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¿Qué son los santos clavos y cuál es su historia?

Los santos clavos fueron aquellos que se emplearon en la crucifixión de Jesucristo. Al descenderle de la Cruz, una vez muerto, de acuerdo con la tradición, los clavos fueron enterrados con aquélla.

Alejandro Vázquez-Dodero·17 de enero de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos
santos clavos

Sabemos por fuentes históricas que los clavos eran usados en la pasión de los condenados a muerte por crucifixión durante la dominación romana de muchos territorios. 

Se utilizaron para clavar a Jesucristo, y por estar “bendecidos” por su sangre han merecido siempre una gran veneración. Al descenderle de la Cruz, una vez muerto, de acuerdo con la tradición los clavos fueron enterrados con aquélla. A principios del siglo IV, durante su viaje a Tierra Santa, la emperatriz Elena se ocupó de recuperar las reliquias de la pasión del Señor, entre las que se encontraban los santos clavos.

Elena haría llegar parte de la Cruz a su hijo Constantino, así como dos de los tres clavos, que destinaría al bocado del caballo de su hijo, a su casco y a su escudo, para que así el emperador estuviera protegido en sus batallas. El tercero se lo llevaría a Roma.

La primera referencia escrita a la existencia de estas reliquias data de finales del siglo IV en una oración atribuida a san Ambrosio de Milán, y más adelante, en el siglo VI, se hallaría en Constantinopla una documentación que se refería a la veneración de algunos clavos sagrados.

Hay ciertos rastros historiográficos acerca de diversos destinos de los tres clavos. Entre ellos cabe destacar Santa María della Scala de Siena, uno de los mayores y más antiguos hospitales de Europa, que a mediados del siglo XIV se transformó en centro de peregrinaciones, precisamente por contar con uno de los santos clavos.

Otro clavo, como decíamos, lo destinó santa Elena para su hijo, y en Milán se conserva el bocado –o arnés– con la santa reliquia. San Carlos Borromeo, arzobispo milanés, en el siglo XVI utilizaría la reliquia para las procesiones con los fieles de la ciudad, haciéndoles partícipes de ese gran tesoro. En Milán, cada 14 de septiembre, desde tiempo inmemorial, se expone y venera la reliquia en la catedral para celebrar la fiesta de la exaltación de la santa Cruz.

Varios ejemplares o versiones de clavos sagrados

Contamos con multitud de lugares en todo el mundo que se atribuyen la autenticidad de reliquias elaboradas a partir de partes de los clavos sagrados incorporadas a relicarios. Ahora bien, dada tal cantidad, algunas de tales reliquias bien podrían proceder de la propia estructura de la Cruz, y no de los clavos.

También se distribuyeron reliquias confeccionadas a partir de su contacto con los santos clavos, cosa distinta de incorporar –fusionar– muestras de ellos a otros instrumentos que de hecho servirían de relicarios. En consecuencia, aunque un cierto número de los santos clavos puede no ser auténtico, sí cabría admitir que algunos relicarios, o propiamente reliquias, contuvieran algunas partículas de los santos clavos originales. Pero parece imposible saber qué clavos contienen esas partículas del que Elena llevara a Roma.

Como decíamos, consta confirmado por las fuentes más antiguas que santa Elena encontró tres cruces y tres clavos. Aunque ciertamente fuera posible que se desenterrasen más de tres clavos, contando con los usados para crucificar a los dos ladrones, los que unían los dos travesaños de la cruz o los que fijaban el titulus en lo alto de la cruz.

Muchos científicos, particularmente arqueólogos, han estudiado la autenticidad de las diversas versiones de clavos sagrados con que contamos, basándose en investigaciones acerca del uso común que se daría en época de Cristo a los clavos para la crucifixión de los condenados. Así, concluyendo cuál debía ser la medida de los clavos para poder atravesar manos y pies, por ejemplo, podría determinarse su autenticidad o no.

Pasamos a relacionar algunos de los lugares donde se conservan clavos –o trozos de ellos– venerados como los usados en la crucifixión de Cristo; aunque destacando, como hemos señalado, la incerteza de su autenticidad:

  • Catedral de Milán (en forma de bocado o arnés, antes comentado).
  • Basílica de la santa Cruz de Jerusalén en Roma.
  • Catedral de Bamberg, Alemania.
  • Catedral de Colle di Val d’Elsa, cerca de Siena.
  • Catedral de Notre-Dame de París.
  • Catedral de Saint-Etienne de Toul.
  • Catedral de Monza (corona de hierro).
  • Palacio Imperial de Hofburg de Viena (lanza sagrada).
  • Monasterio de san Nicolò l’Arena de Catania.
  • Catedral de Trèveris (tesoro).
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