísticas, deportivas, políticas y empresariales…

El impulso lanzado por el Pontífice hace más de un año recordó finalmente en definitiva “la valentía de colocar a la persona en el centro”, “la valentía de invertir las mejores energías con creatividad y responsabilidad” y “la valentía de formar personas disponibles que se pongan al servicio de la comunidad”.

Un nuevo impulso 

La idea era reunir en Roma a personalidades públicas que, a nivel mundial, tienen puestos de responsabilidad y preocupación por el futuro de los jóvenes, para reflexionar juntos sobre cómo iniciar “procesos de transformación” y encontrar soluciones que conduzcan a “un humanismo solidario, que responda a las esperanzas del hombre y al diseño de Dios”.

Este evento había de tener lugar el 14 de mayo de este año pero luego se pospuso por razones relacionadas con la pandemia de Coronavirus. 

Mientras tanto, el 15 de octubre, con un acto en la Pontificia Universidad Lateranense coordinado por la Congregación para la Educación Católica, esta idea del Pacto Educativo Global se ha relanzado de manera aún más explícita y urgente, también gracias a la experiencia de la emergencia sanitaria.

La iniciativa ha contado con un video-mensaje de la directora general de UNESCO Audrey Azoulay, quien refiriéndose a la pandemia ha subrayado cómo ha “mostrado todas las desigualdades sociales existentes”, una crisis que afecta especialmente a los más vulnerables y “ha desencadenado lo que se puede definir como globalización de la indiferencia, especialmente hacia los más frágiles”.

Era muy esperado el mensaje del Papa Francisco. Esta segunda intervención, este “relanzamiento” un año y medio después, no podía dejar de tener en cuenta el Covid-19, y que las palabras de apertura del Santo Padre empezaron aquí mismo: la emergencia sanitaria “ha acelerado y amplificado muchas de las urgencias y emergencias que habíamos constatado, y ha manifestado muchas otras”.

Pero el Papa advierte de inmediato: las medidas de salud podrán ayudar, pero es imprescindible acompañarlas “de un nuevo modelo cultural”, que no puede dejar de anteponer la dignidad de la persona humana.

La educación, en este punto, representa -y el Papa lo reitera- “una de las formas más efectivas de humanizar el mundo y la historia”, “antídoto natural de la cultura individualista”. 

Por tanto, es necesario un “itinerario integral”, lo llama Francisco, un “camino compartido”, que lleve a superar la soledad y la desconfianza, pero también la indiferencia hacia las formas de violencia, abuso y esclavitud, incluida la explotación planeta.

Siete objetivos concretos

La llamada a la urgencia de firmar un pacto educativo viene dictada también por la actual crisis de salud, por lo que el llamamiento final del Papa es involucrar a todos en un “proceso plural y multifacético” con siete objetivos concretos: poner en el centro a la persona, su dignidad y su singularidad; escuchar la voz de los niños, muchachos y jóvenes; promover la plena participación de las niñas y las muchachas  en la educación; considerar a la familia como primer e indispensable sujeto educador; educarnos unos a otros para la acogida a los marginados y vulnerables; reformar la economía y la política a favor del bien común y la ecología integral; finalmente, proteger la casa común de la explotación de los recursos, exigiendo estilos de vida más sobrios y desarrollando una verdadera economía circular. Una llamada a la valentía, a la creatividad, para ser promotores de un camino de esperanza.

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