Editorial

Medios económicos para poder ayudar

Omnes·15 de junio de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

Tanto la campaña del impuesto sobre la renta como los efectos de la epidemia de Covid-19 brindan la ocasión para una referencia a la economía de la Iglesia. Motivos de justicia y de transparencia obligan a presentar los detalles de las cantidades recibidas por diversos caminos, como hace la Iglesia en los diversos niveles, pero casi es más importante pensar en las necesidades que se atienden con esos medios, y que justifican su obtención.

En los últimos meses se han multiplicado los casos de personas y familias que se ven en situación de precariedad, y que se ven obligadas a esperar la ayuda de otras personas e instituciones. En particular, el esfuerzo de Caritas, con su red de voluntarios, se está intensificando, y vuelve a mostrar su necesidad y eficacia. Y, como una consecuencia de otro orden, los ingresos que suelen recibir las parroquias de las colectas y donativos de los fieles se han reducido drásticamente en los últimos meses, debido a las limitaciones a los desplazamientos durante muchas semanas. Por tanto, los recursos disponibles para atender a todas esas necesidades inmediatas, y muchas veces urgentes, son menores, de manera que resulta más difícil hacer frente del modo habitual a los diversos aspectos de la vida eclesial. Pues como es sabido a la actividad caritativa y asistencial se añaden, con no menor importancia, las dimensiones celebrativa, pastoral, evangelizadora, educativa y cultural.

Alegra saber que la confianza en la gestión que hace la Iglesia de los recursos ha crecido, como se deduce de los últimos resultados conocidos, los del ejercicio del año 2018 y el impuesto pagado en 2019. No parece del todo exacto hablar de un “referéndum” anual o de un “examen” que la Iglesia supera con éxito cada año, aunque esas expresiones puedan usarse con intención metafórica. Pero desde la perspectiva del servicio de la Iglesia a la sociedad en todas esas dimensiones, es obviamente un consuelo saber que fue compartido y apoyado por 8,5 millones de contribuyentes, un 6,19 por ciento más que el año anterior. Y refuerza la confianza de los ciudadanos conocer el destino que se da a sus aportaciones.

En este singular momento de la vida social y eclesial, se ofrecen de manera inmediata (entre otras) dos vías principales para compartir el servicio de la Iglesia a la sociedad aportando medios económicos: la declaración del IRPF que ha de presentarse hasta finales del mes de junio, con la posibilidad de marcar la X en la casilla para destinar un porcentaje a la Iglesia (y también a otros fines sociales), y la colaboración con las necesidades de las parroquias. De ambos caminos tratamos en este número, con sugerencias detalladas acerca del segundo, elaboradas por un experto.

También dirigimos la mirada a las necesidades de las misiones, en estos tiempos de pandemia en todos los continentes. El Papa Francisco ha instituido un Fondo de Emergencia para acompañar a las comunidades afectadas en los 1.111 territorios de misión, aportando él mismo una cantidad y solicitando a los fieles y a las instituciones de la Iglesia que se sumen a la iniciativa, a través de Obras Misionales Pontificias.

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