Evangelización

El origen de las procesiones del Corpus en centroeuropa

Algunas consideraciones sobre la fiesta litúrgica y las procesiones del Corpus Christi, desde una perspectiva centroeuropea

José M. García Pelegrín·19 de junio de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

Foto: procesión en barco en el lago de Traunsee, en el Alto Austria. © Brainpark, TVB Traunsee-Almtal

Lieja, 1209. Una religiosa agustina del convento de Mont-Cornillon, sito en esta ciudad de la Bélgica francófona, de 16 años, que más tarde sería conocida como Santa Juliana de Lieja (o de Cornillon), tiene una visión durante una adoración eucarística: una franja oscura atraviesa la luna en pleno esplendor; Juliana comprende que la luna significa la vida de la Iglesia sobre la tierra; la franja oscura, la ausencia de una fiesta litúrgica dedicada al Corpus Christi.

No es de extrañar, por tanto, que la fiesta de la presencia real de Cristo en la Eucaristía comience a celebrarse precisamente en Lieja, en la basílica de San Martín. En 1247, una vez que el obispo de esta ciudad, Roberto de Thourotte, acogiera la propuesta de Juliana, después de trasmitirle esta visión guardada en secreto durante decenios.

Ahora bien, en el desarrollo de la doctrina —y, por consiguiente, de la devoción— eucarística desempeñó un papel muy destacado el IV Concilio Lateranense de 1215, convocado por el Papa Inocencio III; se trata del principal concilio de la Edad Media y, junto con el de Trento (1545-1563), el más importante en el ámbito de los sacramentos.

Extensión de la devoción

Para la extensión de la Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo a la Iglesia universal tiene especial importancia un milagro eucarístico ocurrido en 1263 en Bolsena (Italia). Según narra la tradición, mientras un sacerdote celebraba la Misa, de la Hostia consagrada brotó sangre. La difusión de este milagro llevó al Papa Urbano IV (1261–1264), quien anteriormente había sido archidiácono en Lieja, a instituir la “Fiesta del Cuerpo de Cristo” (en latín, festum corporis Christi, festum corpus domini) mediante la encíclica Transiturus de hoc mundo, promulgada el 11 de agosto de 1264.

En dicha encíclica, Urbano IV ordenaba: “Que cada año, pues, sea celebrada una fiesta especial y solemne de tan gran sacramento, además de la conmemoración cotidiana que de él hace la Iglesia, y establecemos un día fijo para ello, el primer jueves después de la octava de Pentecostés. También establecemos que en el mismo día se reúnan a este fin en las iglesias devotas muchedumbres de fieles, con generosidad de afecto, y todo el clero, y el pueblo, gozosos entonen cantos de alabanza, que los labios y los corazones se llenen de santa alegría; cante la fe, tremole la esperanza, exulte la caridad; palpite la devoción, exulte la pureza; que los corazones sean sinceros; que todos se unan con ánimo diligente y pronta voluntad, ocupándose en preparar y celebrar esta fiesta”. 

El papel de Tomás de Aquino

Santo Tomás de Aquino (1224-1274) había participado muy activamente en la elaboración de la encíclica. También se le encargo preparar los textos para el Oficio y Misa propia del día, que incluye himnos y secuencias, como Pange Lingua, Lauda Sion, Panis angelicus y Adoro te devote.

Muy pronto comienzan a organizarse procesiones con el Santísimo Sacramento; en 1273 se celebra en Benediktbeuren, en Baviera; en Colonia la primera procesión del Corpus Christi sale por primera vez en el año 1274; sigue celebrándose hoy, con una de las participaciones más numerosas en Centroeuropa. Las normas para regular la procesión las establece Clemente V en el concilio de Vienne de 1311. En Roma, la primera procesión, presidida por el papa Nicolás V, data de 1447.

El rechazo de Lutero

Si bien Lutero, en 1530, mostró un fuerte rechazo al Corpus Christi: “no hay otra fiesta de la que sea más enemigo, pues es la fiesta más ignominiosa. En ninguna otra fiesta se blasfema más de Dios y su Cristo; es una desgracia para el Santísimo Sacramento, porque solo se usa como espectáculo y para la vana idolatría”, el Concilio de Trento declara: “Muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad; y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos”.

Del mismo modo que estas afirmaciones del Concilio Tridentino pueden considerarse como una reacción a la Reforma protestante —no en vano se habla de “Contrarreforma”—, también como respuesta a las críticas de la Ilustración y a la política prusiana del Kulturkampf (“combate cultural”) contra los católicos, en el siglo XIX surgen nuevas procesiones del Corpus Christi como la “Gran Procesión” en Münster o en Spandau —en aquel entonces, todavía una ciudad independiente; desde 1920 forma parte del “Gran Berlín”—, que atraía a gran número de católicos de la capital prusiana, si bien la población protestante la tilda de provocación por parte de la minoría católica.

Durante el nacionalsocialismo, la procesión del Corpus Christi se considera como una manifestación de fe que expresa el rechazo de la visión pagana del mundo propia del nazismo; no es de extrañar que, a partir de 1936, los nazis prohíben en Colonia la participación masiva de colegios.

Las procesiones en la actualidad

En la actualidad, la procesión del Corpus Christi está considerada como la mayor manifestación de la fe, no solo en ciudades con mayoría católica, sino precisamente también allí donde, como en Berlín, la población católica no alcanza ni al diez por ciento. Aunque se trata de un día laborable en la capital alemana —como en otros nueve de los 16 Estados Federados—, la procesión se desarrolla tradicionalmente el jueves, al caer la tarde, en el centro de la ciudad, mientras que un buen número de parroquias berlinesas organizan procesiones el siguiente domingo.

Además de las convencionales —entre las que destaca la de Sipplingen, a orillas del lago de Constanza, con una alfombra floral de 800 metros de longitud—, en Austria y Alemania existe una tradición de procesiones en barco. Por ejemplo, en el lago de Traunsee, en Alta Austria, la procesión comienza en la iglesia de Traunstein y se dirige al lago, donde un barco con un baldaquino especialmente rico transporta al Santísimo Sacramento, acompañado por otros barcos, a las diversas estaciones de la procesión. Esta tradición existe desde 1632.

Otras procesiones antiguas

Y desde 1623 se celebra otra procesión en un lago cercano a este, el de Hallstatt. No tan antigua, pues se remonta a 1935, es la procesión sobre el lago Staffelsee, en Baviera. Aquí, sin embargo, la procesión no recorre solamente el lago, sino que se dirige desde Seehausen a la isla de Wörth, donde se encuentran las raíces de la parroquia de Seehausen.

En Colonia goza de una larga tradición una procesión fluvial, la denominada Mülheimer Gottestracht por celebrarse en Mülheim, el distrito de Colonia de mayor población. La procesión en barco sobre el río Rhin se remonta probablemente al siglo XIV.

Después de dos años de paréntesis debido a la pandemia de Covid, este año se han celebrado nuevamente las tradicionales procesiones, tanto las convencionales como las que se desarrollan en barco.

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