Maria Laura Conte https://www.omnesmag.com/author/maria-laura/ Una mirada católica a la actualidad Fri, 11 Nov 2022 09:59:19 +0000 es hourly 1 En el mismo barco https://www.omnesmag.com/firmas/en-el-mismo-barco/ Sat, 19 Nov 2022 05:00:00 +0000 https://omnesmag.com/?p=26278 Trabajar para que un día ya no te necesiten: suena paradójico, pero este es el objetivo último de la cooperación al desarrollo. Invertir recursos y creatividad, poner en marcha trabajos, proyectos y programas para que un día todo pueda seguir adelante sin profesionales, ONG´s y similares. De esta determinación se extrae la energía que ha […]

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Trabajar para que un día ya no te necesiten: suena paradójico, pero este es el objetivo último de la cooperación al desarrollo. Invertir recursos y creatividad, poner en marcha trabajos, proyectos y programas para que un día todo pueda seguir adelante sin profesionales, ONG´s y similares. De esta determinación se extrae la energía que ha permitido crecer y evolucionar, cambiando las connotaciones para responder a las necesidades de los más vulnerables y corresponder a lo que la realidad demanda.

Esta mentalidad puede verse en la historia de muchas ONG´s que trabajan con los más pobres. Personas que, con enfoques diferentes, no han aceptado la idea de que las fronteras nacionales puedan separar zonas de desarrollo y subdesarrollo. 

Nuestro destino está unido, o todos crecemos o todos caemos. La evolución que ha marcado la cooperación al desarrollo se condensa en una preposición: trabajamos “con”, sólo avanzamos si estamos juntos, en un proceso entre iguales. 

El tema interesante ahora es precisamente el de la cooperación. Todos somos sujetos de la cooperación internacional para el desarrollo: los cooperantes, las empresas, las universidades, las organizaciones de la sociedad civil, las instituciones locales y nacionales, los medios de comunicación y los propios beneficiarios, sus familias y comunidades, sus organizaciones locales en los países de África, Oriente Medio, etc, 

Las herramientas son diferentes: el codiseño y la coprogramación, la subsidiariedad, la localización, el enfoque sistémico e integrado, el carácter multisectorial de los proyectos, los indicadores de rendimiento, los medidores para evaluar el impacto, el seguimiento. Pero son herramientas que necesitan hombres y mujeres de “cooperación”, capaces de mirar más allá, en el tiempo y en el espacio. En otras palabras, nos necesitan.

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Una elevada factura https://www.omnesmag.com/firmas/una-cara-factura-de-maria-laura-conte/ Thu, 07 Oct 2021 05:00:00 +0000 https://omnesmag.com/?p=15983 La sospecha se apodera de ti en África, cuando conduces durante horas y horas, recorriendo distancias que en sí mismas no serían tan exageradas, pero que se hacen eternas por la falta de buenas carreteras: quizás no hemos aprendido mucho de la pandemia. Tal vez la hayamos desaprovechado, si en Europa y en los llamados […]

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La sospecha se apodera de ti en África, cuando conduces durante horas y horas, recorriendo distancias que en sí mismas no serían tan exageradas, pero que se hacen eternas por la falta de buenas carreteras: quizás no hemos aprendido mucho de la pandemia. Tal vez la hayamos desaprovechado, si en Europa y en los llamados países desarrollados ya se habla de distribuir la tercera dosis, mientras que en la mayoría de los países africanos aún no se ha vacunado ni al 2% de la población. Si pensamos en África como algo lejano. Y sobre todo si aquí, en nuestro país, esta inconsciencia no parece ser un problema.

No nos hemos enterado de lo dramáticamente cercana que puede ser Wuhan. Ni cómo nos afecta una extraña gripe que agarra un desconocido a miles y miles de kilómetros de distancia. Cómo su salud puede desencadenar un proceso que puede encerrarnos en casa durante semanas, durante meses, quitarnos el trabajo, alejarnos de nuestros seres queridos, secuestrar a nuestros hijos e impedirles aprender, jugar, crecer en contacto con los demás. 

Si el G20 de la Salud, la reunión de los representantes de las 20 naciones más ricas del mundo a principios de septiembre, sólo expresó esperanzas y no lanzó un plan preciso para la difusión de las vacunas (el 60% de la población de los países ricos está vacunada, frente al 1,4% de los países de bajos ingresos), significa que la pandemia ha pasado como agua fresca. Y miramos a nuestro alrededor con un campo de visión estrecho, que nos hace perder partes de realidad, mientras las variaciones se multiplican y no podemos ni siquiera atrevernos a sentirnos seguros.

Cuando te reúnes con colegas africanos, que llevan a cabo proyectos de desarrollo, intentas preguntar: ¿por qué la gente de aquí no se enfada, por qué no exige la vacuna? ¿Por qué a muchos les da casi miedo, o no sienten la necesidad? Porque -responden- faltan campañas de información adecuadas y nadie puede permitirse promocionarlas si las vacunas no están disponibles. 

Así que todos nos aferramos a la incertidumbre, engañados por los espacios de libertad recuperados (gracias a la vacuna), mientras en muchos países africanos se mantiene el toque de queda, como en Kenia, o las escuelas siguen cerradas, como en Uganda. Situaciones que presentarán una cara factura. Y no sólo a ellos. A todos nosotros.

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Palabras cansadas, palabras de vacaciones https://www.omnesmag.com/firmas/palabras-cansadas-palabras-de-vacaciones/ Tue, 10 Aug 2021 23:38:00 +0000 https://omnesmag.com/?p=14363 Ellas también necesitan unas vacaciones, las palabras, un descanso para volver al trabajo con la mente fresca. También ellas se han desgastado en meses complicados: han hecho horas extras para tratar de expresar la complejidad que habita alrededor y dentro de nosotros, se han esforzado por captar la nueva normalidad que ha sustituido a la […]

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Ellas también necesitan unas vacaciones, las palabras, un descanso para volver al trabajo con la mente fresca.

También ellas se han desgastado en meses complicados: han hecho horas extras para tratar de expresar la complejidad que habita alrededor y dentro de nosotros, se han esforzado por captar la nueva normalidad que ha sustituido a la antigua y más cómoda, al menos en la forma nostálgica en que la recordamos. Algunas se han desgastado y se pronuncian de forma tan automática como aburrida: la gama que va de «estoy cansado» a «me siento agotado», pasando por «estoy esperando con ganas las vacaciones», ya no se pueden escuchar salir de nuestra boca.

«No soporto más la máscara», las palabras de la pantalla se han desgastado, como si fuera la máscara la que está de más, y no aquello de lo que nos defiende. Otras se han vuelto -en agosto- neurasténicas, cargadas como minas a punto de estallar. Cuanto más crece la tensión en el ambiente, más se arriesgan a hacer daño las palabras que lanzamos los unos a los otros, como armas que en un instante producen escombros, pesados de eliminar. Son palabras que, un momento antes de la deflagración, deberían ser desactivadas con palabras de cuidado. «¡No me escuchas cuando hablo!», «ya no te soporto» son palabras con doble sentido, acusaciones que contienen otras oraciones: «dime que me entiendes, confírmamelo, por favor».

Se han empapado las palabras de la vida pública, las de la política (broncas, ultimátums, puntos de inflexión decisivos, dimitiré si tengo que hacerlo, dictadura sanitaria…), pero también las de la vida privada, en los salones de casa o en charlas privadas, donde cuanto más uno se cansa, más se siembran los malentendidos.

Así que también deberíamos darles un tiempo libre: un buen silencio para recuperarlas más sanas, unas vacaciones para encontrar (¿inventar?) otras nuevas.

Siempre necesitamos la novedad y lo inesperado, y nuestras palabras no son menos. Si se hacen evidentes, nos traicionan. Obvias son aquellas a las que recurrimos sin haberlas elegido, que recogemos así, un poco al azar, en la calle, donde otros las han usado y las han dejado caer. De esta manera no nos corresponden plenamente, nos homologan, todos salimos igual. Qué horrible. Porque no sólo no saben transmitir la verdad sobre nosotros, es decir, nuestra singularidad, sino que ni siquiera nos ayudan a formular un pensamiento original.

Es una experiencia cotidiana: las palabras comunican nuestros pensamientos, pero también los generan. Si son banales, generan pensamientos igualmente banales, miman la nada. Se podría objetar: bueno, si todos utilizamos las mismas palabras, podríamos ser más comprensibles, y así podríamos entendernos mejor. Este es el escollo: es como optar por un vaso de plástico en lugar de una copa de cristal para un buen vino tinto. Un poco como si ‘maestro’ fuera socavado por ‘influencer’, o ‘discípulo’ fuera aplastado por ‘follower’, o ‘asombro’ se convirtiera en ‘fliiiiipo’ repetido como un tonto intercambio.

Las cosas revolucionarias que nos han sucedido (res novae, decían los latinos) y que nos han dejado un poco aturdidos, necesitan un nuevo discurso, palabras inéditas. En los años 70, un tal Grice identificó cuatro máximas conversacionales para un discurso capaz de establecer buenas relaciones. La primera es la cantidad: no digas ni mucho ni poco; luego viene la calidad, casi sinónimo de sinceridad: encuentra la forma de decir lo que piensas; la tercera es la relación: debe haber relevancia en lo que dices, cíñete a los hechos; por último, la forma: sé claro, no hables con acertijos o con indirectas.

Así pues, estas vacaciones «ecológicas» para nuestras palabras, entre el silencio (propio) y la escucha (de los demás), al ritmo de cuatro sencillas máximas, podrían ser buenas para nuestras palabras, y por tanto para nosotros.

Podríamos reencontrarnos más jóvenes.

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Un sueño que se llama Líbano https://www.omnesmag.com/firmas/un-sueno-que-se-llama-libano/ Mon, 31 May 2021 23:00:00 +0000 https://omnesmag.com/?p=12863 Una solución para Oriente Medio podría ser ésta: esperar a que se vayan los jóvenes, que ya están esperando, dispuestos a irse, y dejar que los últimos viejos llenos de odio se extingan haciendo la guerra entre ellos. Este es uno de los muchos pensamientos paradójicos que vienen a la mente cuando uno se detiene […]

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Una solución para Oriente Medio podría ser ésta: esperar a que se vayan los jóvenes, que ya están esperando, dispuestos a irse, y dejar que los últimos viejos llenos de odio se extingan haciendo la guerra entre ellos. Este es uno de los muchos pensamientos paradójicos que vienen a la mente cuando uno se detiene un momento a escucharlos, jóvenes de entre veinte y treinta años, que cuentan sus historias alrededor de una mesa de madera en la Bekaa, la región de Líbano que limita con Siria al este. 

Actualmente trabajan como personal de la ONG AVSI, atendiendo a los más vulnerables, especialmente a los niños refugiados sirios y sus familias. Escúchelos y mida hasta qué punto aquí, en los días de la reanudación del conflicto entre Palestina e Israel, la pandemia ha llegado para asestar sólo el último de una serie de golpes mortales. Mientras que en otros lugares los medios de comunicación documentan una lenta pero constante salida de las garras del COVID, y los economistas anuncian una extraordinaria recuperación del PIB, aquí en el Líbano los jóvenes citan a sus padres y abuelos como testigos de que nunca antes la situación había sido tan imposible, sin salida visible, ni siquiera durante la guerra civil.

Que hay más libaneses fuera que dentro del Líbano, se sabe y es ya una vieja historia. Pero esta vez la medida está llena, es la huida de los que han hecho cenizas el pasado y ahora están jugando con su futuro. “Mi sueño no es irme. Mi sueño es el Líbano, pero es el Líbano el que no tiene espacio ni oportunidad para mí” – explica Zenab – “Si es difícil encontrar la manera de empezar de nuevo en otro lugar, aquí es imposible”. “Estoy esperando la respuesta para hacer un doctorado en Hungría” – dice Laura – “En cuanto llegue me iré y espero que sea una puerta de entrada a un trabajo allí. Parece que son acogedores”.

“Aquí todo es tan cambiante, tan frágil”, observa Laura, “que incluso renunciamos a comprometernos. ¿Cómo puede una persona arriesgarse a encariñarse con alguien que luego podrá marcharse o que nunca tendrá trabajo y medios para poder montar una casa?” 

La historia de la segunda mitad del siglo XX en el Líbano fue tan divisiva que quienes redactaron los programas escolares siempre prefirieron dejarla en la sombra, fomentando la ignorancia y el desinterés.

Los jóvenes quieren irse, escapar de un contexto que les corta las piernas y les estrecha el horizonte. Mejor emigrar antes de que devore incluso lo que queda del deseo de redención. “El nuestro es un país en suspenso, a la espera” – Philippe es realista -. “Pero no podemos esperar más”.

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El hechizo de la voz https://www.omnesmag.com/firmas/el-hechizo-de-la-voz/ Wed, 07 Apr 2021 21:30:00 +0000 https://omnesmag.com/?p=11176 «Pero solo tu voz escucho y sube / tu voz con vuelo y precisión de flecha». La voz tiene este poder práctico, como resume Neruda en estos versos: hace que la palabra sea audible y especial, y sabe asignarle su propia singularidad, una singularidad propia de la persona que la pronuncia. La voz, combinación de […]

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«Pero solo tu voz escucho y sube / tu voz con vuelo y precisión de flecha». La voz tiene este poder práctico, como resume Neruda en estos versos: hace que la palabra sea audible y especial, y sabe asignarle su propia singularidad, una singularidad propia de la persona que la pronuncia.

La voz, combinación de sonidos distintivos, memoria y emociones, madura en nuestro interior, sube desde los pulmones hasta la garganta, hasta salir disparada de la boca como una flecha hacia su objetivo, entra en el espacio común y llega a los demás, revelando no sólo lo que pretendemos decir, sino también lo que nos gustaría ocultar. En esto la voz es leal, demasiado leal a nosotros, hasta el punto de traicionarnos.

En latín, vox significa sonido, tono, y es como un puente que une dos orillas, permitiendo una relación. Utilizada a menudo como sinónimo de palabra, de juicio y de sentencia, vox indica también el canto, como el de las sirenas (Sirenum voces), e incluso el encantamiento: en Horacio las voces sacrae son fórmulas mágicas, medios de curación. Una voz también puede curar, parece sugerir el poeta.

Tan íntima para nosotros, ha acabado siendo expoliada por una serie de refranes populares: «pasar la voz», «oír la voz», «dar la voz», «dar voz a los que no la tienen», todas ellas expresiones que despliegan su potencial relacional. O utilizamos la voz del corazón y la voz de la sangre, como si nuestros órganos mismos quisieran ser escuchados, directamente, sin mediación.

Se entiende inmediatamente que está destinado a la palabra. Pero en este destino ejerce un magnetismo particular: defiende a las palabras de la deriva a la abstracción, como si fueran nubes que vuelan sobre nuestras cabezas sin importarnos, buenas para hacer columnas como ésta, y nos libera del riesgo del logocentrismo, haciendo que nuestra forma de hablar sea (precisamente) concreta, corpórea. Con su particular «minuciosidad», la voz es la corporeidad del decir que se sitúa entre el cuerpo y la palabra, es el intercambio entre el cuerpo y la palabra.

Sólo plantea una condición: pedir que se le escuche. Y al presumir la escucha, se abre al reconocimiento de la diferencia: la palabra que me diriges no está separada de lo real, porque la dices ahora. Única como tú, como la curiosidad que alimenta, como la relación que se establece con lo otro.

Había una vez un rey, nos dice Calvino, que para no arriesgarse a perder su poder, acabó reduciéndose a un prisionero en su palacio, sentado en su trono y aferrado a su cetro. Bloqueado por el miedo a ser víctima de una conspiración, sólo se dedicó a una actividad, la de escuchar, que pronto se convirtió en una obsesión por controlar cada pequeño ruido. Hasta que escuchó una voz cantando… Una voz que provenía de una persona, única e irrepetible como todas las personas. Calvino subraya: una voz que siempre manifiesta lo que la persona tiene más oculto y más verdadero.

Esa voz cambió el destino del reino. ¿Cómo? En la fuerza de una intuición del rey: la voz señalaba que había una persona viva, garganta, pecho e historia, diferente a todas las demás, que le invitaba a salir de sí mismo, de su jaula. Y la escuchó.

Le pasa a un rey y nos puede pasar a nosotros.

El placer que la voz produce en el propio existir atrae y conmueve. Nos induce a pensar que la nuestra es diferente de cualquier otra y está invitada a expresarse, a intercambiar. Podría ser el comienzo de una nueva conciencia de lo que significa estar en el mundo, de lo que es una relación.

La voz tiene una última característica: resiste al tiempo, queda impresa en la memoria auditiva y sigue haciéndonos compañía aunque su dueño la pierda o se aleje. Este debe ser su hechizo.

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Riesgo en primavera https://www.omnesmag.com/firmas/riesgo-en-primavera/ Wed, 10 Mar 2021 21:30:00 +0000 https://omnesmag.com/?p=9980 El mes de marzo puede ser bastante agotador. León y cordero. La cara fría de la primavera. No hay descripción más acertada de los días que ahora se nos escapan de las manos que ésta de Amy Smith, la escritora de las novelas de las estaciones. Este mes de marzo se percibe muy dispar; mitad […]

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El mes de marzo puede ser bastante agotador. León y cordero. La cara fría de la primavera.

No hay descripción más acertada de los días que ahora se nos escapan de las manos que ésta de Amy Smith, la escritora de las novelas de las estaciones. Este mes de marzo se percibe muy dispar; mitad león, enérgico y poderoso, y mitad cordero, manso y asustado, partido en dos por una palabra: riesgo. El riesgo de no poder resistir más, de ser aplastado por la crisis sanitario-político-económica, de enfermar, de perder un trabajo o un afecto, de estrellarse de nuevo contra un muro de incertidumbre.

El riesgo, como todas las expresiones con un capital semántico infinito, tiene una etimología incierta: sobre él se han depositado capas de acontecimientos humanos dispares, no fáciles de distinguir, que nos han dejado esta densa palabra.

Podría provenir del griego bizantino rhizikò, que significa suerte, destino; o del árabe rizq, que evoca el saldo debido al soldado enviado a las empresas audaces; o del verbo latino clásico resecare, cortar, excluir. En su declinación náutica, resecare significa esa forma de cortar las olas antes de que se levanten, con ojo y habilidad para evitar volcar. Horacio utiliza este verbo en uno de sus versos exhortatorios: ya que la vida es corta (spatio brevi), sugiere el poeta, spem longam reseces, corta una larga esperanza. Un verso que, con licencia poética adaptada a nuestro siglo, traduciría así: rischiala, osala, una speranza eterna (arriesgarse, atreverse, una esperanza eterna).

He aquí el riesgo: discurre como un equilibrista entre la precaución y el posible daño, entre la prudencia de los que se ponen a cubierto y el empuje de los que optan por salir a la luz, aunque calculen lo mucho que pueden salir perjudicados.

He aquí el riesgo: discurre como un equilibrista entre la precaución y el posible daño, entre la prudencia de los que se ponen a cubierto y el empuje de los que optan por salir a la luz, aunque calculen lo mucho que pueden salir perjudicados. Entre la rendición al ciego azar y la obstinación de la voluntad.

Aunque su naturaleza es esa combinación de suerte, destino, voluntad, cálculo y equilibrio debido, se intenta medirla. Se trata de estudiarla para prevenirla o contenerla.

Las organizaciones más complejas de hoy en día no pueden resistir la competencia, casi ni entrar en el juego, si no se han dotado de una evaluación de riesgos, es decir, de un análisis de las posibles amenazas, de cómo pueden producirse, de los límites que hay que establecer y de los métodos que hay que planificar para prevenirlas. Aun si las empresas consiguen encajar grandes gamas de riesgos en las celdas de un excel, para las personas no es tan inmediato domarlos.

Nacemos en él. Desde el primer momento en el vientre, o quizás incluso antes, forma parte de nuestra esencia, es pura experiencia humana. Quizá más aún, es una cuota vocacional, en el sentido de que si la vida se despliega como una respuesta continua que nos vemos «obligados» a dar, instante tras instante, a lo que la realidad nos pone delante -ya sean primaveras o inviernos-, el riesgo se sitúa ahí mismo, en cada pregunta.

Somos el resultado de los riesgos que decidimos asumir. El artefacto artístico de lo que la vida que presiona sigue produciendo en nosotros.

Es exigente, ya que estar en riesgo pide la capacidad de elegir entre las alternativas del terreno, porque la vía de escape no siempre está disponible. Pide una razón elástica, capaz de expandirse para considerar todos los elementos, desde los más macroscópicos hasta los implícitos, aparentemente insignificantes, que pueden llegar a ser decisivos. Y entonces pide una buena compañía, de las que tienen temperamento para mantenernos alerta y no dejarnos ir a la deriva en la soledad.

Somos el resultado de los riesgos que decidimos asumir. El artefacto artístico de lo que la vida que presiona sigue produciendo en nosotros.

Y cuando eso gana, llega marzo, de vuelta al principio. Un mes que lleva el nombre del dios de la guerra, porque cuando el invierno empieza a despedirse, se necesitan guerreros resistentes a la violencia de las tormentas, del cambio, de lo inesperado. Para que la sangre vital que se escondía en una naturaleza marchita, muerta sólo para los ojos distraídos, retome todo su espacio para explotar.

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En busca del pensamiento divergente https://www.omnesmag.com/firmas/en-busca-del-pensamiento-divergente/ Fri, 12 Feb 2021 11:52:38 +0000 https://omnesmag.com/?p=8954 Lo despidieron porque fue el primero en informar de una determinada noticia durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Sólo que era una noticia política que picaba para la audiencia de su canal y más aún para el editor. Sucedió en Estados Unidos, pero el eco nos llegó en las líneas de un editorial que […]

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Lo despidieron porque fue el primero en informar de una determinada noticia durante las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Sólo que era una noticia política que picaba para la audiencia de su canal y más aún para el editor. Sucedió en Estados Unidos, pero el eco nos llegó en las líneas de un editorial que Chris Stirewhalt, el periodista involucrado, escribió para Los Angeles Times. Una pieza vibrante en la que el autor toma el testigo del despido para razonar sobre la tensión entre dos palabras opuestas, habituation and information, acostumbramiento e información.

El público estadounidense, se lee, se ha atiborrado (metafóricamente) por un tipo de producto mediático con un alto contenido calórico (noticias falsas) y un pobre contenido nutricional (verdad) y se ha acostumbrado, se ha desinformado. Hasta el punto de que cuando se le transmite una noticia, es decir, cuando se le expone a la información pura, el organismo se derrumba, no reconoce la dieta diaria, la rechaza hasta el punto de vomitar.

conversacion divergente

La metáfora es exagerada, pero arroja luz sobre un rincón que dejamos voluntariamente en la sombra: somos muchos los que ahora sólo somos capaces de escuchar lo que ya sabemos o lo que queremos oír, o confirma nuestro juicio. Somos propensos al acostumbramiento, estamos acomodados a la narración de una realidad simplificada en la que la irrupción de un pensamiento divergente resulta inquietante: se presenta como disidente, ni siquiera se reconoce como lo que es, es decir, algo distinto a nosotros con un curioso potencial. Por lo tanto, se rechaza a priori.

Estamos acomodados a la narración de una realidad simplificada en la que la irrupción de un pensamiento divergente resulta inquietante

Sería interesante investigar el momento histórico en el que se inició este proceso de pérdida de gusto por la confrontación con la diferencia. ¿Cuándo se nos hizo tan insoportable la diferencia? ¿O cuándo nos hemos vuelto tan amargados?

Para nuestros autores latinos, la «divergenza» era una dimensión cotidiana con la que había que lidiar, en la guerra, la política y la filosofía. El latín divertodiversum indica giro hacia dos lados opuestos, separados, distantes. Para César, diferente puede ser, por ejemplo, un camino que procede en sentido contrario al deseado (iter a proposito diversum), por lo que puede ser traicionero, pero atractivo; mientras que para Salustio es la palabra adecuada para describir la agitación entre emociones extremas, entre el miedo y el desenfreno (metu atque lubidine divorsus agitabatur).

Aquí está, entre César y Salustio, el punto doloroso y fascinante: la divergencia se desplaza, abre ventanas, muestra aristas diferentes, por lo tanto expone a riesgos. Como el de cambiar de opinión, el de aceptar que se puede dar un paso atrás o a un lado. Revela cosas de la realidad que nos rodea, fenómenos, que no veíamos y mucho menos calculábamos. Por eso lo necesitamos, sobre todo cuando el mundo que nos rodea es cada vez más complejo y tratar de simplificarlo no hace más que distraernos.

La conversación (de cum – verto, misma composición que di-verto) nos pide que dialoguemos con los que no son iguales, que no piensan lo mismo

Afortunadamente (y esto no es sólo un juego de etimología) hay una forma de soportar la prueba de la divergencia sin caer por oscuros precipicios: se llama conversación.

La conversación (de cum – verto, misma composición que di-verto) nos pide que dialoguemos con los que no son iguales, que no piensan lo mismo y no ven lo mismo que nosotros, y sin embargo participan en la misma comunidad.

Conversar es un tiempo dedicado a confiar en la propia diferencia y, al mismo tiempo, a dejarse invertir por la opinión divergente de los demás, con el fin de empujarse a terrenos de creatividad nunca antes imaginados. Una conversación franca sobre cómo reajustar los estilos de vida, la política y la economía tras el golpe de la pandemia es el ejemplo más banal que se puede proponer. Pero todo el mundo puede comprobarlo en su experiencia cotidiana: en diferentes niveles, la conversación es una invitación a renunciar asignar las propias responsabilidades a los demás.

Los que se «acostumbran» (por retomar la expresión del periodista estadounidense) a este tipo de conversación, difícilmente renunciarán a ella. Porque es una activación de la humanidad: se arriesgan los depósitos personales de certezas y proyectos, por una apuesta mayor. Contrarresta la adicción, esa desagradable forma de obesidad del alma.

Sí, tienes que renunciar a algo, pero lo que ganas es más. Se trata de una cuestión de hechos, no de palabras.

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Los nuevos pobres https://www.omnesmag.com/firmas/los-nuevos-pobres/ Mon, 01 Feb 2021 16:20:22 +0000 https://omnesmag.com/?p=8110 Se les llama los «nuevos pobres» por la crisis del Covid. Pero, ¿por qué nuevos? ¿Qué hay de nuevo en ellos?  De hecho, los pobres son antiguos, tan antiguos como de vida tiene el mundo, siempre han estado ahí. Estaban en los lugares más remotos del mundo. Se les enviaba ayuda en caso de inundaciones, […]

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Se les llama los «nuevos pobres» por la crisis del Covid. Pero, ¿por qué nuevos? ¿Qué hay de nuevo en ellos? 

De hecho, los pobres son antiguos, tan antiguos como de vida tiene el mundo, siempre han estado ahí. Estaban en los lugares más remotos del mundo. Se les enviaba ayuda en caso de inundaciones, catástrofes y guerras. Nos movilizamos con donaciones de ímpetu en vista de ciertas emergencias.

Entonces empezaron a moverse en un número sin precedentes, a emigrar desde aquellos rincones del planeta para aparecer en los cruces de nuestras carreteras, a invadir las noticias, presentados por algunos medios como peligrosos «invasores» que amenazaban nuestro bienestar. Y mientras los países ricos se disputaban cómo resolver la recepción o el rechazo de estos flujos incontrolables, llegó la pandemia que ha cambiado todos los paradigmas.

Uno de ellos es que los pobres se han convertido en «nuevos», es decir, han tomado rasgos que nos son familiares, incluso pueden ser nuestros vecinos que, habiendo perdido sus empleos (¿precarios? ¿inestables? ¿ya frágiles?), se encuentran en dificultades para garantizar incluso un plato de comida en casa para sus hijos.

Estos nuevos pobres hacen cola a las puertas de los centros de ayuda para recibir una bolsa de comida, o se inscriben en las listas de los municipios y parroquias para recibir un paquete de alimentos en su casa. 

Sería interesante que todas las personas tuvieran al menos una vez la experiencia de llevar un paquete de alimentos a un «pobre». En el sentido corporal real. La secuencia es la siguiente: recoger la caja cargada y precintada del suelo, sentir su peso en los brazos, cargarla en el coche, tocar el timbre de los «pobres», ver la cara de la persona que abre, saludar, acercarse a la primera mesa disponible y soltar el paquete. No se sabe quién está más avergonzado o tímido o incómodo, si el que entrega o el que recibe. Puede que sólo sea un intercambio de bromas, pero aún así, es una reunión. Y no puede evitar abrirse paso.

Se repite que la pandemia exige un cambio de paradigma. Las ONG que trabajaron durante décadas en esos países trabajan ahora en regiones europeas que se encuentran entre las más ricas, con proyectos idénticos a los que se llevan a cabo en Burundi o en el Congo: siguen los mismos procedimientos, ayudan a los beneficiarios con las mismas necesidades: comer, estar acompañados desde el punto de vista psicológico y social, ser tratados, encontrar un empleo. Si diéramos un paso más en la toma de conciencia de esta nueva cercanía dentro de una nueva forma de globalización, ya estaríamos en el inicio de una mañana de abril. Una nueva era.

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Con el individualismo no se sale https://www.omnesmag.com/firmas/con-el-individualismo-no-se-sale/ Thu, 14 May 2020 09:25:00 +0000 https://omnesmag.com/?p=15421 Imagínate una niña de 11 años, de provincias, y pregúntale qué le da más miedo. Cuando ella responde por este orden que el cambio climático, la muerte de su abuelo y la de su perro, tienes una medida de hasta qué punto el primer tema se ha metido en las venas de las nuevas generaciones, […]

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Imagínate una niña de 11 años, de provincias, y pregúntale qué le da más miedo. Cuando ella responde por este orden que el cambio climático, la muerte de su abuelo y la de su perro, tienes una medida de hasta qué punto el primer tema se ha metido en las venas de las nuevas generaciones, además de haberse hecho capaz de atraer la atención de las organizaciones internacionales. Porque el ambiente se ha vuelto exigente, con todos, y llama a un modo nuevo de trabajar: pide que se lo reconozca como uno de los elementos fundamentales de equilibro para el mundo que habitamos.

Para este fin sólo funciona un planteamiento sistémico que se funde en la certeza de que ambiente, desarrollo, derechos y paz son interdependientes. Deslizarse en la sectorialidad es una tentación fatal para quien sólo busca resultados inmediatos. Como también para quien consideraba que la tutela de los derechos humanos y de la naturaleza estaba en contradicción con el desarrollo económico, desmentido luego por los datos. De la acción sistémica es de donde obtiene provecho cada sector particular. La relación ambiente-desarrollo-derechos-paz tiene esta implicación práctica: defender el ambiente no consiste (sólo) en acciones de reforestación o difusión de paneles solares, o sea en “adaptación”. Son útiles, pero no bastan. Una región golpeada por la sequía puede necesitar instalaciones de irrigación, pero también escuelas y hospitales; es decir, necesita la promoción de los derechos fundamentales, el cuidado de las personas y de las comunidades. Es el cambio decisivo propuesto por la agenda 2030, que trabaja sobre la interconexión entre objetivos: o se alcanzan juntos todos los objetivos, o todos caen.

Se invierte la visión antigua: la protección del ambiente no se sostiene sobre un sistema de prohibiciones, sino sobre el conocimiento de las necesidades y de las potencialidades de un territorio, la valoración de la justicia y de las comunidades. Se rescata el valor de ser parte de una comunidad que habita en un espacio de naturaleza con sus especificidades, debilidades incluidas.

Si se pone atención a las palabras de algunos de los jóvenes exponentes de los movimientos ambientalistas, es esta la conciencia que lanzan a la cara de los adultos: la necesidad de comunidad. Propongo volver a empezar desde aquí, desde la construcción de lugares y espacios de comunidad, porque allí donde quedan sólo individuos que consumen de modo compulsivo-competitivo, sin una trama de relaciones, sin sentido de responsabilidad por los demás, comienza la emergencia ambiental.

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La emigración marfileña a Europa https://www.omnesmag.com/firmas/la-emigracion-marfilena-a-europa/ Tue, 30 Apr 2019 23:00:56 +0000 http://www.omnesmag.com/?p=4290 Mientras Europa y sus miembros debaten acaloradamente, entre aperturas y rechazos, sobre el cuerpo y la presencia de migrantes, no todos saben que en Costa de Marfil, uno de los países desde donde parte un mayor número de personas, desde hace algunos años se realizan campañas de sensibilización para contrarrestar la migración ilegal.  El gobierno […]

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Mientras Europa y sus miembros debaten acaloradamente, entre aperturas y rechazos, sobre el cuerpo y la presencia de migrantes, no todos saben que en Costa de Marfil, uno de los países desde donde parte un mayor número de personas, desde hace algunos años se realizan campañas de sensibilización para contrarrestar la migración ilegal. 

El gobierno trató también de convencerlos para que no se fueran ilegalmente, proponiendo mensajes de calado como “¡Eldorado está aquí!”. Pero los marfileños tienen buenos ojos, pueden reconocer si el paraíso es o no el barrio de barro sin alcantarillado o agua corriente en el que viven en chozas. 

Ahora, la experiencia pasada se ofrece como una nueva base sobre la que construir intervenciones más estructuradas para combatir la emigración irregular. Una de éstas se llama New Hope, financiada por la UE e implementada por la ONG internacional Avsi ong, con seis organizaciones locales de Costa de Marfil. 

El punto de partida de este proyecto es una investigación científica sobre quién y por qué emigran de este país africano, que hoy tiene una alta tasa de crecimiento del PIB. Uno de los datos más interesantes de la investigación indica que el 90 % de los que emigraron y el 100 % de los migrantes potenciales que han tenido la oportunidad de salir, son personas con educación.

La reacción a este dato es doble. Por un lado, se puede interpretar fácilmente de la siguiente manera: aquellos que han estudiado tienen una mayor conciencia de sí mismos y desean intentar obtener una vida mejor, encontrar un trabajo decente. Por otro lado, sin embargo, se subraya que la educación por sí sola no es suficiente para favorecer el desarrollo de la persona. La educación sin un medio de trabajo empuja a querer huir, a arriesgar la vida en el Mediterráneo y confiar en los traficantes de personas, solo para tener una oportunidad. De modo provocativo, ¿podría deducirse que, si se cerraran todas las escuelas de África, se detendrían los flujos de migrantes?

La verdad que emerge al escuchar el testimonio de un joven migrante que regresa, como Claude, a su choza de madera y de láminas de plástico en el suburbio más pobre de Abidjan, es que en el corazón de cada hombre se encuentra un deseo irreductible que empuja a encontrar un bien mayor. para él mismo y sus propios hijos. Este deseo es saludable, y con él, todo proyecto de ayuda debe hacerse realidad. Este deseo no puede ser traicionado, ni siquiera capturado por mensajes ilusorios, sino que debe ser tomado en serio y encaminado a ser real. 

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Siria, una herida dolorosa que requiere solidaridad y paciencia https://www.omnesmag.com/firmas/siria-una-herida-dolorosa-que-requiere-solidaridad-y-paciencia/ Thu, 07 Feb 2019 12:24:31 +0000 http://www.omnesmag.com/?p=4107 Si hay un tema que en todas las latitudes tiene un poder de ruptura y división es hoy día el de los migrantes y refugiados. Separa profundamente, y crea conflictos entre quienes se abren a la aceptación y el desafío integrador, y quienes creen que la única solución es el cierre de puertos y fronteras, […]

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Si hay un tema que en todas las latitudes tiene un poder de ruptura y división es hoy día el de los migrantes y refugiados. Separa profundamente, y crea conflictos entre quienes se abren a la aceptación y el desafío integrador, y quienes creen que la única solución es el cierre de puertos y fronteras, el rechazo.

Pero si existe un lugar en el mundo donde este problema se entrelaza con complejas dinámicas geopolíticas, hasta convertirse en el campo de batalla de potencias enfrentadas, ese es Oriente Medio. De modo particular, el caso de los sirios que han vivido fuera de su patria durante años es un grito al que el mundo parece haberse acostumbrado. Alrededor de 6 millones de sirios han sido desplazados en el propio país, mientras que en este momento están registrados como refugiados en ACNUR, la agencia de la ONU para este inmenso colectivo de personas, 5,6 millones de personas. La mayoría están en Turquía, que alberga a 3,6 millones, a los que hay que su- mar alrededor de un millón de refugiados en el Líbano, unos 700.000 en Jordania y 250.000 en Irak, según datos de la citada agencia.

La prensa internacional, que trata de evitar las lecturas partidistas, se asoma periódica-mente sobre el tema con títulos emblemáticos que ayudan a delinear el alcance y el impacto de esta presencia prolongada durante años de huéspedes no deseados.

Descripción de la crisis

En los últimos meses, The Economist ha abordado el drama de con estos titulares: “Los sirios refugiados pueden convertirse en los nuevos palestinos”, “Los sirios refugiados, un peón en el tablero de ajedrez de Siria” o “El largo camino a casa”. Todos los artículos insistieron en que los retornos voluntarios son algo sencillo de hablar, pero complicado de llevar a la práctica debido a una serie de obstáculos que no eluden mencionar.
Incluso el New York Times ha vuelto a ser contundente con el tema de la migración a finales de 2018, y países de la Unión Europea se unieron a su calificativo: “Es un acto de asesinato”, afirmaron para referirse a la gestión de los gobiernos soberanos en los flujos en el Mediterráneo.

La situación de los sirios en el extranjero se discutió también en la cumbre económica y social de los países árabes celebrada en Beirut a mediados de enero de este año. La prensa libanesa y la regional destacaron las diferencias entre los representantes de los países. Contrariamente a lo que esperaba el Líbano, no fue posible adoptar una posición común sólida sobre el regreso de los refugiados sirios a sus hogares, sino que solo se hizo una referencia general a los países árabes para abordar el asunto con responsabilidad, y un llamamiento “a la comunidad internacional para redoblar sus esfuerzos” con el fin de permitir que todos regresen a sus hogares y aldeas.

1,5 millones de sirios en Líbano

El gobierno libanés esperaba algo más. En los medios de comunicación árabes puede leerse a menudo que, según el ejecutivo libanés, hay que ayudar a volver a casa a los 1,5 millones de sirios presentes en el Líbano, un número mayor que el de las estadísticas de ACNUR, que equivale a un tercio de la población libanesa.

El patriarca de los maronitas, cardenal Bechara Boutros Raï, se ha referido a esta cuestión: “Las consecuencias económicas, sociales, culturales y políticas son desastrosas. Fue correcto responder en caso de emergencia, pero esta situación continúa a expensas de los libaneses y del Líbano”, dijo durante una visita oficial a Francia en 2018, llegando a hablar del riesgo de “desequilibrio demográfico” y del “cambio de identidad”, que corroboran en su país con general indiferencia: “A veces nos sentimos un poco extranjeros en nuestro propio país”.

Ya en 2013, año en el que el Papa Francisco invitó a una vigilia de paz mundial para detener una amenaza de Estados Unidos, la situación de los sirios en el Líbano fue calificada por los analistas “bombe àretardement” o bomba retardada, que todavía nadie ha des- activado, por cierto.
A finales de diciembre, el periódico libanés L’Orient-LeJour publicó la noticia del retorno voluntario de unos mil sirios. Había prepara- do el terreno, publicando antecedentes sobre la fatiga de la diplomacia en la gestión del expediente de “repatriación”, con división entre aquellos que sostienen que el régimen actual no tendría la intención de recuperar a los exiliados, y los que alegan evidencias de lo contrario.

¿Mil repatriaciones sobre un millón y medio de sirios en el Líbano son muchas o pocas? Para L’Orient-LeJour fue especialmente importante detallar la lista: 70 refugiados abandonaron Ersal, una localidad de Békaa en la frontera con Siria; 60 dejaron Tiro, 55 eran de Nabatiyé, 27 de Saïda, otros de Trípoli y Abboudiyé, etc., una lista que parecía casi un consuelo para el libanés medio (incluso hoy, el más solidario está agotado).

Pobres, hambrientos, sin hogar…

Al mismo tiempo, se presentó en Beirut el estudio anual realizado por los tres organismos de la ONU (ACNUR, UNICEF y PMA, World Food Programme), sobre la situación de los refugiados sirios en la tierra de los cedros: a pesar de mejoras en algunas áreas debido a la respuesta humanitaria, la situación de los refugiados sigue siendo precaria, y ésta es una afirmación lapidaria.
Los porcentajes presentados fueron desastrosos: el 69 % de las familias de los refugia- dos sirios están por debajo del umbral de la pobreza; y más del 51 % viven con menos de 2,90 dólares al día, el umbral de supervivencia. ¿Cómo se las arreglan? O encuentran comida barata, o no comen y mandan a los niños a trabajar.
El 88 % de los refugiados sirios están endeudados: en 2018 el promedio fue una deuda de 800 dólares, en 2018 de más de 1.000. La tasa de matrimonios precoces está creciendo y si, por un lado, los niños entre 6 y 14 años están aumentando, el 80 % de los jóvenes de 15 a 17 años no van a la escuela.
A esto se suman los problemas asociados con la obtención de certificados de residencia y nacimiento: en 2018, el 79 % de los niños sirios nacidos en el Líbano no estaban registrados. Finalmente, el número de familias que viven en instalaciones no permanentes crece: en 2017 eran el 26 %, en 2018 llegaron al 34 %.
Pobre, endeudado, hambriento, sin hogar y trabajo. Es esta incertidumbre de su destino la que alimenta el funcionamiento de la bomba retardada. Se puede escuchar o no, pero afecta a todos.

¿Por qué no regresan?
Hablamos ahora de una Siria casi completamente pacificada, nuevamente bajo el control del presidente Assad. ¿Y por qué no regresan? Las razones de los refugiados son diferentes: temen, una vez más, las represalias, ser arrestados como desertores; no tienen un lugar para regresar a las aldeas destruidas, ni un trabajo esperándolos. Quien voló sobre el mar o el océano, o subió hacia el norte de Europa, ¿por qué debería dejar la situación de “seguridad” alcanzada para volver a la incertidumbre de Oriente Medio? El presidente Assad ha estado defendiendo durante meses que los sirios, especialmente los empresarios, son bienvenidos si regresan, pero hay quienes le acusan de utilizar la fase de reconstrucción para liquidar cuentas pendientes y favorecer a aquellos que han sido leales a su gobierno. Además, como informó The Economist el verano pasado, el propio Assad comentó: “Siria ha ganado una sociedad más segura y más homogénea”, refiriéndose a la nueva composición de la población.

¿Cómo se presenta este año?

Para ACNUR, si regresaran 37.000 sirios en 2018, en 2019 podrían llegar a ser 250.000. Una predicción que será válida si los principales obstáculos dejan de existir: la obtención de documentos y certificados de propiedad de tierras y casas, la historia de la amnistía anunciada para aquellos que han abandonado el servicio militar, pero también la seguridad de áreas rurales minadas, y el reconocimiento del millón de pequeños sirios nacidos en el extranjero.

Mientras tanto, la agencia de la ONU ha pedido a los donantes 5.500 millones de apoyo a los países vecinos para proporcionar atención médica, alimentos, educación y apoyo psicosocial a los refugiados, ayuda a la reconstrucción de casas, puentes, carreteras, fábricas y centrales eléctricas a la sombra de la gran ambición rusa y china, dos potencias interesa- das en hacerse con este mercado prometedor. Tampoco la UE quiere quedarse fuera de la partida humanitaria y de la reconstrucción, en vista de su posicionamiento geopolítico.

Al tratar de calcular el valor de la reconstrucción material, estamos hablando de unos 300.000 millones de dólares, que escapa al costo exorbitante de la reconstrucción de un tejido social desgastado por 8 años de guerra. Cada enlace, cada red, cada relación entre las diferentes comunidades que mantuvieron el extraño equilibrio de la sociedad siria ha fracasado.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, estuvo el vera- no pasado en Duma, la ciudad principal de Guta del Este, a 10 kilómetros de la capital, Damasco. Durante años de batalla, el área fue completamente devastada, culminando en una intensa batalla cuando el gobierno retomó el control de la ciudad.

Miles de familias tuvieron que huir de la ciudad; actualmente, 125.000 personas vi- ven en la zona, en comparación con una población que rondaba los 300.000 antes de la crisis. A pesar de los edificios derrumbados y las pilas de escombros, algunos de los desplazados regresan a reconstruir sus hogares y vidas. No obstante, en vista de que muy pocas viviendas se mantuvieron en pie, y con escasos servicios básicos, Grandi advirtió que las necesidades de ayuda humanitaria en la población seguían siendo inmensas.
“En medio de las ruinas, hay niños que necesitan ira la escuela, que necesitan ser alimentados, que necesitan vestirse”, agregó. “Lo que debemos hacer es ayudar a la gente, más allá de la política; como todos sabemos, la situación política en este conflicto es ya bastante compleja. Por el momento, las necesidades básicas son las que deben ser atendidas urgentemente”.

Una actuación capilar y paciente

Por otra parte, quien está fuera de su hogar y ha criado hijos que nunca han visto su país, ¿puede confiar en que su vecino ya no se volverá contra él? Incluso aquellos que se quedaron en su patria, y pasaron años despiertos mientras dormían, o sufrieron cada día con el rugido de los morteros, aquellos que perdieron amigos, hermanos, padres en la guerra, quienes han quedado marcados en el cuerpo por heridas profundas, todos ellos ¿podrán comenzar de nuevo?

Una herida dolorosa atraviesa estas tierras y ninguna inversión multimillonaria externa puede suturarla porque es demasiado pro- funda. Solo un nuevo trabajo a partir de lo más básico, una paciente actuación capilar a partir de la escuela, desde la educación de los más pequeños, puede ofrecer alguna posibilidad. Pero en un plazo largo, muy largo.

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¿Dónde es «casa»? https://www.omnesmag.com/firmas/donde-es-casa/ Tue, 12 Dec 2017 16:32:42 +0000 http://www.omnesmag.com/?p=2933 Dostoievski, en “Crimen y castigo”, pone en boca de uno de sus personajes estas palabras: “Todo hombre debería tener un lugar adonde ir”. Y en poquísimas palabras consigue concentrar la medida de la necesidad infinita inscrita en nuestras fibras más profundas: la necesidad y el deseo de una casa. Y “casa” es la que tiene […]

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Dostoievski, en “Crimen y castigo”, pone en boca de uno de sus personajes estas palabras: “Todo hombre debería tener un lugar adonde ir”. Y en poquísimas palabras consigue concentrar la medida de la necesidad infinita inscrita en nuestras fibras más profundas: la necesidad y el deseo de una casa.

Y “casa” es la que tiene un techo y paredes, en cuyo interior podemos sentirnos resguardados, ser hasta el fondo nosotros mismos sin ficciones; pero casa es también el lugar donde somos acogidos sin objeciones cuando atravesamos dificultades o huimos de situaciones de guerra, hambre, persecución; el lugar donde somos curados, una trama de relaciones buenas y especiales para nosotros.

Partiendo de aquí, para facilitar su tarea de responder a las necesidades concretas de las personas que viven en el mundo situaciones de vulnerabilidad, AVSI ha planteado la campaña Tende 2017-2018 sobre una pregunta: ¿dónde es “casa”?, que provoca e invita a apoyar cuatro proyectos de ayuda en situaciones de crisis.

Esos proyectos son los siguientes. En Iraq, la reconstrucción de un asilo en Qaraqosh, la población de la llanura de Nínive a la que están regresando los habitantes expulsados por Isis en 2014; asilo que se propone como un lugar de educación y protección de la infancia (acoge a 400 niños), pero también un motor para la reconstrucción de una comunidad herida.

En Siria, Hospitales abiertos, dos en Damasco y uno en Alepo, para garantizar la atención también a los más indigentes. En Uganda, un sistema integrado de acciones para la acogida de los refugiados –más de un millón y medio del Sudán del Sur‒, y el acompañamiento, educación y formación para el trabajo de los jóvenes. En Italia, Portofranco, una red de centros que ofrecen gratuitamente clases de repaso y apoyo en el estudio a jóvenes en dificultad, italianos y extranjeros, y así favorece la acogida y la integración.

Pero la intención de fondo de esta campaña es unir la ayuda concreta a una reflexión aguda, personal y común, sobre el tema de la “casa”, núcleo central para que nuestras sociedades plurales puedan anhelar y ser inclusivas y libres.

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El “Davos” de la cooperación https://www.omnesmag.com/firmas/davos-la-cooperacion/ Wed, 30 Aug 2017 18:10:16 +0000 http://www.omnesmag.com/?p=2750 A principios de junio se celebraron en Bruselas las EDD (Jornadas Europeas de Desarrollo). Es el “Davos” de la cooperación, como alguien llama a este evento de dos días que reúne a partes afectadas por el desafío del desarrollo: las instituciones europeas y los Estados miembros, ONG, empresas, diferentes realidades de la sociedad civil. En […]

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A principios de junio se celebraron en Bruselas las EDD (Jornadas Europeas de Desarrollo). Es el “Davos” de la cooperación, como alguien llama a este evento de dos días que reúne a partes afectadas por el desafío del desarrollo: las instituciones europeas y los Estados miembros, ONG, empresas, diferentes realidades de la sociedad civil.

En el corazón de una Europa que por un lado produce y por otro levanta muros, siempre en busca de una identidad unificadora, se ha planteado cómo reequilibrar el plano ahora inclinado bajo el peso de las desigualdades globales.

Así, entre las muchas palabras que se pronuncian en estos “acontecimientos”, hay una que parece destacar: la colaboración, la cooperación entre los diferentes actores. Lo señaló el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Junker, y lo han afirmado los líderes de países africanos: no queremos la intervención del molde neocolonialista, pero nos planteamos intervenciones en las que podemos trabajar juntos. Y ¿cuáles son estas iniciativas indispensables para lograr los objetivos de desarrollo sostenible?

La realidad vuelve siempre sobre dos cuestiones principales que van de la mano: la demanda de trabajo y la educación. Los que trabajan en los campos de refugiados, por citar sólo un ejemplo, saben por experiencia que un proyecto de dinero en efectivo a cambio de trabajo (dinero por trabajo) permite a los que están alojados por largo tiempo en los campos del Líbano, Jordania y Kenia, recuperar su dignidad y no tener que alejarse demasiado de su tierra natal. Y Europa puede contener la llegada de nuevos desesperados.

Pero el trabajo no es suficiente. El trabajo sin educación es probable que tenga dificultad para respirar, y viceversa. La educación sin trabajo crea frustración. Pero cuidado: la educación debe ser de calidad, y junto a la transmisión de conocimientos técnicos, también es “apertura” y uso crítico de la razón. Este es, por ejemplo, el desafío del proyecto Regreso al Futuro, financiado por el Fondo Europeo Madad, que AVSI está realizando con otros socios en Líbano y Jordania. Los números ayudan a comprender su alcance: 30.000 niños involucrados en el Líbano; 10.000 en Jordania; y un total de 200.000 beneficiarios indirectos.

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Hospitales en Siria https://www.omnesmag.com/firmas/hospitales-en-siria/ Wed, 22 Mar 2017 11:45:24 +0000 http://www.omnesmag.com/?p=2395 La guerra en Siria no sólo ha provocado éxodos masivos y hambre. En Alepo hay 2,2 millones de personas sin atención sanitaria.  Hoy en Siria mueren más personas por falta de cuidados que en el campo de batalla. La iniciativa Hospitales abiertos pretende asegurar curas hospitalarias y ambulatorias gratuitas. – María Laura Conte Parece no […]

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La guerra en Siria no sólo ha provocado éxodos masivos y hambre. En Alepo hay 2,2 millones de personas sin atención sanitaria.  Hoy en Siria mueren más personas por falta de cuidados que en el campo de batalla. La iniciativa Hospitales abiertos pretende asegurar curas hospitalarias y ambulatorias gratuitas.

– María Laura Conte

Parece no bastar que la guerra en Siria haya sido definida varias veces, en todas los ambientes internacionales, como “la mayor crisis humanitaria de nuestra era”. No basta, porque la indiferencia y el acostumbramiento nos empujan a volver la cabeza hacia otro lado, y hasta a bajarla a menudo para ver sólo nuestro ombligo.

No obstante, 13,5 millones de desplazados, 6 millones de los cuales son niños, no pueden dejar de remover algo en quien piensa un poco que el mundo es su casa.

Gran parte de estos sirios, casi 9 millones, vive en condiciones de inseguridad alimentaria. Y después de seis años de guerra, el sistema sanitario sirio está colapsado. La ONU habla de 11,5 millones de personas que no tiene acceso a la atención sanitaria. Y el 40 % son niños. Sólo en Alepo hay más de 2,2 millones de personas sin posibilidad de acceder a las curas médicas. Se estima que el 58 % de los hospitales públicos y el 49 % de los centros sanitarios están cerrados o funcionan de manera sólo parcial, y que más de 658 personas que trabajaban en estas estructuras han muerto desde el inicio de la crisis.

Según algunas estimaciones, solamente sigue activo en el país el 45 % del personal sanitario que trabajaba en Siria antes del inicio de la crisis. La esperanza de vida ha bajado en 15 años para los hombres y 10 para las mujeres.

Hoy en Siria mueren más personas por falta de cuidados que en el campo de batalla”. Estas palabras del nuncio en Siria, el cardenal Mario Zenari, han movido a idear un nuevo proyecto, “Hospitales abiertos”, para ayudar a las personas a encontrar atención y alivio en las heridas del cuerpo y también del alma. Son el hospital Italiano y el St. Louis en Damasco, el hospital Al Rajaa  y el St. Louis de Alepo. Lo ha estudiado la Fundación AVSI, junto con Cor Unum y con la colaboración sanitaria de la Fundación Policlínico Universitario Gemelli.

El proyecto de AVSI pretende potenciar las actividades hasta el 90% de sus posibilidades y asegurar a los pacientes más necesitados curas hospitalarias y ambulatorias gratuitas. Sostener estos hospitales (también a través de avsi.org), apoyar el trabajo de quien en Siria está al lado de la población, es un modo sencillo de no mirar hacia otro lado y entender que Siria está aquí.

 

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La periferia, en el centro https://www.omnesmag.com/firmas/la-periferia-en-el-centro/ Wed, 27 Jan 2016 16:53:06 +0000 https://omnesmag.com/?p=255 “Cristianos y musulmanes somos hermanos”. Estas palabras de Francisco se han impuesto como una de las frases señeras de un viaje apostólico a África que ha logrado una vez más transformar completamente la geografía y situar la periferia en el centro del mundo. Un mensaje con un núcleo espiritual y también una provocación concreta sobre […]

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“Cristianos y musulmanes somos hermanos”. Estas palabras de Francisco se han impuesto como una de las frases señeras de un viaje apostólico a África que ha logrado una vez más transformar completamente la geografía y situar la periferia en el centro del mundo. Un mensaje con un núcleo espiritual y también una provocación concreta sobre uno de los aspectos más complejos del cambio en que estamos inmersos: la relación entre cristianos y musulmanes. Una relación de parentesco, de fraternidad, para Francisco; pero que traiciona el terrorismo de matriz islamista que ha ensangrentado Europa. Nos hace preguntarnos por qué también se matan entre hermanos cuando no se reconocen hijos del mismo padre. La revolución francesa se revistió de la fraternité como de una eficaz bandera, pero en nombre de ella tantos hermanos acabaron en la guillotina.

La fraternidad que conduce a la paz invocada tan frecuentemente en tierras africanas por el Papa Francisco es, por el contrario, completamente distinta. Nace de reconocer en el otro, a uno que me conviene porque me aporta algo bueno. Exactamente lo contrario de la convicción que arma a los yijadistas, a los que impulsa a la búsqueda de una utopía violenta: imaginan un mundo exento de toda diversidad, porque dejan vivir sólo al que es idéntico a su idea sobre cómo se debe vivir. No admite la alteridad. Por ella quizá, si no se nace hermano, se podría llegar a serlo. Así lo testimonia quien educa en varios niveles: se llega a ser hermano o hermana, se descubre que hay algo de bueno para mí en el que está delante, por una educación paciente y audaz, que no es sinónimo de “instrucción”. Si aprender a leer y a hacer cuentas es fundamental, la educación útil de verdad es la integral: prevé el cuidado de la persona que pide ser acompañada a descubrir el gusto de vivir en plenitud, de emprender un camino con otros más allá de los confines de la tribu, de entrar en relación, confiarse y arriesgarse.

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