Vaticano

“Se necesitan cristianos luminosos” con esperanza, pide el Papa en Nicosia

Aprender de la experiencia sinodal ortodoxa y la necesidad de ser “cristianos luminosos” curados por Jesús de las “cegueras del corazón”, son algunos de los mensajes principales del Papa Francisco desde Nicosia (Chipre).

Rafael Miner·3 de diciembre de 2021·Tiempo de lectura: 5 minutos
Papa Nicosia

Foto: El papa celebra la Misa en el GSP Stadium de Nicosia ©CNS photo/Paul Haring

El encuentro con el arzobispo ortodoxo de Chipre, Su Beatitud Crisóstomos II, y con el Santo Sínodo en la catedral ortodoxa; la Santa Misa en el GSP Stadium de Nicosia, y la oración ecuménica con los migrantes, han marcado la agenda del Papa Francisco en su estancia del viernes en la capital chipriota.

En la memoria de san Francisco Javier, el Papa alentó en la homilía de la Misa a la necesidad de ser “cristianos luminosos”, que “lleven la luz recibida de Cristo para iluminar la noche que a menudo nos rodea”. El punto de partida fue el Evangelio de san Mateo, que habla de la curación de los ciegos que van hacia Jesús, juntos le llevan sus sufrimientos y anuncian con alegría su curación. Lo hacen porque “perciben que, en la oscuridad de la historia, Él es la luz que ilumina el mundo».

“¡Hijo de David, ten piedad de nosotros!” Los dos ciegos del Evangelio ―dijo el Santo Padre―, “se fían” de Jesús y lo siguen en busca de luz para sus ojos. Y lo hacen porque “perciben que, en la oscuridad de la historia, Él es la luz que ilumina las noches del corazón y del mundo, que derrota las tinieblas y vence toda ceguera”. 

Cegueras del corazón: acudir a Jesús

“También nosotros, como los dos ciegos, tenemos cegueras en el corazón. También nosotros, como los dos ciegos, somos viajeros a menudo inmersos en la oscuridad de la vida. Lo primero que hay que hacer es acudir a Jesús, como Él mismo dijo: ‘Vengan a mí todos los cansados y abrumados por cargas, y yo los haré descansar’ (Mt 11,28). ¿Quién de nosotros no está de alguna manera cansado y abrumado?”, se preguntó el Santo Padre. “Pero nos resistimos a ir hacia Jesús; muchas veces preferimos quedarnos encerrados en nosotros mismos, estar solos con nuestras oscuridades, autocompadecernos, aceptando la mala compañía de la tristeza. Jesús es el médico, sólo Él, la luz verdadera que ilumina a todo hombre (cf. Jn 1,9), nos da luz, calor y amor en abundancia. Sólo Él libera el corazón del mal”.

El “primer paso” indicado por el Papa ha sido, por tanto, “ir hacia Jesús”: darle la posibilidad de curarnos el corazón.  Si cada uno piensa en sí mismo, no podrá curarse la ceguera, añadió. El “segundo paso” es llevar “juntos” a Jesús nuestras heridas.  “Frente a cada oscuridad personal y a los desafíos que se nos presentan en la Iglesia y en la sociedad”, señaló Francisco, somos llamados “a renovar la fraternidad”, puesto que, “si permanecemos divididos entre nosotros, si cada uno piensa sólo en sí mismo o en su grupo, si no nos juntamos, si no dialogamos, si no caminamos unidos, no podremos curar la ceguera plenamente”. 

Se trata del “signo elocuente de la vida cristiana, el rasgo distintivo del espíritu eclesial”, subrayó el Santo Padre, que es “pensar, hablar y actuar como un ‘nosotros’, saliendo del individualismo y de la pretensión de la autosuficiencia que enferman el corazón”.

“Enciendan luces de esperanza”

Aunque Jesús había recomendado a los ciegos, tras haberlos curado, que no dijeran nada a nadie, ellos, sin embargo, hicieron lo contrario. No fue para “desobedecer al Señor”, sino simplemente porque “no lograron contener el entusiasmo” del encuentro y de su curación.

De ahí que el último paso indicado por el Papa haya sido “anunciar el Evangelio con alegría”, signo distintivo del cristiano. “La alegría del Evangelio, que es incontenible, llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús (Evangelii gaudium, 1), libera del riesgo de una fe intimista, distante y quejumbrosa, e introduce en el dinamismo del testimonio”. Vivir con alegría el anuncio liberador del Evangelio, aseguró Francisco. “No se trata de proselitismo, sino de testimonio; no es moralismo que juzga, sino misericordia que abraza; no se trata de culto exterior, sino de amor vivido”.

misa nicosia

Este fue su llamamiento en el GSP Stadium de Nicosia: “Se necesitan cristianos iluminados, pero sobre todo luminosos, que toquen con ternura las cegueras de los hermanos, que con gestos y palabras de consuelo enciendan luces de esperanza en la oscuridad; cristianos que siembren brotes de Evangelio en los áridos campos de la cotidianidad, que lleven caricias a las soledades del sufrimiento y de la pobreza”.

Renovar la confianza en Jesús, que “escucha el grito de nuestras cegueras” y que “quiere tocar nuestros ojos y nuestro corazón”, “atraernos hacia la luz, hacernos renacer y reanimarnos interiormente” ha sido la recomendación final del Papa, que invocó, al final de su homilía: “¡Ven, Señor Jesús!”

“Perla de la historia y de la fe”

Antes de la Santa Misa en el GSP Stadium, a primera hora, el Papa Francisco acudió a saludar al arzobispo ortodoxo de Chipre, Su Beatitud Crisóstomos II, y al encuentro con el Santo Sínodo en la catedral ortodoxa. En su visita de cortesía, el Pontífice católico firmó en el Libro de Honor del Arzobispado Ortodoxo de Chipre, con el siguiente texto, que remarcó el camino del diálogo para avanzar juntos:

“Peregrino a Chipre, perla de la historia y de la fe, invoco de Dios la humildad y la valentía para caminar juntos hacia la plena unidad y dar al mundo, a ejemplo de los Apóstoles, un mensaje fraterno de consuelo y un testimonio vivo de esperanza.

Su Beatitud, gracias por hablar de la Madre Iglesia en medio del pueblo. Este es el camino que nos une como pastores. Avancemos juntos por este camino. Y muchas gracias por hablar del diálogo. Debemos avanzar siempre por el camino del diálogo, un camino laborioso, paciente y seguro, un camino de coraje. «Parresía y paciencia» (en griego)”.

“Origen apostólico común”

Posteriormente, en su discurso al Santo Sínodo de obispos ortodoxos, el Papa Francisco comenzó subrayando que “tenemos un origen apostólico común: Pablo atravesó Chipre y posteriormente llegó a Roma. Por tanto, descendemos del mismo ardor apostólico y nos une un único camino: el del Evangelio. Me agrada ver que seguimos caminando en la misma dirección, en busca de una fraternidad cada vez mayor y de la unidad plena”.

“En este retazo de la Tierra Santa que difunde la gracia de los Santos Lugares en el Mediterráneo, viene con naturalidad el recuerdo de tantas páginas y figuras bíblicas”. El Papa reflexionó de nuevo sobre ‘José, a quien los apóstoles llamaban Bernabé” (Hch 4,36): así es presentado en los Hechos de los Apóstoles”.

“El camino del encuentro personal”

“Bernabé, hijo del consuelo, nos exhorta a nosotros sus hermanos a emprender la misma misión de proclamar el Evangelio a los hombres, invitándonos a comprender que el anuncio no puede basarse en exhortaciones generales, en la repetición de preceptos y normas que observar, como se ha hecho con frecuencia”, indicó el Santo Padre.

“Hay que seguir el camino del encuentro personal, prestar atención a las preguntas de la gente, a sus necesidades existenciales. Para ser hijos del consuelo, antes de decir cualquier cosa, es necesario escuchar, dejarse interrogar, descubrir al otro, compartir: porque el Evangelio se transmite por la comunión”.

Dimensión sinodal, con los ortodoxos

“Esto es lo que, como católicos, deseamos vivir en los próximos años, redescubriendo la dimensión sinodal, constitutiva del ser de la Iglesia. Y en esto sentimos la necesidad de caminar más intensamente con ustedes, queridos hermanos, que por medio de la experiencia de su sinodalidad pueden sernos verdaderamente de gran ayuda”.

“Gracias por su colaboración fraterna, que también se manifiesta en la participación activa en la Comisión mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa”, añadió.

Mañana, ya en la capital griega, el Pontífice visitará a Su Beatitud Ieronymos II, arzobispo de Atenas y de toda Grecia, en el Arzobispado Ortodoxo de Grecia, donde tendrá lugar un encuentro en el Salón del Trono del Arzobispado.

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