Vaticano

El Papa señala las estrategias del demonio para tentar a los hombres

El Papa Francisco ha continuado sus catequesis sobre el discernimiento espiritual. Hoy, 5 de octubre, ha subrayado la importancia de conocerse a uno mismo para no dejarse engañar por el demonio.

Javier García·5 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos
Papa Francisco

Foto: el Papa saluda a los fieles en la audiencia del 5 de octubre. ©CNS photo/Paul Haring

El Papa Francisco ha expuesto su tercera audiencia sobre el discernimiento, poniéndola en relación con el conocimiento de uno mismo, algo que involucra diversas facultades humanas: memoria, intelecto, voluntad, afectos. El Papa señala que “no sabemos discernir porque no nos conocemos lo suficiente, y así no sabemos qué queremos realmente. En la base de dudas espirituales y crisis vocacionales suele haber un diálogo insuficiente entre la  vida religiosa y nuestra dimensión humana, cognitiva y afectiva”.

El Pontífice ha citado un texto del jesuita Thomas Green, especialista en acompañamiento espiritual, que señala que conocer la voluntad de Dios en muchas ocasiones depende de problemas que no son espirituales propiamente, sino más bien psicológicos. Así escribe este autor: “He llegado a la convicción de que el obstáculo más grande al verdadero discernimiento (y a un verdadero crecimiento en la oración) no es la naturaleza intangible de Dios, sino el hecho de que no nos conocemos suficientemente a nosotros mismos, y no queremos ni siquiera conocernos por cómo somos verdaderamente. Casi todos nosotros nos escondemos detrás de una máscara, no solo frente a los otros, sino también cuando nos miramos al espejo” (Th. Green,  La cizaña entre el trigo, Roma, 1992, 25).  

El conocimiento propio para conocer a Dios

“El olvido de la presencia de Dios en nuestra vida”, continuaba diciendo el Papa, “va a la par que la ignorancia sobre nosotros mismos, sobre las características de nuestra personalidad y sobre nuestros deseos más profundos. Conocerse a uno mismo no es difícil, sino que es cansado: implica un paciente trabajo de excavación interior”. Para conocerse es necesario reflexionar sobre los propios sentimientos, necesidades y el conjunto de condicionamientos inconscientes que tenemos.

El Santo Padre ha subrayado la importancia de distinguir cuidadosamente entre los diferentes estados psicológicos, pues no es lo mismo decir “siento” que “estoy convencido”, “tengo ganas  de” o “quiero”. Cada una de estos pensamientos tiene importantes matices, que pueden llevar al conocimiento o al engaño acerca de uno mismo. Y así las personas nos vamos autolimitando, hasta el punto de que “muchas veces puede suceder que convicciones erróneas sobre la realidad, basadas en experiencias  del pasado, nos influyen fuertemente, limitando nuestra libertad de jugárnosla por lo que realmente cuenta  en nuestra vida”.  

Hacer examen de conciencia

Si uno no se conoce bien, facilita la tarea del “tentador” (así se ha referido al diablo), pues fácilmente ataca la debilidad humana. En palabras el Papa: “La tentación no sugiere necesariamente cosas malas, sino a menudo desordenadas, presentadas con una importancia excesiva. De esta manera nos hipnotiza con lo atractivo que estas cosas suscitan en nosotros, cosas bellas pero ilusorias, que no pueden mantener lo que prometen, dejándonos al final con un sentido de vacío y de tristeza”. Concretando algunos ejemplos que pueden resultar engañosos ha señalado objetivos loables -como un título académico, la carrera profesional, las relaciones personales- pero que pueden nublar nuestras expectativas, sobre todo como termómetros de la valía personal. “De este malentendido”, continuaba diciendo, “derivan a menudo los sufrimientos más grandes,  porque ninguna de esas cosas puede ser la garantía de nuestra dignidad”. 

El diablo utiliza “palabras persuasivas para manipularnos”, pero es posible reconocerlo si uno acude al “examen de conciencia, es decir la buena costumbre de releer con calma lo que sucede en nuestra jornada, aprendiendo a notar en las valoraciones y en las elecciones aquello a lo que damos más importancia, qué buscamos y por qué, y qué hemos encontrado al final. Sobre todo aprendiendo a reconocer qué sacia el corazón. Porque solo el Señor puede darnos la confirmación de lo que valemos. Nos lo dice cada día desde la cruz: ha muerto por nosotros, para mostrarnos cuánto somos valiosos a sus ojos. No hay obstáculo o fracaso que pueda impedir su tierno abrazo”.  

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