Un gesto del Papa lleno de significado

El Papa Francisco quiso homenajear a todas las personas que pasan desapercibidas en estos tiempos. Son todas las personas que encuentran en San José el hombre de la presencia diaria, un intercesor en los momentos de dificultad.

1 de febrero de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos

Los militares de #stradesicure que estaban de servicio en Roma el día de la Inmaculada Concepción, sufriendo el frío y la lluvia, han sido recompensados de la mejor manera que se podían imaginar. De hecho, contra toda expectativa, vieron a un hombre vestido de blanco salir de un Focus azul y llevarles galletas. Era el Papa Francisco regresando de Santa Maria Maggiore donde había estado rezando y había celebrado la Misa en forma absolutamente privada. Si no estuvieran los vídeos para documentarlo, uno no lo creería.

Lo que sucedió fue que, en contra de lo anunciado, Bergoglio decidió ir muy temprano, para evitar cualquier multitud, a la Piazza di Spagna para el tradicional homenaje a Nuestra Señora, y de allí se dirigió a Santa Maria Maggiore donde, primero rezó frente al icono de la Salus Populi Romani y luego celebró la Misa en la Capilla de la Natividad. Mientras toda la ciudad, azotada por la lluvia y el viento frío, seguía durmiendo en el calor de sus hogares, sucedió la sorprendente escena para un pequeño grupo de soldados que estaban de servicio.

Este gesto, como todos los del Papa, está lleno de significado. Ese mismo día, de hecho, el 8 de diciembre de 2020, el Obispo de Roma, con la Carta Pastoral Patris Corde, había decidido dedicar el año a San José, de cuyo humilde y oculto servicio se había acordado, y en esa misma ocasión había nombrado las fuerzas del orden. “Nuestras vidas están entretejidas y sustentadas por personas comunes -generalmente olvidadas- que no aparecen en los titulares de los periódicos y revistas o en las grandes pasarelas del último espectáculo”.

Las galletas que el Papa quiso dar a los soldados de #stradesicure, van simbólicamente a todas las personas que ejercen la paciencia todos los días e infunden esperanza, procurando no sembrar el pánico sino la responsabilidad. Son padres y madres, abuelos y abuelas, maestros; son las personas que pasan desapercibidas. Son todas las personas que encuentran en San José el hombre que nos recuerda que, para Dios, no hay gente en “segunda línea” sino sólo en “primera línea”, la línea del amor.

El autorMauro Leonardi

Sacerdote y escritor.

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