Mundo

Una lluvia de esperanza

La semana previa a la llegada del Papa al Congo (RDC) hubo fuertes lluvias. El mismo 31 de enero, cuando los jóvenes se preparaban para pasar la noche en el Aeropuerto de Ndolo, hubo truenos y relámpagos. Pero todo se quedó en ruido y luces, durante la estancia de Francisco en Kinshasa, no cayó ni una sola gota de agua. El sol brilló con todo su esplendor, junto a la alegría que reinó durante toda la semana.

Alberto García Marcos·10 de febrero de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos
Kinshasa

Voluntarios que estuvieron ayudando durante las confesiones

Al igual que la lluvia empapa el suelo y lo llena de vida, las palabras del Papa han sido una lluvia de esperanza en los corazones de este gran país. Esperanza es la palabra que podría resumir todo su viaje. Francisco ha llenado de esperanza a los jóvenes, a las víctimas de la guerra en el Este, a los sacerdotes, religiosos y religiosas, a los obispos. Ahora esperamos los frutos de sus palabras. El viaje del Papa es una bendición para todos los congoleños y congoleñas, una bocanada de esperanza en medio de tantas dificultades.

Todo empezó el 31 de enero, cuando el Papa aterrizó en el aeropuerto Internacional de Ndjili, en la República Democrática del Congo. Después de un breve recibimiento, el papamóvil se puso en marcha hacia el Palacio de la Nación. Los brazos que se elevaban al aire por las calles de Kinshasa le acompañaron sin interrupción durante los 25 kilómetros de recorrido.

Las imágenes hablan por sí solas: rostros radiantes de alegría, manos al aire, y cuerpos en continuo movimiento. ¡Qué gozo recibir al Papa!

En el Palacio de la Nación, el discurso del Papa a las autoridades marcó el tono del viaje. Francisco se definió a sí mismo como peregrino de paz y de reconciliación. Animó a los congoleños a asumir su responsabilidad en la construcción de un futuro mejor, pero lo que más destacó fueron las palabras dirigidas a la Comunidad Internacional: “No toquen la República Democrática del Congo, no toquen el África. Dejen de asfixiarla, porque África no es una mina que explotar ni una tierra que saquear. Que África sea protagonista de su propio destino”.

Desde el Palacio de la Nación, se trasladó a la Nunciatura Apostólica. Allí, la Coral Luc Gillon, junto a un grupo de niños vestidos con la camiseta de San Lorenzo y de la RDC, le acogió con cantos y entusiasmo.

Una Misa multitudinaria

Hubo muchos jóvenes que pasaron la noche del 31 de enero al 1 de febrero en el aeropuerto de Ndolo. Todo estaba preparado para la Misa. Los voluntarios encargados de los confesionarios pasaron una gran parte de la noche de un lado para otro para facilitar el sacramento de la reconciliación. Hervé, uno de los voluntarios, decía que “un sacerdote, no sé cómo se llama, ha sido heroico, ha pasado una gran parte de la noche confesando sin interrupción”. Yo mismo pude participar en las confesiones junto con otros sacerdotes hasta las dos y media de la mañana. La gente tenía ganas de reconciliarse con Dios y prepararse bien para la Misa con el Papa.

En la homilía, Francisco habló esencialmente de la paz, que era el tema del viaje. Desarrolló tres fuentes de la paz: el perdón, la comunidad, y la misión. “La paz esté con ustedes. Dejemos que estas palabras de nuestro Señor resuenen, en silencio, en nuestros corazones. Escuchémoslas dirigidas a nosotros y decidamos ser testigos de perdón, protagonistas en la comunidad, personas en misión de paz en el mundo”.

Bajo un sol de justicia, casi dos millones de personas siguieron la celebración con alegría. Geraldine, de 84 años, se levantó a las cuatro de la mañana para participar en la Misa. Llegó a las 6 de la mañana, pero después de estar una hora de pie, se dio cuenta que no resistiría toda la mañana y tuvo que volverse a casa para seguir la ceremonia en la televisión. La mayoría de las personas resistieron durante horas de pie, bajo el sol, pero con la sonrisa en los labios: “el Papa no viene todos los días”, se escuchaba decir.

La Misa fue en el rito del Zaire, y no faltaron los cantos y las danzas. El coro estaba formado por más de 700 personas, y un grupo de “joyeuses” (niñas pequeñas vestidas de blanco), danzaron durante el Gloria y el ofertorio, como es tradición en las misas dominicales.

La Misa no duró hora y media como lo previsto, pero sólo se alargó treinta minutos más. Al final de la Misa, el Cardenal Ambongo dio las gracias al Papa y denunció, delante de las autoridades y las cámaras de televisión, la miseria en la que se encuentra el pueblo congoleño.

De la luz a las tinieblas

Así se titulaba un artículo que hablaba de este primer día del Papa en la RDC. De la luz de la Misa, a la oscuridad de los relatos de las víctimas del Este del país. En el mes de julio, el viaje del Papa preveía una etapa en Goma, la ciudad más grande del Este del país. La situación de inseguridad no ha permitido realizar esta etapa, pero el Papa ha querido recibir a algunas víctimas de la guerra.

El encuentro tuvo lugar en la Nunciatura. El Papa, junto a un gran crucifijo que presidía la sala, escuchó los testimonios espeluznantes de las diferentes víctimas: decapitaciones, violaciones, obligadas a comer carne humana… Esto fue sólo una pincelada de los sufrimientos de la población del Este de la RDC. Difícil de no despertar las conciencias. Pero desgraciadamente muchos en el mundo siguen con los ojos cerrados a esta realidad. Basta fijarse en el espacio que este viaje ha ocupado en los medios de comunicación occidentales.

Los testimonios se siguieron de una declaración de perdón y del depósito a los pies del crucifijo de armas e instrumentos que fueron utilizados contra las víctimas. Un Papa emocionado dio las gracias a las víctimas por su valentía. Para finalizar la jornada, algunos representantes de las obras de caridad fueron recibidos por el Santo Padre.

La mano del Papa

El Estadio de los Mártires acogió el encuentro con los catequistas y jóvenes. Unas ochenta mil personas abarrotaron el espacio para escuchar al Papa que fue acogido como una estrella de música. Al ritmo de las canciones los jóvenes mostraron su entusiasmo mientras Francisco se desplazaba hacia el estrado.

Asistentes a uno de los encuentros con el Papa

Después de unas palabras de los catequistas, el Papa hizo un discurso histórico en el que dio a los jóvenes cinco “ingredientes para el futuro”, uno por cada dedo de la mano: la oración, la comunidad (los otros), la honestidad, el perdón, y el servicio.

Después de pedirnos que miráramos nuestras manos nos dijo: “Quisiera llamar tu atención sobre un detalle: todas las manos son similares, pero ninguna es igual a la otra; nadie tiene unas manos iguales a las tuyas, por eso eres un tesoro único, irrepetible e incomparable. Nadie en la historia puede sustituirte.”

Un momento “eléctrico”, fue cuando el Papa habló de la corrupción. Francisco hizo repetir a los jóvenes: “pas de corruption”, no a la corrupción. Pero los jóvenes hicieron más que repetir, y durante varios minutos entonaron distintas frases contra la corrupción.

Los jóvenes necesitaban esperanza y el Papa se la dio. El mensaje del Papa no pasó, caló en los jóvenes. Las redes sociales se hicieron eco en seguida de la mano con los cinco ingredientes del futuro.

Con las personas consagradas

Una marea de religiosas invadía las calles alrededor de la Catedral. Y es que en el Congo hay muchas congregaciones, unas importadas, y otras locales. Los sacerdotes pasaban más desapercibidos ante tantas religiosas vestidas con sus hábitos propios congoleños.

La vida en el Congo está llena de dificultades, y los sacerdotes, religiosos y religiosas, están en primera línea. Francisco nos animó a no caer en la mediocridad espiritual; nos recordó la necesidad de la formación, y sobre todo nos animó a seguir con una vida de entrega y de servicio: “Hermanas y hermanos, gracias de corazón, por lo que son y lo que hacen; gracias por el testimonio que dan a la Iglesia y al mundo. No se desanimen, los necesitamos. Ustedes son valiosos, importantes, se lo digo en nombre de toda la Iglesia.” Estas últimas palabras nos llenaron de ánimo y esperanza.

Despedida

Antes de emprender el viaje hacia Sudán del Sur, el Papa se reunió con los obispos congoleños. Siguiendo el pasaje de la vocación de Jeremías, Francisco les invitó a ser buenos pastores: “Queridos hermanos obispos, cuidemos la cercanía con el Señor para ser sus testigos creíbles y portavoces de su amor ante el pueblo. Él quiere ungirlo a través de nosotros con el aceite de la consolación y de la esperanza.”

Ya terminando, el Papa pidió a los obispos ser misericordiosos: “Quisiera agregar una sola cosa: dije “sean misericordiosos”. La misericordia. Perdonar siempre.”

En el aeropuerto le esperaba el Presidente Félix Tshisekedi para despedirle. El Papa siguió su camino hacia Sudán del Sur dónde la agenda sería también apretada.

El autorAlberto García Marcos

 Kinsasa, República Democrática del Congo.

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