Familia

Enrique Rojas: «Muchas relaciones actuales están hechas con materiales de derribo»

El psiquiatra Enrique Rojas habla en esta entrevista con Omnes de la hiperconexión de la sociedad "cada vez más perdida", las relaciones de usar y tirar y la familia como "el primer espacio psicológico donde uno es valorado por estar allí". 

Maria José Atienza·30 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos
enrique rojas

Foto: Enrique Rojas ©ieip

Enrique Rojas es uno de los psiquiatras «de cabecera» en nuestro país. Catedrático de Psiquiatría y director del Instituto Español de Investigaciones Psiquiátricas, Rojas acaba de recibir el premio Pasteur de investigación de medicina por la Asociación Europea de Desarrollo.

Autor de numerosos libros dedicados a temas como la depresión, la felicidad, la ansiedad o el amor, ha vendido más de 3 millones de libros, traducidos del inglés al ruso, pasando por el alemán, el polaco o el italiano.

Casado con Isabel Estapé, notario de Madrid, y primera mujer en la Real Academia de Ciencias de Económicas y Empresariales, Enrique Rojas es padre de 5 hijos, algunos de los cuales han seguido sus pasos en el mundo de la medicina o la psicología.

Usted lleva más de cuatro décadas dedicado a la investigación y el tratamiento psiquiátrico. En este tiempo, ¿han cambiado el ser humano sus aspiraciones y puntos de referencia o seguimos siendo los mismos “con diferente ropaje”? 

– El psiquiatra y el psicólogo se han convertido en los nuevos médicos de cabecera. Siguen las grandes enfermedades psíquicas, las depresiones, la ansiedad, las obsesiones. Pero hay tres nuevos ropajes patológicos: las parejas rotas, las adicciones (desde el móvil a la pornografía, pasando por las series), y la conversión del sexo en un acto de usar y tirar. 

Se habla mucho de que los consultorios están llenos y los confesionarios vacíos… ¿Existe una simplificación de la labor de ambos? 

– Cuando el mundo se vacía de Dios, se llena de ídolos: muchos de ellos vacíos de contenido. El mundo está cansado de seductores mentirosos. 

¿Es nuestra sociedad más frágil psicológicamente que antes?

– Vivimos en una sociedad bombardeada por noticias que se devoran una detrás de otra. Una sociedad híper informada e interconectada. Pero cada vez más perdida.

En este sentido; cuando el ser humano vive una apertura a la trascendencia, a Dios, ¿es realmente más feliz? 

– El sentido de la vida significa tener respuestas a los grandes interrogantes de la vida: de dónde venimos, a dónde vamos, el sentido de la muerte. El sentido espiritual de la vida es clave y conduce a descubrir que cada persona es valiosa.

¿Se ama mejor cuando se ama a Dios, cuando se ama por Dios? 

– Dios es Amor. En los amores actuales falta el sentido espiritual y muchas relaciones están hechas con materiales de derribo.

Si hay dos términos que son usados por encima de sus posibilidades son el de amor y libertad. En este plano, ¿existe una definición de amor? 

– Amar es decirle a alguien voy a darte lo mejor que tengo. La libertad es descubrir nuestras posibilidades y nuestros límites. Mi definición del amor es esta: es un movimiento de la voluntad hacia algo o alguien que descubro como un bien, como algo valioso. 

Y, por ende, ¿qué entendemos por libertad? ¿No sucede que, la naturaleza de ambos, nos “supera” con frecuencia? 

– La libertad absoluta se da sólo en Dios; en que la esencia y la existencia coinciden. Nosotros debemos aspirar a no ser prisioneros de nada… Hoy hemos sustituido el sentido de la vida por las sensaciones. Mucha gente busca experiencias de placer rápidas, inmediatas, una detrás de otra y eso a la larga produce un gran vacío.

Nuestra sociedad del primer mundo ha pasado de la Ilustración y la exaltación de la razón, a la del sentimiento incluso por encima de la biología: cada uno “es lo que se siente”. Esta situación, ¿es sostenible psicológicamente? 

– La Ilustración fue un movimiento importantísimo en la historia del pensamiento que termina en la Revolución Francesa con aquellos tres grandes lemas: libertad, igualdad y fraternidad.

El romanticismo del siglo XIX fue una reacción contra la entronización de la razón, poniendo en primer término el mundo afectivo.

Hoy la respuesta es la Inteligencia Emocional: mezclar con arte y oficio los instrumentos de la razón y las herramientas de la afectividad. No olvidemos que la primera epidemia psicológica en el mundo Occidental son los divorcios. 

¿Cómo lograr el equilibrio entre la naturaleza y el sentimiento cuando no entendemos ni uno ni el otro?

– Los sentimientos hacen de intermediarios entre los instintos y la razón. La vida afectiva debe ser pilotada por la vida intelectual, pero buscando una ecuación entre ambos ingredientes. 

Se habla de los amigos como la familia a que se elige. Pero nuestra propia familia, ¿es una carga entonces?

– La familia es el primer espacio psicológico donde uno es valorado por estar allí, sin más. Los padres somos los primeros educadores y la clave es doble: la coherencia de vida y entusiasmar con los valores que no pasan de moda.

¿Cuál es el papel de la familia en la sociedad?,¿es reemplazable?

– Un buen padre vale más que mil maestros. Y una buena madre es como una universidad doméstica. Educar es dar raíces y alas, amor y rigor.

Aún no hemos terminado de atravesar una pandemia que ha sacudido al mundo entero. De esta situación, como de una guerra o un conflicto, ¿se sale mejor o peor? 

– Uno sale mejor de la pandemia si realmente ha sabido aprender lecciones de ella. Toda filosofía nace a orillas de la muerte. Toda la felicidad consiste en hacer algo que merezca la pena con la propia vida.

Ante estos “traumas colectivos”, las personas y las sociedades, ¿cambian o se amoldan e incluso proliferan las vías de escape? 

– Hay que a aprender a hacer una lectura positiva de todo lo bueno que tiene esta sociedad: desde los extraordinarios avances tecnológicos pasando por una medicina cada vez más polivalente e innovadora o la rapidez de las comunicaciones, y un largo etc. Pero hay que saber que existe una verdad sobre el ser humano y ésta, en la actualidad, está bastante difuminada.

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